Las 10 instituciones más confiables de América Latina

Más allá de los cambios sociales producidos en los últimos años, no cambiaron las organizaciones que la gente ubica en lo más alto y en los más bajo de su confianza. Causas de estas preferencias

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La Iglesia es, por mucha diferencia, la institución en la que más confían los latinoamericanos. El 69% le tiene mucha o algo de confianza, reveló Latinobarómetro en su informe "La confianza en América 1995 - 2015".

En segundo y tercer lugar, aunque bastante lejos, están los dos medios de comunicación más masivos: la radio, con 49%, y la televisión, con 47 por ciento. Luego, con 44%, las Fuerzas Armadas y los bancos. Siguen los diarios, con 43%, y las empresas privadas, con 40 por ciento.

"En América Latina hay muchas congregaciones religiosas cuyo arraigo social es cada vez mayor"

"La Iglesia no aspira a ejercer una política, aunque incide sobre decisiones gubernamentales. Sus cargos no son electivos, y su desempeño es difícil de evaluar en el corto plazo, aunque los escándalos como el de los curas pederastas, o los 'milagros' como puede considerarse la gestión del nuevo Pontífice, pueden impactar sobre su credibilidad", dijo a Infobae el politólogo José del Tronco, profesor e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), México.

"Otro elemento a hacer notar es que por Iglesia no sólo entendemos la Iglesia Católica, que es probable que haya visto mermado su número de fieles en las últimas décadas. América Latina ha sido testigo de la emergencia de muchas congregaciones religiosas cuyo arraigo social es cada vez mayor", agregó.

La encuesta muestra un dato que, si bien no es nuevo, sigue siendo preocupante. A pesar de ser las que deberían representarlos y velar por sus intereses, las instituciones políticas son las que levantan más sospechas entre los ciudadanos de la región.

En el Gobierno confía sólo el 33 por ciento. En el Poder Judicial y en el Congreso, el 30 y el 27%, respectivamente. Pero los que menos confianza generan son los partidos políticos: apenas dos de cada diez los apoyan.

"La Iglesia ayuda a solucionar problemas básicos de ciertas poblaciones"

"No he estudiado la Iglesia específicamente, pero mi conjetura es que tiene una razón más emocional que racional. Para empezar, siempre tiene buen enraizamiento en los espacios más populares, y ayuda a solucionar problemas básicos de ciertas poblaciones, como la alimentación, y acompaña moral y particularizadamente a los fieles. Para seguir, los escándalos que la tocan no afectan por la general a los curas de barrio sino a los altos cargos, entonces no hacen mermar la confianza hacia la institución pues se cree que el que actúa mal es el sujeto", contó María Cecilia Güemes, investigadora postdoctoral en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de España (CEPC), consultada por Infobae.

"En el caso de los gobiernos —continuó—, el tratamiento a los ciudadanos suele ser mucho más general, y no ponen foco en las características personales de los sujetos. Muchas veces no logran solucionar problemas básicos, más allá de las promesas que hagan. Además, los escándalos afectan altos y bajos cargos, y la experiencia con la corrupción muchas veces es en bajos niveles".

Los valores de confianza han ido mutando a lo largo de las últimos 20 años. En algunos casos, parecen haber acompañado los ciclos de la economía y de la política. Por ejemplo, en los comienzos del milenio, la confianza en casi todas las instituciones se desmoronó, al igual que ocurrió con el PIB y con muchos gobiernos de la región.

Casi todas tocaron fondo en 2003. Las encuestas de ese momento revelaban que había caído al 61% el apoyo a la Iglesia, y el resto se ubicaba por debajo del 40 por ciento. Sólo el 36% confiaba en la televisión; en las Fuerzas Armadas y en la Policía, el 35%; en el Gobierno, el 28%; y en los partidos políticos, el 13 por ciento.

La mayoría experimentó luego un repunte, que se extendió aproximadamente hasta 2011, cuando volvieron a caer. Tras un breve rebote hacia 2013, todas se retrajeron en los últimos dos años.

"No creo haya un descenso de la confianza en el largo plazo"

Lo que no se modificó a lo largo de este período fue quiénes ocuparon el primero y el último puesto. La Iglesia se mantuvo siempre al tope, con diez puntos o más de ventaja, y los partidos políticos nunca salieron del fondo, también con cerca de diez puntos de diferencia.

"Yo no creo haya un descenso de la confianza en el largo plazo. Fluctúa, y así como baja, luego sube. En los gráficos longitudinales que hay en el informe de Latinobarómetro 2015 no se acusa un descenso considerable. Se reduce en siete puntos la confianza en partidos, pero parte de 27 puntos, lo cual es un umbral bien bajo", dijo Güemes.

"Por otra parte, el desprestigio de las instituciones tiene que ver con muchas dimensiones y no son particulares de América Latina, sino que se comparten con el mundo desarrollado y se vinculan a temas de desafección política, desencanto y agotamiento de los modelos de democracia representativa", agregó.

Obviamente, la confianza en las instituciones no es homogénea en un mismo momento. La edad y el nivel educativo marcan algunas divergencias. Por ejemplo, los mayores de 60 años confían más en la Iglesia que las personas de mediana edad. Además, la fe parece disminuir a medida que aumenta el nivel educativo: el 74% de los que no superan la escuela primaria dice que confían en la institución, contra el 66% de los que llegan a la educación superior.

Lo contrario pasa con las empresas privadas: la confianza crece junto con la educación. Entre los de nivel primario está en 35%; entre los de secundario, en 42%; y entre los universitarios, en 49 por ciento.

En la televisión confían más los jóvenes que los mayores. Los menores de 25 años confían en un 50%, y los que se ubican entre 26 y 60, un 45 por ciento. Algo parecido ocurre con los partidos políticos. Entre los sub 25 el apoyo está en 22%, cae a 18% en la franja de 26 a 40, y luego vuelve a subir hasta 21% entre los mayores de 60.

la fe parece disminuir a medida que aumenta el nivel educativo

"La teoría de la modernización, cuyo máximo exponente es Ronald Inglehart, ha tratado de explicar este fenómeno a partir de un cambio general en los valores de las sociedades occidentales, más individualistas, con ciudadanos empoderados, y con los recursos e información suficientes para satisfacer sus preferencias sin necesidad de echar mano de las instituciones de representación política y social tradicionales", dijo Del Tronco.

"Por otro lado —continuó—, también es cierto que la representación política en nuestras democracias se ha visto en un número significativo de casos vaciada de contenido. Los ciudadanos consideran que los partidos no representan sus intereses ni se preocupan demasiado por considerar sus opiniones. Por el contrario, grupos de presión de distinto tipo sí muestran una mayor capacidad de incidir sobre las políticas públicas y las decisiones de gobierno en general".

De qué depende la confianza

"En general la confianza, y por oposición la desconfianza, puede ser interpretada como una percepción que los sujetos formulan teniendo en cuenta datos del contexto, o bien como como una actitud que se desarrolla desde la infancia en base a la formación que recibimos en la familia, y a experiencias adquiridas en la vida", explicó Güemes.

"La razón tiene un peso importante en la configuración de la confianza, pero también pesan las emociones. No da igual que la pregunta te la hagan antes de que salte un escándalo de corrupción, que luego de unas elecciones donde ganó tu candidato", agregó.

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La investigadora describió cómo funciona el proceso de la generación de confianza en una institución, con un ejemplo muy sencillo: un hospital público. "Uno puede confiar por varias razones y muy diversas: a) que el hospital da buenos servicios (en este caso sería un juicio racional basado en el output); b) que los médicos son competentes y tratan a todos por igual (tendría que ver con que el proceso de ejecución del servicio público es imparcial, justo, y equitativo); c) que confía en lo público antes que en lo privado (aquí la variable sería la ideología y es más emocional); d) que la gente que atiende es amable y simpática (aquí la clave estaría en una experiencia grata por ejemplo)".

Para Del Tronco la desconfianza que generan en la actualidad las instituciones políticas no se puede entender sin considerar los profundas cambios en las formas de comunicación a nivel social, y de vinculación entre las personas. "Este fenómeno expresa, desde mi punto de vista, no una crisis de representación, sino más bien un déficit de intermediación. Esto significa que los partidos, el parlamento y las diversas instituciones de representación política y social ya no son la avenida por medio de la cual los ciudadanos pueden vehiculizar sus demandas", dijo.

"¿De qué manera, en tanto ciudadanos individuales, podemos hacer llegar nuestros reclamos, solicitudes e intereses al sistema político?

Redes sociales

. Son una nueva interfase, punto de encuentro socioestatal, en la que los partidos y las instituciones de intermediación se perciben absolutamente incapaces, y por tanto prescindibles, para el ciudadano común", concluyó.