La derrota K, Nisman y la Pucciomanía: el 2015 bajo la mirada de Quintín

A modo de repaso del año, Infobae le propuso al agudo crítico cultural Eduardo Antín reflexionar sobre los cinco sucesos más destacados en el ámbito político, deportivo y cultural de estos doce meses

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Quintín accedió a responder un cuestionario a partir de 5 sucesos destacados  162
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—La Argentina viene de un gobierno populista que estranguló la economía y combinó de modo singular el autoritarismo, la torpeza y la corrupción. El hartazgo de la mayoría era evidente desde hace tiempo, pero esta vez la oposición —Cambiemos en particular— logró articular una oferta electoral atractiva, aunque también ayudaron las decisiones ciegas y caprichosas de Cristina Kirchner y su grupo de incondicionales.

—Macri necesita asegurar la gobernabilidad contra el núcleo duro del kirchnerismo, que está dispuesto a obstruir su administración mediante cualquier recurso. Esa pelea es decisiva para el futuro de la República y estamos viendo lo primeros enfrentamientos de una batalla colosal. La estrategia de Macri ha sido la de provocar cambios lo más rápidamente posible. Acertó en general, con la notoria excepción de la inoportuna designación de dos jueces de la Corte Suprema por decreto. Pero su verdadero problema es conseguir los votos necesarios en un Congreso en el que la mayoría del Senado y la primera minoría de Diputados sigue obedeciendo a una líder totalitaria.

—El kirchnerismo tiene votos, seguidores, dinero, mayorías legislativas, gobernaciones, intendencias. O sea, poder. Del acierto de las políticas de Cambiemos y de la lucidez y coraje del peronismo para sacárselo de encima depende que el kirchnerismo no logre sus propósitos insurreccionales.

—Que lo habían matado por señalar el delito de encubrimiento y traición por parte de la Presidente y el Canciller Timerman, del que las pruebas no han sido analizadas por los jueces adictos a un régimen que en los días posteriores a la muerte de Nisman mostró todo su poder, toda su crueldad y toda su desesperación.

—Rara vez se esclarece un magnicidio. Espero que esta sea la excepción.

—Asqueado por la publicidad goebbeliana en el Fútbol Para Todos, dejé de ver los partidos hace más de un año. A la distancia se ve con claridad que esa propaganda era el correlato de un juego mediocre, una violencia inaceptable y una corrupción escandalosa.

—La corrupción en la AFA es tan generalizada que dudo mucho que la situación mejore a mediano plazo, aunque la muerte de Grondona haya destrabado de algún modo el futuro.

—En primer lugar, no sé si debería haber Fútbol Para Todos. Pero ya que parece inevitable, es obvio que debe tener publicidad privada y no del gobierno. Personalmente, me gustaría además un cambio radical en la manera de transmitir fútbol en la Argentina, tan parecida en todos los canales. Quiero más amabilidad y menos tensión, más aprecio hacia las buenas jugadas que ensañamiento con las malas, menos discusiones sobre los fallos de los árbitros, quiero comentaristas que no se arroguen el lugar de técnicos y quiero relatores sin muletillas, que no griten los goles como si los estuvieran degollando.

—La mitad de una buena película, que tuvo más éxito en la taquilla que aceptación entre los espectadores. El tema es apasionante, Trapero es un director de talento, pero el producto muestra los efectos de la corrección política obligatoria de los años kirchneristas.

—Vi poco cine argentino. Me gustaría mencionar Victoria de Juan Villegas.

—Aquí hay que separar dos cosas. Por un lado, los créditos y subsidios del INCAA, que en estos años se distribuyeron más o menos de acuerdo a los habituales consensos corporativos del cine argentino, que provienen de un impuesto sobre las entradas establecido por la Ley de Cine de los noventa. Por el otro, los subsidios a la producción audiovisual, diez veces superiores, generados en el ministerio de De Vido y canalizados a través de universidades nacionales con fondos que deberían haber tenido otro destino, con resultados muy poco felices y con una distribución muy poco transparente. Esta segunda categoría debería desaparecer.

—Creo que Aira es efectivamente el mejor escritor argentino vivo, aunque no estoy seguro de que su nominación al Booker sea consagratoria en algún sentido. Tampoco creo que Aira sea tan popular, aunque su nombre empieza a sonar fuera del mundillo literario.

—Respondí a esa pregunta mil veces, y siempre dije algo distinto. Como Borges, Aira es un escritor del cual el lector se puede hacer amigo y disfrutar de cada uno de sus textos. Entre las últimas, mi novela favorita es Actos de caridad.