El desafío de fabricar medicamentos contra el cáncer en un Irán bajo sanciones

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Un técnico de laboratorio se inclina sobre un biorreactor en una planta farmacéutica iraní que fabrica medicamentos contra el cáncer, una tarea difícil debido a la caída de las importaciones de material por las sanciones estadounidenses.

Un enorme pasillo bañado por luz artificial y con un fuerte olor a desinfectante conduce a la sala de biorreactores de la fábrica Actoverco, en la que la AFP ha podido entrar.

Seiscientas personas trabajan en las líneas de producción de la fábrica, en un suburbio industrial de Karaj, unos 40 kilómetros al oeste de Teherán.

En la sala hay dos hombres, con trajes protectores, guantes, mascarillas y gorros.

En el interior de este biorreactor, las células se multiplican, después se transfieren a unas cubas vigiladas por los técnicos para su uso como cultivos para fabricar un biomedicamento (sustancia activa producida a partir de una célula o una fuente biológica, como una proteína).

"Muchos de los equipos médicos que utilizamos en nuestra producción o en el laboratorio se consideran de doble uso (pueden usarse para objetivos civiles o militares) y esto nos causa muchos problemas para obtener los equipos que necesitamos" , explica el director de la fábrica, Réza Mostofi, de 49 años, de los cuales ha pasado 22 en la industria farmacéutica.

- Producción parada -

Muchos iraníes sufren de escasez de medicamentos, en un momento en el que el nuevo coronavirus se propaga en el país. Se debe a las sanciones estadounidenses restablecidas en 2018 después de que Washington se retirara del acuerdo sobre la energía nuclear iraní concluido tres años antes.

En represalia, desde mayo de 2019 Irán se ha desvinculado progresivamente de los compromisos nucleares que había adquirido en virtud del acuerdo.

En teoría los bienes humanitarios (medicamentos, equipos médicos) no figuran en las sanciones de Washington.

En realidad, están sometidos al bloqueo estadounidense porque los bancos internacionales prefieren rechazar una transacción relacionada con Irán en vez de correr el riesgo de exponerse a represalias de Estados Unidos.

"El simple uso de este biorreactor, conseguir piezas de recambio, etc... Todo es problemático", lamenta Mostofi.

Desde hace seis meses, su fábrica ya no puede producir un medicamento que es un "componente esencial de los tratamientos contra la leucemia". "Ya no podemos importar el principio activo para fabricar Rituximab y tuvimos que parar la producción", lamenta.

La fábrica quiere producir el principio activo por sí misma, con un biorreactor "muy grande" de 2.000 litros, pero su funcionamiento se ve afectado por dificultades casi insuperables debido a las sanciones.

El portavoz del ministerio de Salud, Kianoush Jahanpour, está preocupado por la situación. "No tenemos problemas para producir medicamentos contra el cáncer (pero) nuestras compañías quieren poder renovar y mejorar sus equipos", declara a la AFP. Según él, Irán cuenta con 500.000 enfermos de cáncer.

Actoverco también usa los biorreactores para producir una proteína, interferón beta 1a, que trata la esclerosis múltiple. "No podemos aprovisionarnos lo suficiente para nuestros pacientes" en medicamentos contra esta enfermedad, afirma el director, quien pide una "solución política" entre Teherán y Washington.

También está preocupado por la situación del nuevo coronavirus, que ha causado la muerte de más de 50 personas en Irán. "Probablemente el año que viene haya una vacuna disponible en todo el mundo pero ¡quizá sea imposible importarla a Irán!".

Con las sanciones, "el trabajo es cada vez más difícil, lo vemos a diario", afirma Maryam Yaftian, de 30 años. Esta radiofísica trabaja en Teherán en la clínica privada Rochana, abierta hace tres años.

- Material estadounidense -

Menciona las dificultades para obtener medicamentos y repuestos para los dos aparatos de radioterapia comprados antes de las sanciones a una empresa estadounidense.

Para las averías la clínica recurre a videoconferencias con técnicos iraníes que trabajan en el extranjero.

Según el director de la clínica, Touraj Norouzi, las sanciones también han hecho disparar los precios de los costos, y repercute en los pacientes.

En una sala, Seyedeh Hoseini recibe el tratamiento de quimioterapia.

Como sus hermanos y su padre pudieron ayudarla económicamente, esta madre tuvo "la suerte" de optar por la quimioterapia y una bomba de perfusión importada del extranjero porque en su caso "era un tratamiento mejor".

Con el salario de funcionario de su esposo, no sabe si podría haberse beneficiado de un tratamiento efectivo con "pocos efectos secundarios".

Según los testimonios recogidos por la AFP, muchos pacientes o sus familiares intentan obtener tratamientos de quimioterapia en el extranjero, porque no confían en la calidad de los productos locales.

"Si tengo un paciente de quimioterapia hoy en día, no le aconsejaría el medicamento local", afirma la directora de una farmacia de Teherán, Shahrzad Shahbani, quien reconoce que ha buscado un tratamiento en el extranjero para su madre, enferma de cáncer.

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