Poco análisis futbolístico dejó este partido. Otra vez, un Superclásico polémico. En esta ocasión, fue de parte de los protagonistas y no de los hinchas, con un encuentro que duró apenas doce minutos. Porque a partir de la expulsión de Jonathan Silva todo se desvirtuó. En esto coincidieron Gallardo y Arruabarrena y creo que todos lo vimos así. Nuevamente, ganó la violencia. Esta vez, de los jugadores.
Independientemente de esto, hay que remarcar ciertos aspectos a tener en cuenta de aquí en más. Primero, que no hay un árbitro como la gente en el fútbol argentino que sepa cómo encaminar un Superclásico. Del vale todo, que muchas veces nos perjudicó, a la rigurosidad extrema y la falta de sentido común en algunas jugadas.
Pero no vamos a detenernos jugada por jugada o expulsión por expulsión porque más allá de que se encuentre en alguna un error del árbitro, parece innecesario perder el tiempo en eso en medio de un encuentro de verano. Sí decir que otra vez el arbitraje, encabezado por Patricio Loustau, fue bochornoso. Y acá no se quita responsabilidad en alguna expulsión más por el lado de Boca y también de River.
Volviendo al punto de lo que demostró Boca, hay que decir que el equipo dejó una pésima imagen. Si ante Racing había quedado un sinsabor grande, el mismo siempre fue referido a lo futbolístico. En este caso, fue peor porque se volvió a pecar de ingenuos. Tres expulsiones, que en total suman cinco en dos juegos. Eso ya no es normal. Bien igual de los jugadores y técnico en reconocerlo después. Sin embargo, ya cansa esto. Es hora de dejar de hablarlo y actuar, demostrarlo.
Porque hay que remarcar algo: esta locura que demostró el equipo no condice con lo que viene de lograr. ¡Dos títulos en 72 horas! No nos olvidemos. Por eso, salir con esta actitud no es de inteligente. Repito, ellos eran los que estaban obligados y, seguramente, desesperados de cambiar la imagen por el papelón que sufrieron en Japón.
Por eso Boca, a entender el lugar que ocupamos. A los nuevos, a los juveniles y a los que ya estaban, recapaciten y revean lo hecho en este juego para poder volver a empezar. Todavía estamos a tiempo. Se trata de juegos de preparación. Aunque sea un Superclásico y siempre se lo quiere ganar, la verdadera competencia arranca el 6 de febrero. ¡A ponerse las pilas urgente!