Adiós a Saraqib y a sus ruinas ante la inminente llegada de las tropas sirias

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"Siempre son los civiles los que pagan el precio", lamenta Wael, a modo de despedida frente a las ruinas del barrio en el que creció en la ciudad de Saraqib, en la provincia de Idlib, abandonada por sus habitantes debido a los combates y el avance de las tropas gubernamentales.

Saraqib, como el resto de ciudades del noroeste sirio, una región dominada por los yihadistas y bombardeada casi cada día por el régimen y Rusia, ofrece una imagen desoladora, con sus edificios medio derruidos.

Dentro de una vivienda con la fachada destrozada por las bombas, resisten los ventiladores colgando del techo, con las palas torcidas.

Cigarrillo en mano, Wael sube por un montículo de piedras para observar lo que queda de su barrio.

Huyó de Saraqib hace unos diez días para buscar refugio más al norte en Idlib, cerca de la frontera turca. Ha vuelto para recoger algunas cosas.

"Estoy aquí para ver mi calle una última vez. No debería haberlo hecho, esto te destroza el corazón", comenta Wael, padre de cuatro hijos, en medio de los escombros.

"Este barrio, en el que crecí, ha desaparecido", suelta. El régimen de Bashar al Asad "no nos ha dejado nada de nada. Ha destruido todo el país", denuncia.

"Son los civiles los que pagan el precio, nadie se preocupa por nosotros", lamenta este hombre moreno de 38 años.

- "Hasta la última bala" -

En el centro de la ciudad, los puestos del mercado están desiertos y las persianas de las tiendas cerradas. Reina el silencio.

Con el apoyo de la fuerza aérea rusa, el régimen lleva a cabo una ofensiva contra Idlib desde diciembre.

Más de la mitad de la provincia sigue controlada por los yihadistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), exrama siria de Al Qaida, aunque en la región también hay facciones rebeldes.

Desde diciembre, la violencia obligó a 388.000 personas de la región a abandonar sus hogares, según la ONU.

El sábado, las tropas gubernamentales se encontraban a menos de 5 km al sur de Saraqib, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).

Hace solo unos meses, Saraqib contaba con 110.000 habitantes, según el OSDH, pero en la actualidad está prácticamente desierta.

Aziz al Asmar, un famoso artista callejero de Idlib, visitó la ciudad el jueves para darle un último adiós y pintó, en una pared, un corazón rojo con el nombre de Saraqib en árabe, junto con las siluetas de una familia de desplazados al lado: una madre con una maleta, su hijo con un hatillo y una niña con trenzas con una muñeca en la mano.

Mientras pinta, Abdu Bakri, un rescatista de los Cascos Blancos, que operan en las zonas rebeldes, lo observa con interés. Hizo que su familia se fuera de la ciudad, por seguridad, pero él continúa viniendo.

Con la voz ahogada por la emoción, denuncia que las fuerzas del régimen "utilizaron todo tipo de armas para llegar" a Saraqib, adonde él volvió para llevarse la ropa de sus hijos.

En otras partes de la ciudad, algunos combatientes rebeldes discuten sobre su próxima partida al frente, fumando y bebiendo té.

Uno de ellos, Abu Rad, cuenta que estuvo encarcelado por el régimen durante seis meses a raíz de la represión de las manifestaciones antigubernamentales de 2011, que acabó desencadenando una guerra que deja más de 380.000 muertos y millones de desplazados.

"Los jóvenes y yo nos quedamos para defender nuestra tierra", sostiene. "Esta guerra separó a hermanos, a los hijos de sus madres, a las esposas de sus maridos", añade.

"Lucharemos hasta la última bala, con piedras si hace falta, con lo que tengamos a mano", promete.

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