Los mozambiqueños, aterrados por cruzada islamista en el norte del país

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Los campesinos huyen despavoridos, las multinacionales gaseras reclaman refuerzos militares y la policía está aterrada porque carece de medios para hacer frente a la insurrección islamista que desde 2017 azota el norte de Mozambique.

El misterioso grupo de inspiración islamista opera en la provincia de Cabo Delgado, de mayoría musulmana.

La violencia ha dejado más de 700 muertos, según Según Médicos sin Fronteras (MSF) -- una de las escasas organizaciones no gubernamentales que trabajan en la región--, y el desplazamiento de al menos 100.000 personas, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (HCR).

"Durante los últimos meses, ha habido un aumento espectacular de los ataques brutales perpetrados por grupos armados", constató a inicios de febrero el portavoz de HCR Andrej Mahecic.

"Las últimas semanas ha sido el periodo más inestable" desde octubre 2017, "los ataques se extienden ahora a distritos del sur de Cabo Delgado, obligando a la gente a huir a Pemba", la capital de la provincia.

Uno de los últimos incidentes señalados ha sido a unos 100 km de Pemba, una ciudad de unos 200.000 habitantes, según Mahecic.

Los civiles se llevan la peor parte y huyen "en muchas direcciones, incluso a pequeñas islas donde muchos no tienen dónde alojarse", explica. "La mayoría dejan todas sus pertenencias atrás porque no tienen tiempo de llevarse nada ni siquiera alimentos o los  documentos de identidad".

MSF describe "columnas de gente que caminan por las carreteras principales mientras atrás quedan sus pueblos quemados". En la ciudad de Macomia (norte) es habitual encontrar hasta a cuatro familias viviendo bajo el mismo techo, agrega la ONG.

- Gigantes gasistas preocupados -

"Todo el mundo está aterrado", explica a la AFP un maestro. "Muchos niños no van al colegio porque sus padres no les dejan salir de casa" por miedo a los ataques en el camino a la escuela.

"La gente duerme en los bosques" por miedo a los ataques, agrega otro empleado de una gasolinera en Macomia.

La semana pasada, el presidente mozambiqueño Filipe Nyusi trasladó simbólicamente el consejo de ministros a Pemba, donde acusó a "extranjeros" de alimentar esta "guerra".

Desde junio, el Grupo Estado Islámico (EI) asumió la responsabilidad de varios ataques mortíferos en Cabo Delgado.

Los islamistas han realizado recientemente operaciones contra las fuerzas de seguridad y sus instalaciones, dice Ryan Cummings, del gabinete de asesoría Signal Risk. Lo que podría presagiar "una sofisticación del modus operandi" de los asaltantes, que "preocupa a las multinacionales" instaladas en la región para explotar las inmensas reservas de gas submarinas.

De hecho han "solicitado un aumento del número de soldados" cerca de sus instalaciones en construcción, reconoció el ministro de Defensa Jaime Neto.

"Garantizamos la seguridad de los proyectos (...). Tenemos bastante personal para mantener el orden público", asegura.

Pero varios testimonios recabados por la AFP entre las fuerzas de seguridad subrayan la falta de recursos.

- Puentes destruidos -

"Aquí en Macomia, estamos todos aterrados. Nos esperamos que los yihadistas ataquen la ciudad en cualquier momento", dice un policía. "No estamos equipados" para responder, dice antes de agregar que "todas las noches es angustioso".

"No tenemos medios para interceptar comunicaciones", agrega este miembro de la unidad de policía encargada de las operaciones especiales, en primera línea de la lucha contra la insurrección. Cuando hay ataques "no respondemos inmediatamente" por miedo a estar "en inferioridad numérica", dice.

Además, las fuerzas de seguridad están debilitadas por las deserciones. "Muchos jóvenes (...) desertan cuando son enviados a Cabo Delgado", explica a la AFP un responsable de la policía con base en Maputo.

"La situación es caótica. Son los yihadistas los que echan y atacan a las tropas gubernamentales y no al contrario", resume.

La intensificación de los ataques coincide con la temporada de lluvias que perturba la logística de las fuerzas de seguridad mozambiqueñas, discretamente respaldadas por mercenarios rusos.

Dos puentes han sido recientemente destruidos, cortando la principal carretera entre Pemba con el norte de Cabo Delgado, explica un analista militar.

Los yihadistas, que se esconden en los bosques, "tienen dificultad para desplazar sus tropas", agrega, aunque "atacan cuando les parece".

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