Las protestas en Irak se resisten a ser eclipsadas por tensiones Irán-EEUU

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Desde hace tres meses, su lema es "queremos nuestro país". Hoy, mientras Washington y Teherán amenazan con hacer de Irak un escenario para sus enfrentamientos, los manifestantes antigubernamentales dicen estar decididos a impedir que esas tensiones eclipsen su revuelta.

"Empezamos a manifestarnos precisamente por lo que está pasando en este momento: queremos que sea Irak y su gobierno quienes decidan", dice a la AFP Hossam Al Kaabi, un manifestante de la ciudad santa chiita de Nayaf.

Desde el 1 de octubre, las plazas de Bagdad y del sur de Irak están ocupadas por miles de personas que piden el fin del sistema político puesto en marcha por Washington y actualmente infiltrado por Teherán, y que han llegado incluso a incendiar el consulado de Irán en Najaf.

- "No le incumbe" -

Pero el martes, fue una protesta de otro tipo la que incrementó la tensión en la capital: miles de combatientes pro-Irán desfilaron con sus partidarios en la zona verde de alta seguridad de Bagdad, antes de asaltar la embajada de Estados Unidos para denunciar los mortíferos ataques estadounidenses contra las fuerzas pro-Irán en Irak.

"Algunos tratan de desviar las manifestaciones hacia otras direcciones", opina Alaa Sattar, que se manifiesta en la plaza Tahrir de Bagdad.

"Pero en Tahrir, somos claros desde el 1 de octubre: Irak no tiene que ser un terreno para que ajusten sus cuentas o sus conflictos Irán y Estados Unidos", dice a la AFP.

Tanto él como miles de manifestantes de la plaza seguirán movilizados, promete, hasta que haya elecciones anticipadas y un nuevo gobierno que sea "legal únicamente hacia Irak".

Los manifestantes piden nada menos que una nueva constitución y un sistema político desprovisto de la corrupción endémica del país.

Quieren, sobre todo, acabar con el reparto de los puestos en función de las etnias y de las confesiones en un país acorralado, desde la caída de Sadam Husein en 2003, entre los dos grandes aliados, Estados Unidos e Irán, y donde los políticos se acusan de rendir pleitesía a padrinos extranjeros, con Teherán a la cabeza.

Los manifestantes quieren "cambiar la situación política, actualmente en manos de partes regionales e internacionales", asegura Kaabi.

En Diwaniya, otra ciudad del sur de Irak, Ali Mehdi, un manifestante de 57 años, asegura que la gente de la calle es consciente de la situación. "Los manifestantes ven lo que pasa con esta guerra de poder entre Irán y Estados Unidos en suelo iraquí", explica a la AFP. A "Irak no le incumbe nada de esto", añade.

- Matrimonio de conveniencia -

Irak, que empezaba a recuperarse tras cuatro años de guerra y se ve de nuevo inmersa en el caos con manifestaciones que ya han dejado 460 muertos y 25.000 heridos, pide desde hace meses dejar de ser el campo de batalla de sus aliados.

"El mayor desafío para los manifestantes ahora es mantener la posición que adoptaron cuando salimos a la calle por primera vez y no dejarse atrapar por la guerra de poder de estadounidenses e iraníes en Irak", estima Ali Taha, un manifestante de Basora, una inmensa ciudad petrolífera del sur.

La revuelta popular -inédita por su espontaneidad- no ha sido mitigada por las tensiones entre Washington y Teherán.

Por una parte, los pro-Irán ven una manipulación de Estados Unidos o de manifestantes que actúan por cuenta de Israel, Arabia Saudita o Emiratos Árabes Unidos en el marco de un gran "complot".

Por otra parte, los manifestantes acusan a los pro-Irán de estar detrás de los asesinatos, secuestros y otras intimidaciones contra militantes antigubernamentales que se han multiplicado en los últimos tiempos.

"Pero nosotros seguimos protestando porque ¿De dónde nació el fracaso del gobierno iraquí? ¡Del matrimonio de los intereses de Estados Unidos e Irán desde 2003!", concluye Taha.

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