El plan B del Estado Islámico

El experto en contraterrorismo Brian Michael Jenkins expuso las alternativas que tiene el grupo terrorista ante la pérdida de poder. Infobae dialogó con él para conocer detalles del futuro de los yihadistas

Compartir
Compartir articulo
infobae

Cuando en junio de 2014 Abu Bakr Al-Baghdadi proclamó la existencia del Califato creyó que sus dominios se extenderían sin detenerse en fronteras hasta convertirse en un verdadero imperio. Incluso, lo soñó superior al otomano, que sometió durante siglos Medio Oriente, el Norte de África y gran parte de Europa.

Y aunque el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) todavía controla ciudades clave en Siria e Irak, su poder territorial y fáctico se redujo considerablemente desde los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015, aquellos que provocaron la noche más oscura de París desde la Segunda Guerra Mundial. La coalición internacional frenó la expansión del grupo terrorista que fue expulsado de lugares estratégicos para la milicia fundamentalista. Acorralado, Al-Baghdadi se encuentra con una reducida capacidad de maniobra y con pocas opciones para la supervivencia.

Según enumeró Brian Michael Jenkins -miembro consejero de la Rand Corporation y experto en contraterrorismo- en un reciente artículo publicado en la revista Foreign Policy, ISIS deberá evaluar caminos diversos para "evitar el destino de Al-Qaeda": moverse en las sombras, clandestinamente; relocalizar sus actividades; o realizar un ataque desesperado que lleve a un escalamiento de la violencia.

La primera de las opciones, indica Jenkins, podría resultarle efectiva al grupo terrorista y recuerda la "gobernancia" alternativa que los talibanes ejercen en Afganistán. Consultado por Infobae, el especialista respondió que efectivamente en la actualidad ISIS ejerce esa función. "Aunque el Estado Islámico no es el gobierno oficial en las zonas dominadas, sigue siendo el gobernante de facto ya que no hay otra presencia de gobierno nacional en estas áreas que se le opongan", explicó.

Para Jenkins, si Bagdad y Damasco recuperaran sus ciudades -escenario más probable en el primero de los casos- "el Estado Islámico se desplazará clandestinamente, como lo hizo durante su ofensiva desde 2009 hasta 2014". Ante ese escenario, el autor del libro ¿El terrorismo se volverá nuclear?, cree que si Irak no puede retomar el control de esos territorios una "ocupación extranjera o una fuerza internacional bajo mandato de las Naciones Unidas serán necesarias".

"Evitar el destino de Al-Qaeda" parece difícil a medida que se conocen más derrotas del grupo yihadista. Y es quizás ese hecho el que coloque a Al-Baghdadi contra la pared ante sus subordinados y reclutas internacionales. El grupo liderado durante más de una década por Osama Bin Laden supuso una red internacional extremista sin territorios bajo su mando. Ese punto distintivo es el que atrajo a combatientes de todo el mundo a Siria e Irak. La opción de expandirse en Libia se vuelve cada vez más atractiva para los popes islamistas.

"No quiere convertirse en otro Al-Qaeda, que es visto como un comando oculto que exhorta a los demás a pelear. La pérdida de sus participaciones en Siria e Irak son un duro golpe a su posición", aclara Jenkins y añade: "Pero si no fueran capaces de mantener un territorio en cualquier lugar, entonces se convertirían nada menos que en otro Al-Qaeda".

Una escalamiento de la violencia es también una de las alternativas para la conducción yihadista. En tal sentido, Jenkins indica que ISIS no necesita -por el momento- de un atentado nuclar para mantener su vigencia. "Uno de la escala de Londres en 2005 o Madrid en 2004 podrían empujar a los Estados Unidos a tener que enviar tropas de combate a Siria e Irak, cambiando la dinámica del conflicto". "Los esfuerzos de inteligencia de Estados Unidos en el extranjero y en el país han tenido un éxito notable para descubrir y frustrar casi el 90 por ciento de los crecientes complots yihadistas", agrega.

Para Jenkins, por estos tiempos, Estados Unidos se enfrenta a lo que él denomina "el dilema del Imperio Romano: las luchas constantes en sus fronteras eran consideradas esenciales para la protección de Roma en sí. Eso podría darle a Estados Unidos una escalada de conflictos sin fin en Medio Oriente", si decidiera su intervención. Según el autor norteamericano, la labor de las autoridades es proteger la nación "económicamente". "Enviar 10 mil ó 20 mil hombres podría noquear a ISIS, pero dejaría a Estados Unidos enfrentando la perspectiva de una ocupación interminable: una misión imperial".

"Europa enfrenta un problema mayor", analiza Jenkins, "el número de europeos que fue a luchar a las filiales de Al-Qaeda o del Estado Islámico es más de 20 veces mayor que aquellos que fueron desde Estados Unidos. Cientos han retornado y lo harán muchos más. El volumen es abrumador para la capacidad de los servicios de inteligencia locales y la policía, que son el último bastión de soberanía respecto a las instituciones europeas".

Por último, el columnista de Foreing Policy se refirió al drama de los refugiados y el desafío que significa para las autoridades continentales. "Europa enfrenta una avalancha de refugiados. Sólo la mitad de aquellos que ingresan como sirios, son sirios. El resto son inmigrantes económicos que son contrabandeados como refugiados. Una gran proporción de ellos son solteros con escasa o sin educación. Serán difíciles de educar, emplear y asimilar".

"Europa ya enfrenta problemas de asimilación, con una alienación completa. Podremos ver una creciente radicalización de ambos lados, que es un fenómeno separado de la amenaza terrorista que traen los combatientes extranjeros que retornan, aunque los dos problemas se superponen y exacerban entre sí", concluyó.