Casas de hormigón para los desplazados sirios que no volverán

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Hamad Al Abdalá ha puesto aislante en las paredes, instalado la conexión a internet y extendido colchones en el suelo para recibir a las visitas. En el campo de desplazados en el que vive, cerca de la frontera turca, este sirio cambió su tienda de campaña por una casa de hormigón ante la perspectiva de no volver.

Ante la intensificación de los bombardeos del régimen sirio y de su aliado ruso en la provincia de Idlib, Abdalá, su esposa y sus cuatro hijos tuvieron que huir de su aldea y refugiarse en el campamento de Kafr Lusin, en el norte de esa provincia.

Aunque Turquía, donde viven más de 3,6 millones de refugiados sirios, se niega a acoger a otros, varias organizaciones no gubernamentales turcas prestan ayuda en territorio sirio a los desplazados, cuyo número explotó tras la reanudación en diciembre de una ofensiva del régimen en Idlib, llegando a casi un millón de personas.

El éxodo hacia la frontera sirio-turca disminuyó tras la entrada en vigor, el 6 de marzo, de un alto el fuego en Idlib negociado por Moscú, sostén del régimen de Bashar Al Asad, y Ankara, que a su vez apoya a algunos grupos rebeldes en Siria.

Después de proporcionarles tiendas de campaña, las organizaciones no gubernamentales comenzaron a construir casitas de hormigón para alojar a los desplazados internos y disuadirlos de cruzar ilegalmente la frontera.

- Ganarse la vida -

Estas viviendas de paredes rígidas, de 24 m2 de superficie, están empezando a cambiar el rostro de este campamento, que cuenta con cientos de tiendas de campaña.

En las calles de tierra del campamento, que se extiende hasta donde alcanza la vista en la localidad de Kafr Lusin, los niños juegan como en un patio de recreo.

Grupos de mujeres se sientan bajo cuerdas con ropa colgada. Muchas tiendas de campaña y viviendas de ladrillos reciben electricidad gracias a paneles solares.

Algunos desplazados también se ganan la vida. Hay una peluquería, una tienda de comestibles y hasta una señora que ofrece ropa para mujeres.

En varios lugares se han instalado retretes públicos prefabricados.

Otros prefabricados se utilizan como aulas improvisadas.

No lejos, las ovejas buscan pastar en un vertedero que desprende olores pestilentes.

Según la IHH, la principal organización no gubernamental turca que construye viviendas de bloques de hormigón, éstas se reservan en la actualidad a las familias de, al menos, seis personas, con ingresos mensuales inferiores a 150 dólares.

El objetivo actual es "construir 15.000 viviendas. Hasta la fecha, hemos terminado la construcción de 1.000 casas", explica a la AFP Selim Tosun, portavoz de IHH.

Según Tosun, la construcción de esas viviendas, cuyo costo asciende a 360 dólares por unidad, se financia con donaciones privadas. Hasta la fecha, alrededor de 6.000 desplazados están alojados allí y esta cifra debe llegar a 90.000.

Excluyendo el regreso a sus hogares en zonas que ahora están bajo el control del régimen, los ocupantes de las tiendas de campaña albergan la modesta esperanza de descender de la escala de la pobreza trasladándose a una vivienda con paredes rígidas.

Suleimane Musa, que ocupa dos tiendas de campaña con sus dos esposas y sus diez hijos, es uno de ellos. "Mientras estemos a salvo aquí, sin bombardeos ni aviones volando, es mejor que nos quedemos en lugar de intentar ir a Turquía", afirma.

ezz/gkg/feb/mab/me