El coronavirus noquea a las figuras del boxeo 'muay-thai'

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Sin combates por la crisis del nuevo coronavirus, miles de practicantes del boxeo 'muay-thai', el célebre deporte de combate con manos y pies típico de Tailandia, han vuelto a sus lugares de origen, en muchos casos en un ámbito rural. Algunos temen incluso que sus situaciones personales les impidan volver a subir al ring.

"Comencé en el muay thai con 11 años. Es toda mi vida. De la noche a la mañana, todo se ha detenido", se resigna Somiong.

Antes de la pandemia, este luchador de 24 años entrenaba siete horas al día y ganaba 600 dólares (550 euros) al mes gracias a los torneos.

Pero el deporte nacional de Tailandia no ha escapado a la crisis. Los recintos para el boxeo local, donde fajos de billetes circulaban a toda velocidad entre los apostantes en un ambiente entusiasta y frenético, han privado de repente a los púgiles de ingresos.

Los más conocidos podían embolsarse hasta 10.000 dólares por combate y pueden resistir ahora con sus ahorros, pero otros muchos se encuentran en una situación mucho más precaria.

Ello deja además a sus familias en un punto dramático, ya que muchas de ellas subsistían también con ese dinero.

Somiong ha tenido que volver a la pequeña casa de chapa de metal de sus padres, unos modestos agricultores karens de Kanchanaburi, a tres horas por carretera de Bangkok.

"Ya no hago ningún deporte. Así que no puedo ayudar financieramente a mi familia, eso afecta mucho en el plano mental", admite a la AFP.

- Focos de infección -

Todas las salas de deporte han cerrado y el excampeón Samart Payakaroon, uno de los más célebres del país (129 victorias en 150 combates), ofrece desde hace dos semanas clases por internet de manera gratuita.

Hasta su prohibición por la situación sanitaria, los combates de 'muay thai' habían sido uno de los principales focos de infecciones en Tailandia.

Varias decenas de personas, entre ellos militares de alta graduación, políticos y hasta un actor, fueron infectados por el nuevo coronavirus a principios de marzo en un torneo en Bangkok. Y a partir de ahí, infectaron a su vez a decenas de personas.

Aunque la situación sanitaria ha mejorado, "llevará tiempo antes de que los tailandeses vuelvan a los estadios de boxeo, hay miedo", destaca Samart Payakaroon.

El gobierno ha prometido una ayuda de 5.000 bahts (140 euros) al mes en un momento en el que 7 millones de trabajadores podrían perder su empleo de aquí a junio, según las estimaciones.

Pero muchos boxeadores no disponen de una licencia apropiada y no tendrán derecho ni a esa ayuda, destaca Jade Sirisompan, de la World Muay Thai Organization, una de las principales federaciones internacionales de boxeo tailandés.

"Eso puede ser rápidamente una catástrofe. La mayor parte boxea desde que son niños y no saben hacer otra cosa", añade.

En Tailandia, se han registrado oficialmente unos 2.600 casos de nuevo coronavirus, con un balance de 46 fallecidos.

Para el belgo-marroquí Youssef Boughanem, campeón mundial de peso medio de 'muay thai' y propietario de un centro de entrenamiento en la ciudad costera de Pattaya, es importante que haya una ola de solidaridad y que los luchadores más importantes apoyen "moral y financieramente a los más desfavorecidos".

"Los boxeadores aspiran todos los días a las excelencia. Quedarse sin un objetivo puede provocar depresiones profundas", añade Boughanem, apodado 'Terminator', que tiene en su palmarés más de 120 victorias por nocáut (KO).

Pese a no tener dinero que poder ofrecer a su familia, Sarawut Prohmsut no ha querido volver a su pueblo y ha preferido quedarse viviendo con otro boxeador en el pequeño gimnasio de Bangkok en el que se entrenaba muchas horas al día hace apenas unas semanas.

El propietario de la sala les aloja gratuitamente y les ofrece manutención a cambio de pequeños trabajos.

¿Sigue practicando su deporte mientras? Sarawat no tiene "la cabeza para eso". Y cuando dedica unos minutos al día al 'muay-thai' tiene que cumplir las nuevas normas, respetando una distancia de dos metros con su rival para prevenir un eventual contagio. Una paradoja para los uno de los deportes de contacto más emblemáticos del mundo.

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