Carteles se diversifican y no amaina la violencia en México

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CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Otro año y otro total de homicidios nunca visto en la historia moderna de México, que sigue luchando por contener la violencia.

Los carteles del narcotráfico y otras organizaciones delictivas que controlan grandes territorios son consideradas las principales responsables, por sus peleas entre sí y por la forma en que explotan a las poblaciones de sitios donde las autoridades estatales y, sobre todo, municipales, no tienen mucha fuerza o son cómplices de las bandas.

Vistazo al estado de cosas en el bajo mundo de México hoy:

LAS BANDAS

En su última Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas publicada este año, la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (conocida como DEA por sus siglas en inglés) dice que hay seis organizaciones de narcos que se hacen sentir en Estados Unidos: Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, los Beltrán-Leyva, Juárez, el Golfo y los Zetas. Los expertos, no obstante, dicen que la mayoría de los carteles han sufrido divisiones en los últimos años y que solo los de Sinaloa y Jalisco satisfacen la descripción tradicional de organizaciones cohesivas de gran impacto. Hay muchas otras más pequeñas, de alcance local.

Sinaloa, que fue dirigida mucho tiempo por “El Chapo” Joaquín Guzmán, hoy preso en una cárcel de máxima seguridad de Estados Unidos, funciona en el estado de la costa del Pacífico del mismo nombre pero tiene presencia en buena parte del país, a veces a través de aliados locales. El cartel aparentemente sobrevivió a una guerra por el poder tras la extradición del Chapo, que culminó tras la captura de Dámaso López en el 2017 y la entrega a las autoridades de su hijo. Se cree que un capo allegado al Chapo, “El Mayo” Zambada, y los hijos de Guzmán, conocidos como “los Chapitos”, ejercen hoy un férreo control.

Jalisco, basada en Guadalajara, Jalisco, es el cartel que más rápido crece en México. Tiene agresivas tácticas expansionistas y usa métodos brutales, como la matanza de 13 policías de Michoacán en octubre del 2019 o el entierro de 19 cadáveres en agosto en el mismo estado. Su líder Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, es uno de los bandidos más buscados en México y Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses ofrecen 10 millones de dólares por su captura. La DEA dice que Jalisco está activo en 24 de los 32 estados de México.

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LOS CONFLICTOS

Hay guerras territoriales en varios estados, generalmente entre bandas locales, grupos rivales de viejos aliados o incluso entre aliados de los grandes carteles. Se cree que muchos de los conflictos responden a las ambiciones expansionistas de Jalisco, que quiere someter a organizaciones más pequeñas.

Los expertos dicen que Jalisco libra guerras con Sinaloa en sitios como Tijuana, Zacatecas (en el centro de México) y Quintana Roo, donde se encuentra la Riviera Maya. Se faja asimismo con disidentes del Golfo y de los Zetas en Veracruz, en el Golfo de México. Y en estados como Guerrero y Michoacán se enfrenta con agrupaciones locales como Los Viagras. Michoacán ha registrado algunos de los episodios violentos más escabrosos en lo que va del año, como la matanza de nueve personas, incluidos cuatro niños, en un salón de juegos recreativos.

Sinaloa se pelea además con lo que queda de Juárez y con otras agrupaciones de la frontera en dos estados del nordeste, Chihuahua y Sonora. En esta región es donde fueron emboscados y asesinados tres mujeres y seis niños mormones estadounidenses en noviembre. Se cree que Sinaloa apoya a algunas bandas menores que se pelean con Jalisco.

Grupos que pertenecieran a los Zetas y el Golfo se disputan el control de la parte oriental de México fronteriza con Texas, incluido el estado de Tamaulipas, por el que pasa un corredor clave del tráfico de drogas. Scott Stewart, vicepresidente de la firma especializada en temas de seguridad Statfor, dijo que Jalisco también busca asentarse allí, incluso en Reynosa, que queda frente a McAllen, Texas. Dijo que hay de todo allí y que parece poco probable que alguien asuma el control de esa plaza a corto plazo.

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LAS DROGAS

La DEA dice que los carteles mexicanos siguen “exportando importantes cantidades de heroína, cocaína, metanfetaminas, marihuana y fentanilo” a los mercados estadounidenses.

Un informe de febrero de Stratfor dice que drogas sintéticas como las metanfetaminas y el fentanilo ofrecen los márgenes de ganancias más grandes. La producción, acota, parece estar excediendo la demanda en Estados Unidos y los carteles estarían estudiando nuevos mercados en sitios como Australia, Nueva Zelanda y Europa.

Los precursores de las drogas generalmente son importados de China.

Stratfor destacó un aumento en la producción de concentrado de aceite de cannabis en el 2019. Es más compacto y fácil de contrabandear que los grandes fardos de marihuana de antaño y puede ser usado para producir comestibles y otros productos.

La mayor parte del contrabando de drogas a Estados Unidos se hace a través de puertos de ingreso, usando vehículos o mezcladas con cargamentos legales en grandes camiones, según la DEA. Los carteles, sobre todo el de Sinaloa, emplean también túneles en California y Arizona, así como trenes de carga, autobuses, barcos y “mulas”, como se les dice a las personas que llevan cargamentos en sus mochilas. La DEA señala que los carteles empelan también avionetas desde las que dejan caer drogas, particularmente marihuana. Y ya empezaron a usar drones para cargamentos pequeños, aunque eso podría cambiar “si aumenta la capacidad de carga” de esos aparatos.

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OTROS INTERESES

Los carteles no se dedican solo a contrabandear drogas y pelearse entre ellos.

Han diversificado sus actividades ilegales e incurren en la extorsión de comercios. Coca-Cola Femsa tuvo que cerrar una planta embotelladora en Guerrero en el 2018 y el año pasado debió cerrar una concesionaria de Ford en Guanajuato por ese motivo.

Las organizaciones delictivas perpetran secuestros, transportan personas del otro lado de la frontera y roban cargamentos y combustible. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador dio prioridad a la lucha contra el robo de combustibles y redujo su magnitud, pero eso tuvo una consecuencia igualmente indeseada: en Guanajuato, la banda de Santa Rosa se dedicó entonces a la extorsión.

Una excepción notable, según el consultor de temas de seguridad Samuel González, que en el pasado dirigió la Unidad Especial para el Crimen Organizado de la Secretaría de Justicia, ya desmantelada, es el cartel de Sinaloa, que básicamente sigue aferrado al negocio tradicional de contrabando de drogas. “No han querido incursionar en otros terrenos”.

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¿CÓMO CONTENER A LOS BANDIDOS?

López Obrador implantó la política de “abrazos, no balazos”, que pone énfasis en la solución de los problemas sociales que empujan a delinquir, como la pobreza, la desigualdad y el desempleo. Esto marca un contraste con sus dos predecesores inmediatos, uno de los cuales lanzó una ofensiva frontal contra los carteles, militarizando esa batalla, en el 2006.

López Obrador reconfiguró las fuerzas de seguridad y creó una nueva Guardia Nacional con decenas de miles de efectivos reclutados de la policía y las fuerzas armadas. Pero a poco de ser destacados el año pasado, muchos de esos soldados fueron reasignados y usados para hacer cumplir las leyes de inmigración por presión de Washington.

En octubre pasado se produjo una operación en Culiacán, cuna del Cartel de Sinaloa, en la que uno de los hijos del “Chapo” fue arrinconado. Individuos con armas de gran calibre paralizaron la ciudad a fuerza de balas, bloqueos y vehículos quemados, tras lo cual las fuerzas del gobierno se retiraron y permitieron que el hijo del Chapo se fuese para evitar un baño de sangre mayor. La decisión hizo que muchos se preguntasen si el gobierno tenía realmente una estrategia para garantizar la seguridad.

López Obrador dice que tomará tiempo ver los resultados de su política. Afirma incluso que la corrupción causa más perjuicios que los carteles.

Tanto la violencia de las organizaciones delictivas como la corrupción son problemas que vienen de lejos.

Desde que el presidente Felipe Calderón militarizó la lucha contra los carteles en el 2006, las tasas de homicidios se más que triplicaron. México registró 35.588 asesinatos en el 2019, la cifra más alta desde que se empezó a llevar esa cuenta en la década de 1990, aunque la tasa del incremento fue de solo el 2,7%, muy por debajo de la de los últimos años.

El 90% de los delitos no son castigados en México y en muchas regiones no hay un control firme, ni del estado ni de una banda delictiva fuerte.