A nadie medianamente informado se le escapa que las distintas fracciones de la clase dominante y sus representantes políticos tienen un gran y profundo acuerdo de que en el próximo período habrá que ajustar "la economía", es decir, a las mayorías del país. Más allá de las formas, las palabras y los discursos, Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Massa y sus respectivos equipos discuten cuáles son los mejores instrumentos para aplicar un ajuste al pueblo trabajador.
Tres candidatos de derecha se postulan para representar los intereses de los grupos económicos concentrados.
El ajuste que preparan no es necesario ni obra de la naturaleza. Los que la hicieron "en pala", al decir de la Presidente, quieren seguir su mismo nivel de ganancias a costa de perpetuar en la pobreza a la mayoría de los trabajadores. Hoy en la Argentina de las 12 cuotas, según cifras del propio Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la mitad de los asalariados percibe menos de 5.700 pesos mensuales y el 80% de los jubilados menos de 4.300. Pero eso, a ellos, no les alcanza. Aquellos economistas que estuvieron con Carlos Menem, con Fernando de la Rúa o con Eduardo Duhalde y que hoy sirven a los presidenciables con mayor visibilidad, auguran y preparan aumentos de las tarifas, techos salariales y devaluaciones. Es decir, que el déficit fiscal y la baja del precio de las materias primas sea pagado por una nueva transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia los grandes grupos capitalistas.
Nuestro planteo y programa se podría resumir en que hay que ajustar a los ajustadores. Hay dinero para garantizar un salario mínimo equivalente a lo que cuesta una canasta familiar (14 mil pesos). Hay dinero para poner en marcha un plan nacional de obras públicas que resuelva el problema de vivienda que tienen hoy casi tres millones de familias. Hay dinero para que los jóvenes no sean mano de obra cuasi esclava con salarios miserables y muchísimos incluso con fines de semana en sus lugares de trabajo. Proponemos impuestos progresivos a los banqueros, a los terratenientes, a los grandes industriales y a los ricos; dejar de pagar la deuda externa. Buscamos una banca nacional estatal única que concentre todo el ahorro nacional y lo ponga al servicio de las necesidades populares.
El régimen político que defienden esos candidatos está en crisis. Lo vemos en Tucumán. Lo vemos con los Niembro y los Boudou. Lo vemos con la impunidad que reina para los poderosos, mientras que las cárceles están atestadas de jóvenes pobres. También con la dirigencia millonaria que detenta el poder en los sindicatos. Por eso, planteamos que todos los diputados y los funcionarios políticos sean revocables por sus electores y ganen como un docente. Apoyamos, además, la lucha del sindicalismo combativo contra la burocracia sindical corrompida.
El 25 de octubre habrá seis listas, pero solo una, la del Frente de Izquierda, que defiende los verdaderos intereses del pueblo trabajador.