"En Brasil falta conducción política", dice expresidente Fernando Henrique Cardoso

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El expresidente Fernando Henrique Cardoso suele ser moderado en sus declaraciones políticas, pero la semana pasada, después de que el mandatario Jair Bolsonaro provocara la dimisión de su popular ministro de Justicia Sergio Moro en un agravamiento de la crisis en Brasil, estalló: "Está cavando su fosa. Que renuncie antes de ser renunciado", escribió en Twitter.

"Por mi pasado como presidente no tengo derecho de estar provocando con palabras a los que están en el poder. Pero es que estamos llegando a una situación muy complicada", afirmó FHC, como se identifica a quien ejerció la presidencia brasileña entre 1995 y 2002, en una entrevista por videollamada con la AFP.

"Cuando hablé de renuncia era una alerta (...). Solo quería hacer pública mi posición de que no estoy de acuerdo con lo que (Bolsonaro) está haciendo (...) Creo que es importante que se respeten las reglas, que los presidentes cumplan su mandato. Jamás me moveré a favor de derrocar a un presidente", matiza este sociólogo de 88 años, exiliado durante la dictadura militar (1964-85).

El exmandatario, líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), considerado un referente de la política, es de los millones de brasileños que consideran que el aislamiento social es el mejor camino para vencer la pandemia del coronavirus, pese a la abierta campaña de Bolsonaro a favor de la "vuelta a la normalidad" para evitar una debacle económica.

Confinado en su casa en el acomodado barrio de Higienópolis en Sao Paulo, FHC advierte que la covid-19, que ya dejó más de 6.300 muertos en Brasil, puede provocar "una explosión" que cuestione los cimientos de las sociedades democráticas, y espera que el mundo y su país saquen lecciones para coordinar su respuesta.

P: Usted vivió la dictadura, el exilio, el mayo del 68 en París, la presidencia de Brasil... ¿Imaginó alguna vez esta crisis de la pandemia?

R: Nunca. Aquí en Brasil hay tres crisis simultáneas: la pandemia, las consecuencias económicas en medio de una gran recesión mundial con sus efectos y la falta de comando político, de conducción política. Es mucha crisis junta. Estamos todos un poco aturdidos.

P: Ministros destituidos o que dimiten, escepticismo ante la pandemia, enfrentamiento con los otros poderes y los gobernadores, cacerolazos, una investigación en la Corte Suprema por supuesta interferencia política... ¿Hacia dónde va el gobierno de Bolsonaro?

R: Se está creando cada día dificultades para sí mismo, para el gobierno, dificultades que no están en las cosas, no están en la sociedad, no están en los adversarios. Están en él, en su espíritu que no se adecúa al tamaño de la responsabilidad de sentarse en el sillón presidencial. Por eso dije que está cavando su fosa.

P: Estos días se habla de 'impeachement', pero Bolsonaro sigue teniendo una sólida base de apoyo del 30% de los brasileños...

R: Hay una polarización muy grande, con un grupo más radicalizado aglutinado alrededor de Bolsonaro (...) El 'impeachment' es un proceso largo y ahora, cuando hay resolver la salud y el empleo, la gente no entendería esta lucha por el poder.

Empieza a haber en el gobierno divisiones en cuestiones centrales, como la economía (...). La cabeza del gobierno no tiene la misma visión. A Bolsonaro le falta algo esencial para quien preside un país como Brasil: marcar un camino, simbolizar la cohesión. Él simboliza la polarización.

En Brasil, cuando un presidente choca de frente contra el Congreso, generalmente quien pierde es el presidente, ya vimos eso con Janio Quadros (1961), con Fernando Collor de Mello (1990-1992), con Dilma Rousseff (2011-2016).

Los presidentes que no entienden la dinámica de Brasil, un sistema presidencialista con un Congreso fuerte y fragmentado, y un poder judicial también fuerte, fracasan como presidentes. No estoy diciendo si él (Bolsonaro) va a caer o no, simplemente no va a ser un buen presidente.

P: ¿Qué le preocupa de la crisis mundial por el coronavirus, además de los miles de muertos y contagiados?

R: El miedo ha paralizado a la gente, pero cuando el miedo disminuya, las personas estarán sin empleo, sin ingresos, sin perspectivas. Puede haber una explosión social (...) Me preocupa nuestro sistema de democrático, de libertad. La crisis de 1929 dio el fascismo. Eso puede volver a pasar.

P: ¿Cree que el mundo está dando una respuesta unitaria?

R: Creo que China ha actuado con más visión global. La visión comunitaria se vio sacudida en los últimos tiempos, con Donald Trump en Estados Unidos y con lo que pasó en Europa. Estamos en un renacimiento del egoísmo nacional.

Se necesita más integración. La posición estadounidense va a ser central en este momento, Estados Unidos puede ganar o perder su dominio del futuro según su comportamiento en esta crisis. Los chinos ya entendieron eso, con esa idea de que 'estamos aquí para ayudar'.

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