Rosas a domicilio y libros por internet en el día de los enamorados de Cataluña

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Tras seis semanas con su floristería cerrada, Jenaro prepara este jueves cientos de rosas para enviar a domicilio a los enamorados que, pese al confinamiento, intentan mantener en Cataluña la tradición de regalarse flores y libros.

Cada 23 de abril, esta región del noreste de España se engalana para celebrar la Diada de Sant Jordi, el patrón de la región.

Las calles se llenan de paradas de libros y rosas. Inicialmente una tradición galante, a partir del siglo XX pasó a convertirse también en un día para festejar la cultura, con multitudes paseando, parejas intercambiándose sus regalos y escritores dedicando sus obras.

Pero este año, Barcelona aparece inusualmente vacía.

"Es muy triste, pero tenemos que buscar la forma de sobrevivir", dice Jenaro Zamora en su floristería Endrina de Barcelona, rodeado por decenas de rosas rojas que debe cargar a la furgoneta de reparto.

El suyo era un pequeño comercio de barrio que vivía gracias a la fidelidad vecinal. Cerró por el confinamiento decretado a mediados de marzo en España pero, ante la cercanía de un día señalado, buscó la forma de reactivarlo.

Colgó un cartel anunciando que aceptaba pedidos por teléfono y desarrolló a marchas forzadas una web para operar por internet.

"Normalmente en este día vendemos unas 3.000 rosas. Este año nos quedaremos en unas 300", señala después de atender a un cliente que le suplica comprar una flor de escondidas.

El cierre de fronteras en Europa repercutió en los precios de las rosas, muchas de ellas importadas. Jenaro las vende a diez euros la unidad pero "en algunos sitios se están vendiendo a 30", asegura.

Aun así, saltaron muchas iniciativas solidarias: algunos escritores repartieron libros en hospitales, hoteles habilitados para acoger pacientes con coronavirus regalaron rosas a sus "clientes" o una alcaldesa entregó flores casa por casa a los vecinos.

"Ha sido muy bonito. En estos momentos tan duros, estos detalles tienen mucho valor", dice Amalia del Portillo, pintora de 72 años que vive sola con su perro en Ordis, un pueblo de 800 habitantes 150 km al norte de Barcelona.

- Sant Jordi "en Matrix" -

La fiesta se basa en la leyenda de San Jorge (en catalán, Sant Jordi), que mató a un dragón para salvar a una princesa. De la sangre del monstruo creció un rosal, del que el caballero arrancó una flor para regalarle a su amada.

A finales de 1920, a esta tradición se le sumó la celebración del día del libro. Desde entonces, los enamorados catalanes, pero también amigos y familiares, se intercambian libros y rosas cada 23 de abril.

Las librerías, como las floristerías, están también cerradas, perdiendo un día que puede suponer el 20% de la facturación anual.

"Es muy grave, perdemos muchísimas ventas. Es un día que las librerías están a tope y ahora estamos confinados, en casa", lamenta la presidenta de la asociación de librerías de Cataluña, Maria Carme Ferrer.

La asociación impulsó una plataforma para encargar libros ahora y recogerlos en sus librerías cuando puedan abrir, evitando poner en riesgo a los repartidores y apoyando estos pequeños negocios. Por ahora, vendieron 36.000 unidades.

Las ventas digitales y de ebooks aumentaron notablemente, pero no compensarán las pérdidas de la venta física, que supone un 80% del negocio, dice Patrici Tixis, presidente de la Cámara del Libro de Cataluña, que auna a todo el sector.

"El año pasado se vendieron 1,5 millones de libros y se facturaron 22 millones de euros. Este año nos quedaremos muy lejos", explica.

Librerías y editoriales se trasladaron a las redes: charlas y debates literarios en streaming, encuentros virtuales con escritores o, incluso, una firma de libros electrónicos impulsado por la potente editorial Planeta.

"Sant Jordi era la fiesta del libro y de la rosa, pero también de las personas y la calle. Este Sant Jordi lo celebramos en una realidad paralela, como en un Matrix", dijo a la AFP el director editorial del Grupo Planeta, Carlos Revés.

Además, el sector prepara una especie de día del libro y la rosa para el 23 de julio cuando, aunque sea con mascarilla y guardando las distancias, esperan sacarse la espina de este Sant Jordi confinado.

dbh/mg/jz