El verano es, para la mayoría, sinónimo de vacaciones, descanso y un bronceado de ensueño. El lado B de esta escena implica dietas para poder lucir la malla, tratamientos para combatir estrías y celulitis, y cremas para hidratar la piel.
Entre todos estos cuidados y dado que, con más o menos complejos, todas las mujeres están pendientes de su cuerpo, puede sacarse ventaja e incorporar algunos hábitos saludables que permitan prevenir y reducir el riesgo de cáncer de mama.
Si hay una actividad que caracteriza a esta estación es tomar sol: ya sea en la plaza, la playa, el club o el balcón, el bronceado es el accesorio más codiciado de la temporada. Siempre que se tomen los recaudos necesarios, como no exponerse en las horas de mayor intensidad solar y cuidándose de la acción de los rayos ultravioletas del sol con un protector adecuado para cada piel, la buena noticia consiste en que tomar sol contribuye a la prevención del cáncer de mama.
El especialista Luciano Cassab (MN 79.867), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología explicó que "según algunos estudios, los bajos niveles de vitamina D se relacionan con diferentes patologías, entre ellas el cáncer de mama. La vitamina D contribuye entre otras cosas a aumentar la densidad mineral ósea, a colaborar en la absorción del calcio y a mejorar la función muscular. Es por ello que al activar esta vitamina, ya sea con la luz solar como al consumir ciertos alimentos como la leche, el huevo, la manteca y el pescado, se ayuda a fortalecer el organismo y a reducir el riesgo de tener cáncer".
Asimismo, el mastólogo reconoció que la mayor exposición del físico que supone el verano, especialmente en indumentaria con mallas, escotes pronunciados, shorts, polleras y vestidos livianos a la cabeza entre otros looks clásicos de la temporada, genera una mayor preocupación por el cuerpo.
"El autoexamen no reemplaza la consulta anual con el mastólogo, pero ayuda a las mujeres a conocer la estructura de la mama para detectar anormalidades"
Así, al boom de las dietas y el gimnasio, se le suman las consultas al cirujano plástico para un aumento de busto o la cada vez más frecuente reducción de senos. "Muchas son las pacientes que esperan la llegada del verano para mejorar su imagen corporal. Eso las lleva primero a la consulta con su mastólogo quien, luego de un examen y la realización de estudios complementarios para controlar la salud de las mamas, deriva al cirujano plástico", destacó Cassab.
La técnica indicada por los profesionales consiste en colocarse frente a un espejo, observarlas, presionar las manos en la cintura para contraer el músculo pectoral, y luego elevarlas por encima de la cabeza.
¿A qué se debe prestar atención? Principalmente, esta técnica permite observar diferencias entre ambas mamas: tamaño, retracciones, enrojecimiento o desviación de los pezones.
Para detectar bultos, se las debe palpar elevando el brazo derecho detrás de la nuca y con la mano izquierda (con los tres dedos centrales), recorrer la mama en forma concéntrica en sentido a las agujas del reloj, luego deslizar la mano de arriba abajo en dirección al pezón y hacia la periferia. En la misma posición puede palparse la axila en busca de bultos desde el vértice hacia abajo. Por último, examinar la areola y el pezón con el dedo pulgar e índice izquierdo y presionar en busca de salida de secreción por el mismo. Repetir la maniobra en la mama izquierda con la mano contraria.