"El Presidente espera hallar inspiración en el encuentro con el Papa"

Rogelio Pfirter, flamante embajador argentino ante la Santa Sede, sugiere "no quedarse estancado parroquialmente mirando un minuto". Así responde en charla con Infobae a las especulaciones sobre ruidos en la relación bilateral

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Por tratarse de un diplomático de carrera, la designación de Rogelio Pfirter podía aparecer como una decisión en las antípodas de la estrategia del gobierno anterior que nombró a su representante ante la Santa Sede sólo a partir de una presunta amistad con el Papa. Pero Pfirter, además de su experiencia diplomática como embajador argentino ante el Reino Unido (1995-2000) y como director general de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (2002-2010), también tiene en su haber un vínculo personal con Jorge Bergoglio: fue alumno suyo en un colegio jesuita de Santa Fe donde el futuro Papa, en el marco de su formación en la orden ignaciana, daba clases de Literatura.

Pfirter dijo a Infobae no poder asegurar que ése haya sido el factor clave de su nombramiento: "Fue una decisión del presidente Macri tomada en consulta con la Canciller, pero pienso que no es descartable que haya sido así". Contó también que el reencuentro con su ex profesor tuvo un momento protocolar y otro personal para el repaso de muchos temas comunes: "El Papa fue muy generoso en su tiempo conmigo".

A pocas horas del primer encuentro que tendrá Mauricio Macri con Francisco desde su asunción como presidente, Pfirter habló de los resultados esperados de esa reunión y de su misión diplomática ante la Santa Sede.

—¿Qué espera del encuentro que tendrá finalmente el Presidente con Francisco?

—Que sea muy productivo y simbolice la firmeza y el gran nivel de las relaciones entre la Argentina y la Santa Sede y el enorme respeto y la consideración hacia la figura del Santo Padre. Y el presidente de la Nación ha dicho también que él espera encontrar inspiración en esa entrevista.

—¿Qué sustento tienen las especulaciones previas a este encuentro sobre que el Papa no llamó al Presidente?

—Es muy difícil avanzar mirando para atrás todo el tiempo, hay que ser consciente de que hace apenas dos meses y días que el Presidente asumió y ya está reuniéndose con el Santo Padre. Quedarse estancado parroquialmente mirando un minuto no creo que sirva para entender e interpretar correctamente el presente y mucho menos para anticipar el futuro.

—Cuando le presentó sus credenciales a Francisco, ¿era la primera vez que lo veía desde que fue electo? ¿Cómo fue el encuentro?

—Tuvo por un lado un grado de formalidad, porque yo estaba presentando mis credenciales como embajador argentino, pero también tuvo un grado de informalidad en el sentido de que, habiendo sido su alumno, habiéndolo conocido, habiendo tenido un intercambio de otra naturaleza, hubo la posibilidad de un diálogo amplio, muy amplio, y a mí por supuesto me llega muy hondo; pero son cuestiones en alguna medida también personales. El Papa fue muy generoso en su tiempo conmigo.

"Hay una dimensión universal en la misión del Papa que nosotros debemos comprender"

—El Papa mostró en México su carácter fuerte cuando reprendió a alguien del público que quiso acaparar su saludo. Se pareció más al Bergoglio cardenal que recordábamos, serio y enérgico, y no tanto a la imagen que da como Francisco, de mucha bondad y afabilidad... ¿Cómo era como profesor?

—Primero quiero decir que no encuentro contradicción entre la firmeza y la bondad, no veo ninguna contradicción en eso; todo depende de las circunstancias. Como profesor, era exigente, y eso es muy bueno, pero era también clarísimo en las explicaciones, estimulante intelectualmente y toda esa combinación le daba, desde el punto de vista de los alumnos, un gran carisma, que impactó, no sólo en mí, sino en un conjunto, de compañeros y amigos del colegio que mantenemos una especial pasión por él.

—Hay un contraste notorio entre el protagonismo del Papa en temas y acontecimientos de dimensión mundial y ciertas críticas que han surgido últimamente desde aquí por algunos de sus gestos hacia la Argentina. ¿Le preocupa eso?

—Pienso que hay una dimensión universal en la misión del Papa que nosotros debemos comprender y darnos cuenta de que excede los límites geográficos y diría también poblacionales de la Argentina, que tiene que ver con las necesidades del conjunto de la población mundial y me parece que es equivocarse hacer interpretaciones de palabras, gestos y acciones desde una perspectiva local.

—¿Cree que va a venir finalmente a la Argentina?

—Como todos los argentinos, tengo la esperanza de que así sea, pero no tengo datos concretos.

—¿Por qué no vino hasta ahora?

—Reitero: hay que entender que el Papa pertenece a la humanidad, es un líder mundial. Su agenda excede a la agenda estrictamente nacional; eso no quiere decir que el Papa no pueda tener un enorme amor por la Argentina y desear lo mejor para su país pero su agenda va mucho más allá de eso. Y es minimizarla y quizá no comprender la esencia de la misión del Papa reducirla a una cuestión "argentinista", por decirlo así, y limitarla a eso. Es no entender cuál es el sentido de la misión pastoral del Sumo Pontífice y la naturaleza de sus preocupaciones que van de un punto a otro del globo.

­—¿Cuál cree que es el rol que el Papa quiere asignarle al Vaticano en el tablero geopolítico actual?

—El Vaticano, a través de la agenda del Santo Padre, naturalmente está jugando un rol importante en todos los eventos clave en el tablero internacional, contribuyendo a diagramar un escenario nuevo.

—¿Le sorprende la rapidez con la cual Bergoglio se colocó en un lugar tan central desde el punto de vista de la autoridad?

—No, para nada (risas)

—¿Por qué es tan importante para el Papa ir a China y a Rusia?

—No quisiera hablar de cosas que deben ser preguntadas a los voceros del Santo Padre, pero en lo personal soy plenamente consciente de que la Iglesia tiene vocación universal y que grandes espacios con grandes cantidades de personas en el mundo constituyen un área natural de preocupación y de vivencia espiritual para la Iglesia Católica que, reitero, es una iglesia de dimensión universal. Pero, insisto, no creo que yo deba intentar hablar por el Santo Padre.

"La Argentina se plantea avanzar en tres grandes pilares que tienen puntos de contacto claros con la Doctrina Social de la Iglesia"

—Claro, pero desde su experiencia como diplomático, ¿a qué cree que se refiere el Papa cuando habla de una "tercera guerra mundial a pedazos"?

—Vivimos en un mundo extremadamente conflictuado, no solamente en lo que hace a los intereses geopolíticos y geoestratégicos, sino que también desde el punto de vista espiritual, de la ética y de la moral, es un mundo que enfrenta desafíos muy importantes.

—¿La posguerra fría decepcionó?

—La etapa posguerra fría fue una etapa de esperanza en cuanto a la desaparición de conflictos globales. Seguimos sin tener un conflicto global de las características de la Guerra Fría, pero claramente hay algunos elementos de la época de la guerra fría que preocupantemente han resurgido y hoy ocupan un lugar significativo en las relaciones entre Estados. Hay nuevos actores también y eso, junto con el auge de extremismos, fundamentalismos y terrorismos, ha creado un escenario muy complejo que se manifiesta por ejemplo en la cruel guerra civil siria y en la inestabilidad de Medio Oriente.

—Sobre este último tema justamente, ¿espera el Papa que el gobierno argentino coopere de alguna manera en la solución del drama de los refugiados?

—Hay una dimensión humanitaria en la que todos los países del mundo debemos tratar de hacer un aporte y la Argentina, en la medida de sus posibilidades, a través de algunas de las estructuras que tiene, como los Cascos Blancos, quizá pueda cooperar, pero esa es una cuestión que debe decidir el Presidente de la Nación.

—¿Cuáles son los temas en su agenda como embajador? ¿Qué espera lograr en esta misión?

—Tenemos una clara voluntad de desarrollar al máximo posible la enorme potencialidad de la relación entre la Argentina y la Santa Sede a partir de las coincidencias de principios y valores. La Argentina hoy se plantea avanzar sobre la base de tres grandes pilares y esos pilares son de una dimensión humanista que tiene puntos de contacto claros con la Doctrina Social de la Iglesia y con algunos de los temas más candentes que uno ve en las palabras y en los gestos del Papa.

—Esos grandes pilares serían...

—Los tres grandes pilares que ha fijado el gobierno nacional son la eliminación de la pobreza en la Argentina, la reconciliación de todos los argentinos y la lucha contra el narcotráfico y la corrupción. Son tres áreas de alto impacto social y espiritual.


Por: Claudia Peiró cpeiro@infobae.com