Hombres en México se rehabilitan del machismo para erradicar la violencia de género

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"Soy Jaime. Esta semana cometí violencia verbal y emocional contra mi pareja. Estoy aquí para apoyar y ser apoyado", declara este mexicano de edad madura cuyas palabras son respondidas con un unísono "yo te apoyo" por una docena de varones reunidos en Ciudad de México.

En un improvisado salón de terapia, en una casona del céntrico barrio Roma, Jaime y sus compañeros, hombres de entre 20 y 70 años, cierran los ojos, inhalan y exhalan.

Colocan luego la mano sobre su corazón mientras, en un ejercicio de honestidad, reflexionan sobre las violencias que practican contra las mujeres y las consecuencias que acarrean.

La crisis de feminicidios que enfrenta México, donde diariamente son asesinadas 10 mujeres, ha conmocionado a su sociedad haciendo que cada vez más hombres cuestionen el arraigado machismo imperante e intenten erradicarlo.

"Nunca he sido violento físicamente con una mujer, pero sí lo he sido en otras formas: emocionalmente, verbalmente y sexualmente porque alguna vez fui infiel. Eso me hizo reconocerme y querer cambiarme", dice a la AFP este arquitecto de 63 años, que oculta su apellido para proteger a su familia.

Jaime llegó a la consultoría Género y Desarrollo (Gendes) hace un par de años por recomendación de su pareja tras enfrentar una crisis marital.

Fundada en 2009 -aunque con un trabajo previo de seis años-, Gendes realiza investigación y activismo en busca de rehabilitar hombres machistas.

- Nuevas masculinidades -

"Lo masculino siempre se ha asociado con la violencia, el dominio y la fuerza. Pero actualmente esto está cambiando, las nuevas masculinidades proponen la idea de promover el trato igualitario entre hombres y mujeres", explica Mauro Vargas, director de Gendes.

El psicoterapeuta y conferencista busca que los hombres que acuden a sus reuniones -unos 1.200 por año en México, según sus datos- comprendan y enfrenten los diferentes tipos de violencia contra la mujer: sexual, física, económica, verbal y cibernética, con perspectiva de género.

La causa feminista ha alcanzado el tope de la agenda en México tras varios años de indolencia gubernamental y autoridades ineficaces, una situación que persiste en el gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador.

Cientos de mujeres enfurecidas han tomado las calles exigiendo empatía y acciones concretas para detener los feminicidios, que escalaron un 136% entre 2015 y 2019, de acuerdo con cifras oficiales.

Dos brutales crímenes el mes pasado, el de Ingrid Escamilla, de 25 años, apuñalada y desollada por su pareja, y el de una niña de siete años, secuestrada con fines de abuso sexual y luego asesinada, fueron la gota que colmó el vaso.

-¿Feministas o machos en rehabilitación?-

Para Vargas, conductas cotidianas como el silbido callejero, los grupos de WhatsApp donde se comparten fotos de mujeres desnudas o comentarios sexistas sobre las compañeras de trabajo, perpetúan esquemas de desigualdad que culminan en la violencia machista que hoy enfrentan las mexicanas.

En las terapias "desaprenden lo que la sociedad les enseñó, que son dentro de un entorno machista y misógino", agrega el experto.

Aunque no hay datos precisos de cuántos son, este y otros grupos que exploran las nuevas masculinidades se multiplican por México buscando analizar qué significa ser hombre en la actualidad y romper con la cultura patriarcal.

En espacios poco convencionales como galerías urbanas de arte o librerías, hombres, convocados en su mayoría por redes sociales, se reúnen espontáneamente para debatir su rol ante el avance del feminismo.

Pero ¿pueden los hombres declararse feministas?

Para Arturo Reyes, un psicólogo de 29 años que funge como instructor en Gendes, la respuesta es no.

"Hay aliados del feminismo, pero no hay hombres feministas, la lucha es solo de las mujeres", explica Reyes, para quien el machismo no es una enfermedad sino "una decisión cultural".

"Un macho en rehabilitación es un hombre en deconstrucción", añade.

Los participantes lo saben y luchan por reconocer y modificar su machismo, un mal arraigado y hasta celebrado en la sociedad mexicana.

En la casona de la Roma, los varones en terapia fijan la mirada al piso; luego levantan la cara, sueltan el cuerpo y toman fuerza para compartir con otros sus experiencias.

Destaca un hombre regordete que, nervioso, confiesa haber violentado a su hijo.

Para Reyes, la mayor satisfacción de guiar a estos machos rehabilitados llega cuando al final de la terapia alguno de ellos lo abraza y le dice: "Gracias a estas sesiones, mi esposa e hijos hoy pueden acercarse sin miedo".

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