Los Naga de Birmania rezan por el próximo éxito agrícola

Compartir
Compartir articulo

Un estribillo inquietante atraviesa la noche mientras las mujeres de la tribu Gongwang Bonyo, una de las comunidades más aisladas de Birmania, bailan alrededor de una fogata para bendecir la cosecha que se avecina.

El grupo es parte de los Naga, un término general para identificar a docenas de tribus, cada una con su propio dialecto, que viven cerca de la frontera india, en lugares sólo accesibles en motocicleta o a pie.

Vestidas de negro y naranja, con collares de cuentas y diademas de hojas de palma, giran alrededor de una fogata en la aldea de Satpalaw Shaung, sosteniéndose firmemente con las manos y desafiando el frío con los brazos desnudos.

"Esta es la esencia de nuestro pueblo y nos trae alegría", repiten en coro.

Como la mayoría de los Naga, los Gongwang Bonyo son principalmente agricultores, que subsisten limpiado y quemando las escarpadas laderas que los rodean para plantar arroz, maíz y verduras.

Cada nueva temporada cambian de lugar, dejando que el suelo se recupere por hasta 10 años.

"La canción es una oración para que los cultivos en las colinas este año sean exitosos", explica a la AFP Maung Tar, de 32 años. "Bailamos en círculo para mostrar que estamos unidos y que nadie puede dividirnos. No nos soltamos, pase lo que pase".

Pero los Naga son un pueblo dividido.

Trazando una cresta montañosa, la frontera entre India y Birmania es un legado del dominio británico, dejado atrás por la potencia colonial tras la Segunda Guerra Mundial.

Esta herencia dejó a unos 400.000 Naga en Birmania alejados de otros tres millones en India.

La lucha por la independencia emprendida por las facciones armadas de ambos lados ha estado candente durante décadas y el anhelo de una "Nagalandia" (Tierra Naga) unida sigue siendo fuerte.

Las mujeres continúan su ritual de fogata hasta el amanecer, pese a que las temperaturas bajan en picada. Luchan contra el frío gracias a un ocasional trago de vino de arroz.

Será el turno de los hombres dentro de unas semanas, una vez que la tierra designada esté completamente despejada y lista para ser plantada.

Al amanecer, cuando los gallos cantan y el sol sale, los jóvenes son bienvenidos en el círculo. Mientras tanto, los hombres preparan un cerdo recién degollado para la fiesta del día.

"Nos preocupa perder nuestras tradiciones. Por eso se las enseñamos a nuestros hijos", explica Maung Tar, jefe de la aldea.

rs/apj/jah/mab