Si Augustine cayera gravemente enfermo de covid-19 necesitaría viajar cinco horas en auto y piragua para llegar a un centro de salud en la región angloparlante de Camerún, ya devastada por un conflicto separatista.
Fatalista, afirma que lo primero es "rezar con mucha fuerza".
Augustine habita en Ekondo, aldea en el suroeste del país, una de las dos regiones --junto a la del noroeste-- donde se concentra la minoría anglófona de Camerún.
Allí, desde hace más de tres años, combates mortíferos han enfrentado al ejército regular con grupos separatistas angloparlantes y numerosos civiles han muerto a causa de los múltiples abusos y crímenes cometidos por ambos bandos, de acuerdo a oenegés internacionales y la ONU.
Más de 3.000 personas han muerto y unas 700.000 fueron obligadas a huir de sus hogares a partir de 2017, en tanto la guerra ha destruido las infraestructuras sanitarias.
La población se encuentra a merced de las enfermedades, y por lo tanto del coronavirus, que hasta ahora --con unos treinta casos detectados-, puede considerarse casi exentas a estas dos regiones de Camerún, tercer país de África más damnificado por la pandemia, con 64 muertes y más de 2.000 contagiados registrados oficialmente.
En este contexto, en la aldea de Augustine, se "intenta poner en práctica las medidas posibles para evitar la llegada del virus", explica por teléfono a la AFP, que lo contactó desde Libreville.
- 115 centros de salud destruidos -
En total 115 centros de salud han sido destruidos desde el comienzo del conflicto, según fuentes del gobierno.
Los ataques contra las instalaciones sanitarias y su personal son frecuentes, denuncian la ONU y oenegés.
La expansión de la pandemia tendría en la zona consecuencias trágicas, sobre todo en un país en que un tercio de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.
El gobierno recientemente autorizó la reapertura de restaurantes y clubes nocturnos, así como el tráfico entre las grandes ciudades, gravemente afectadas, y las provincias rurales.
En caso de brote "no habría suficiente personal sanitario, ambulancias, carreteras e incluso morgues", destaca Sarli Nana, responsable de una oenegé que ayuda a los desplazados anglófonos.
"Numerosos profesionales de la salud han sido expulsados" por el conflicto y, en los raros centros aún abiertos "hay escasez de equipamiento, medicamentos, agua y electricidad", se lamenta.
- Campamentos en la sabana -
El personal humanitario teme sobre todo que el coronavirus alcance a los campamentos improvisados en medio de la sabana ecuatorial.
Miles de civiles que han huido de los combates encontraron refugio allí, "sin agua, ni acceso a servicios sanitarios, en unas condiciones de vida catastróficas", subraya Marc Serna Rius, coordinador de la oenegé local Reach Out.
"Escondidos en la selva, son los más vulnerables, en particular muchas personas mayores que no han podido huir más lejos", añade.
Además, con la inseguridad, el acceso a estas zonas se ha vuelto muy difícil para los trabajadores humanitarios.
Pese a un llamamiento de la ONU, el 23 de marzo, a un "cese el fuego global" en zonas de conflicto, para poder combatir mejor la pandemia, el crepitar de las armas aún se escucha en el Camerún angloparlante.
Solamente un grupo separatista anunció una tregua, el resto ignoró el llamado absolutamente, incluido el ejército.
"Realmente, nada ha cambiado", dice Nana. "Los separatistas y el ejército continúan los combates. la población sigue siendo blanco de asesinatos y huye", se lamenta.
El gobierno, que hasta ahora ha fracasado en lograr la paz, anunció a fines de marzo un proyecto de reconstrucción durante dos años, que incluye la rehabilitación de escuelas, puntos de extracción de agua, miles de casas y centros sanitarios, por un monto de 90.000 millones de francos CFA (136,5 millones de euros).
Pero hasta entonces, ante el coronavirus, a los pobladores de la aldea de Augustine sólo les queda "rezar con mucha fuerza"...
rek-jbk-cma/gir/jpc/age/mb