La Policía Militarizada (PM) liberó finalmente el tránsito para vehículos en la principal avenida de San Pablo, la Paulista, corazón comercial de la ciudad y sedes de bancos y oficinas de grandes empresas.
Con gases lacrimógenos y cañones de agua a alta presión, los uniformados expulsaron a un grupo que había decidido acampar sobre el asfalto "hasta que (la presidente) Dilma Rousseff deje el poder. El acampe fue consecuencia de una gran manifestación realizada en la noche del jueves contra el Gobierno.
Sin éxito en las negociaciones para una retirada pacífica, la PM ordenó la intervención de la Tropa de Choque, como se conoce al batallón antidisturbios, para dispersar la manifestación que duraba ya cerca de cuarenta horas.
Los policías utilizaron descargas de agua con mangueras de presión y cuando algunos de los manifestantes respondieron con piedras y objetos en su contra, los agentes lanzaron gases lacrimógenos. La acción fue rápida y no demoró más de diez minutos.
Según medios locales, en el momento de la acción policial se encontraban en el lugar unos 700 manifestantes, apostados frente a la sede de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP), la mayor patronal del país y que apoya las protestas.
Esta ha sido la primera vez que la Policía Militar utiliza cañones de agua contra manifestantes, informó el diario Folha do Sao Paulo, evidencia de la tensión que se vive en las calles tras la escalada de la crisis política.
Escenario opositor
La neurálgica avenida Paulista de la capital financiera de Brasil ha sido el epicentro de las protestas de la oposición. Fue allí donde se congregaron el domingo 1,4 millones de personas y donde este viernes el oficialismo espera también manifestarse, pero a favor del Gobierno.