Bombardier deja la aviación comercial para mantenerse a flote

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Agobiado por las deudas y buscando mantener la cabeza fuera del agua, el grupo canadiense Bombardier anunció el jueves la venta al europeo Airbus y al gobierno de Quebec de su participación restante en el programa A220, sin excluir la venta de su rama ferroviaria o de los aviones comerciales.

Emblema industrial de Canadá, Bombardier oficializó su retiro definitivo de la aviación comercial, donde durante mucho tiempo ocupó el tercer lugar globalmente, anunciando una pérdida de 1.600 millones de dólares en 2019, contra una ganancia de 318 millones de dólares el año anterior.

Bombardier había cedido a Airbus en 2018 el control de su avión de medio alcance CSeries, que se convirtió en el A220, conservando una participación del 33,59% en la sociedad limitada Airbus Canada, que administra el programa de este avión de 100-150 asientos ensamblado en Mirabel, al norte de Montreal.

Al vender su participación restante por 591 millones de dólares, el grupo con sede en Montreal también queda libre de la obligación de aportar 700 millones de dólares de nuevos capitales impuesta por Airbus Canada, dijo en un comunicado.

Airbus Canada quiere aumentar el ritmo de producción del A220 abriendo en particular una nueva línea de ensamblaje en Mobile (Estados Unidos) y de esa manera aprovechar los reveses de Boeing con su 737MAX, que permanece en tierra desde marzo después de dos accidentes que causaron 346 muertos, según analistas.

Bombardier planea usar estos fondos para liquidar parcialmente su deuda de 9.000 millones. El grupo había invertido más de 6.000 millones en el desarrollo del programa CSeries, que entró en servicio en 2016.

El fabricante europeo ahora posee el 75% de la sociedad Airbus Canada, mientras que el gobierno de Quebec lleva su participación hasta un 25%, frente a poco más del 16% que poseía anteriormente.

Quebec, que había invertido 1.000 millones de dólares en el desarrollo del avión, tiene la intención de revender su participación a Airbus en enero de 2026, tres veces más tarde de lo planeado inicialmente, y con "muy buenas posibilidades de recuperar el dinero que hemos invertido", dijo el jueves Pierre Fitzgibbon, ministro de Economía de Quebec.

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