Italia pendiente de la elección regional en Emilia-Romaña

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Italia tenía los ojos puestos este domingo en las elecciones de la región de Emilia-Romaña, crucial para la frágil coalición que gobierna Italia por miedo a que una victoria de la extrema derecha en este bastión de la izquierda tumbe al gobierno.

La mayoría gubernamental formada por el Partido Demócrata (PD, izquierda) y el Movimiento 5 Estrellas (M5E, antisistema) reiteraron que estos comicios no tendrían impacto en el gobierno, pero el jefe de la Liga (extrema derecha), Matteo Salvini, ha advertido que si su partido gana en Emilia-Romaña exigirá elecciones legislativas anticipadas.

Aprovechando que la Liga encabeza las encuestas con una intención de voto de 30%, Salvini espera que la vuelta de los italianos a las urnas le permita reconquistar el poder.

La izquierda está bajo la amenaza el domingo de otra derrota en Calabria (sur), uno de sus feudos, donde la candidata del centro derecha (Fuerza Italia), apoyada por la extrema derecha, es favorita.

Emilia-Romaña, una región próspera en el centro-norte de la península, bañada por el Adriático, ha sido durante mucho tiempo un bastión de la izquierda, cuyos valores todavía prevalecen en las ciudades pese al avance de la derecha en los pueblos y las zonas rurales.

"Estas elecciones no tendrán repercusiones nacionales ya que somos una democracia y una república parlamentaria, por lo que el parlamento es soberano", dijo a la AFP Stefamp Alavergna, médico de 60 años, quien votó en Bolonia.

- La participación, clave -

Los últimos sondeos publicados muestran que la derecha, liderada por la Liga, está codo a codo con el PD.

Unos 3,5 millones de electores estaban convocados a las urnas desde las 07h00 (06h00 GMT) hasta las 23h00 para elegir al ejecutivo regional.

Una de las claves de los comicios será la participación. A las 19H00 (18H00 GMT) el 59,29% de los electores había votado, casi el doble que en las regionales de 2014 (31,13%).

La candidata de extrema derecha, Lucia Borgonzoni, de 43 años, cuenta con el apoyo del ex jefe de gobierno, Silvio Berlusconi, pero se ha visto eclipsada por Matteo Salvini, quien recorrió la región, inundando las redes sociales con imágenes de él degustando especialidades "Made in Italy" como el jamón de Parma y el parmesano.

El líder ultraderechista enfureció a la izquierda el sábado al romper el silencio preelectoral con un tuit sobre el "aviso de desalojo" que entregará al gobierno si gana.

En el campo contrario, el presidente regional saliente y candidato de la izquierda Stefano Bonaccini hizo campaña elogiando la gestión de la región, con un índice de desempleo del 5,9% (frente al 9,7% a nivel nacional) y un crecimiento del 2,2% en 2018.

Bonaccini podría beneficiarse de la dinámica antisalvinista generada por "las Sardinas", un movimiento juvenil nacido en la región hace dos meses y convertido en un símbolo nacional de la protesta contra la extrema derecha.

"Aferrarse al poder" -

Algunos analistas estiman sin embargo que muchas empresas familiares y artesanales locales están descontentas y se sienten marginadas por la globalización.

Otros consideran que la izquierda tradicional ha abandonado a aquellos que antes defendía para satisfacer los intereses de los grandes bancos.

Por primera vez en su historia, la Liga triunfó en Emilia-Romaña en las elecciones europeas de mayo, convirtiéndose en el primer partido regional con casi el 34% de los votos, frente al 31% del PD. Cinco años antes, había ganado solo el 5%, contra el 53% del partido de izquierda.

La mayoría gobernante en Italia --debilitada por las divisiones-- teme elecciones anticipadas por miedo de que supongan una vuelta de Salvini al poder.

El gobierno "se aferrará al poder a corto plazo", estima Agnese Ortolani, analista de Economist Intelligence Unit.

Pero una victoria de la Liga aumentaría las tensiones y es probable que el PD reprochara al M5E haberse negado a presentar un candidato único.

Los expertos creen que una victoria de la extrema derecha podría acabar con el M5S, corroído por las luchas internas y del que se han ido en las últimas semanas 15 parlamentarios.

El jefe de la formación, Luigi Di Maio, dimitió el miércoles para tratar de evitar una crisis, pero los observadores han advertido que podría no ser suficiente.

"Si el PD perdiera otro bastión regional, como fue el caso en Umbría hace tres meses, podría concluir que tiene más que perder si sigue siendo un aliado de un M5E cada vez más débil que arriesgándose a nuevas elecciones", consideró el viernes el gabinete Berenberg.

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