Niños uigures privados de sus padres por China esperan noticias en Turquía

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En un colegio de la periferia de Estambul, niños de la minoría uigur que escaparon de China pueden estudiar su lengua y cultura, pero muchos de ellos tienen a sus padres en los controvertidos campos donde están encerrados más de un millón de musulmanes.

Después de llegar a Turquía huyendo de las persecuciones en el estado chino en Xinjiang, región del noroeste del país donde vive la minoría musulmana uigur, algunos de los padres de estos niños pensaban que podrían volver a visitar su país de vez en cuando y regresar.

Sin embargo, los campos que Pekín presentaba como "centros de reeducación" engulleron a más de un progenitor.

Del centenar de alumnos del colegio, un cuarto tiene a sus padres en un campo y siete de ellos han perdido a su madre, según el director Habibulá Kuseni.

Fátima, una pequeña uigur de nueve años solo tiene vagos recuerdos de su país natal y de su padre. Cuando era mas pequeña solía mirar la televisión junto a él, cuenta.

Recuerda que ella insistía para ver los dibujos animados, pero que su padre prefería ver las noticias, sobre todo relativas al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, uno de los pocos líderes del mundo musulmán posicionado abiertamente a favor de la causa uigur, aun a riesgo de atraer la furia de Pekín.

Cuando se instalaron en Turquía, el padre de Fátima seguía viajando a veces a China por trabajo. Entonces nadie sabía de la existencia de esos campos.

"Y de repente un día desapareció", cuenta la niña, con los ojos empañados. "Pensé que iba a volver, pero nunca volvió".

Nadie tiene noticias de él desde hace tres años.

- "Centros de formación profesional" -

Según los activistas uigures en el exilio, el número de detenidos de esta minoría étnica sería "bastante superior" al millón generalmente mencionado en los medios de comunicación, y estarían repartidos en más de 500 campos.

Cuando empezaron a filtrarse las primeras informaciones en 2017, Pekín negó inicialmente la existencia de esos campos, pero luego mencionó que había "centros de formación profesional" para "luchar contra el extremismo" basados en el "voluntariado".

Sin embargo, documentos chinos filtrados recientemente por medios de comunicación internacionales muestran que esos establecimientos son gestionados como prisiones, cuyo objetivo sería erradicar la cultura y la religión de los uigures y otras minorías principalmente musulmanas.

En noviembre el Movimiento de Despertar Nacional de Turkestán Oriental (ETNAM), un grupo que está haciendo campaña desde Washington por la independencia de la región predominantemente musulmana de Xinjiang, en China, aseguró en una conferencia de prensa que tras analizar imágenes del Atlas Digital de Google Earth se habían identificado 182 supuestos "campos de concentración".

Actualmente Turquía acoge en su territorio 50.000 uigures, muchos de ellos niños como Fátima, cuyas vidas han dado un vuelco radical.

- "Vergüenza de la humanidad"

Tursunay, una joven de 15 años, no tiene noticias de sus padres desde julio de 2017.

Tras la confiscación inexplicable de su pasaporte por parte de Pekín, sus padres intentaron tranquilizarla: "No te preocupes por nosotros", le dijeron por teléfono. Y desde entonces, silencio.

Tursunay también tiene algunos recuerdos de su vida en China. Recuerda especialmente cuando preguntó a su padre porqué habían instalado cámaras en la entrada de su apartamento. "Porque somos musulmanes", respondió, y luego quemó toda su colección de CDs religiosos.

Ahora Tursunay solo cuenta con un viejo amigo de la familia que encontró en el exilio para que cuide de ella y de su hermana menor.

Muchos niños de la región de Xinjiang viven sin padres, ya sea porque están en el exilio o porque están internados en campos.

Según la ONG Human Right Watch, las autoridades chinas han puesto a muchos de estos niños en centros administrados por el Estado, sin el consentimiento de sus allegados ni posibilidades de visita.

Entretanto, muchos turcos afirman sentir un vínculo histórico con los uigures porque son musulmanes y hablan una lengua de la misma familia.

A comienzos de 2019, el ministerio turco de Relaciones exteriores calificó la represión china contra la etnia musulmana de "vergüenza de la humanidad", pero Turquía evita el tema desde entonces.

Muchos temen que el presidente turco haya cedido a las presiones económicas de China, a pesar de que los uigures en Turquía siguen sintiéndose enormemente agradecidos.

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