Carlos Ghosn, el exmagnate de los golpes de efecto

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El exmagnate Carlos Ghosn, otrora venerado jefe de tres grandes compañías automotrices, ha sorprendido a propios y extraños logrando salir de Japón, donde se encontraba bajo arresto domiciliario por presunta malversación financiera.

Este franco-libanés-brasileño desembarcó a finales de la década de 1990 en Japón, donde sacudió los hábitos en términos de gestión empresarial, sorprendiendo e impactando al mismo tiempo.

Pero pronto se convirtió en el niño mimado de los medios de comunicación y de los editores del país por haber enderezado a Nissan, la joya del automóvil japonesa a principios de los años 2000.

Casi dos décadas después, el 19 de noviembre de 2018, este políglota convertido en el jefe de la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi Motors cayó de su pedestal. Lo detuvieron por sorpresa, pero bajo las cámaras, cuando salía del avión privado de Nissan en una pista de un aeropuerto de Tokio. Se le acusó de ocultamiento de ingresos a las autoridades bursátiles.

Caído en desgracia por codicia, según sus detractores, o víctima de un complot urdido por Nissan, según él, este todopoderoso empresario fue apartado de todos los cargos.

Desde la prisión, donde pasó 130 días en total, concedió una entrevista a la AFP a finales de enero en la que arremetió contra la negativa de concederle la libertad bajo fianza, algo que, según él, no habría pasado "en ninguna otra democracia".

Hizo otra petición que fue la buena y desde finales de abril se encontraba en libertad bajo condiciones. Entre ellas figuraba la de no poder hablar con su esposa Carole, salvo recientemente que se le permitió una vez.

Antes de todo esto Ghosn encarnaba la globalización.

- "Inflexible" -

"Pasé mi juventud y mis años de secundaria en Líbano antes de estudiar en Francia, donde obtuve la nacionalidad. También viví en Estados Unidos durante muchos años". Antes de que su carrera le llevara a Japón, "este país increíble", contaba en un escrito autobiográfico publicado por el diario Nikkei, biblia del mundo financiero nipón.

Nacido el 9 de marzo de 1954 en Porto Velho, Brasil, Carlos Ghosn Bichara rozó la muerte con solo dos años después de haber bebido por accidente agua no potable. Debido a su salud, su familia decidió volver a Líbano. Creció en un entorno "multicultural", en un colegio jesuita.

Se describe como "un alumno rebelde". "Tenía tanta energía en mí que siempre buscaba la manera de gastarla", explicó.

Ya en Francia, ingresó en la prestigiosa escuela de ingeniería Politécnica con 20 años.

Cuatro años después, el joven diplomado es contratado por el fabricante de neumáticos Michelin, donde se ganó el apodo de "cost killer" (asesino de costos), antes de entrar en Renault en 1996. En 1999 el grupo francés busca un socio, que será Nissan.

"Me preocupaba respetar las tradiciones de la cultura japonesa. Para la junta general de accionistas practiqué para postrarme con una inclinación de 30 y 60 grados. Pero estaba allí con un propósito: volver a levantar a la compañía", que acumulaba pérdidas.

El dirigente "inflexibe" y adicto al trabajo exigió muchos "sacrificios" (cierre de cinco fábricas, supresión de 20.000 puestos). Tras "una luna de miel" donde fue visto como un "héroe", su autoritarismo empezó a molestar, según empleados del grupo.

Las frustraciones aumentaron cuando se convirtió en presidente ejecutivo de Renault en 2005, una acumulación sin precedentes en la lista de Fortune sobre 500 de las principales empresas mundiales.

- ¿Qué haré después? -

En 2017 añadió una tercera función como presidente del consejo de administración de Mitsubishi Motors, sinónimo de ingresos suplementarios para quien ganaba ya millones de euros al año. Era, según él, lo que le correspondía por su trabajo, que le valía ser cortejado por otros grandes fabricantes por salarios todavía más elevados.

Durante su ascenso, de esta concentración de poderes que quizás causó su pérdida, este capitán industrial hizo "amigos en las altas esferas", explicó a Nikkei. Además de Davos, le gustaba acudir al Festival de Cannes.

En Brasil, tuvo el honor de llevar la llama olímpica con motivo de los Juegos Olímpicos de Rio. Y Líbano tiene un sello estampado con su efigie.

"¿Qué haré después?", escribía Carlos Ghosn en 2017. "Pasar tiempo con mis hijos y nietos, enseñar, aconsejar a otras empresas, instituciones y organizaciones", esbozaba.

Pero "la vida sigue a veces caminos inesperados", comentaba. Desde el 30 de diciembre se encuentra en Líbano.

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