El efecto sorpresa es la clave del ataque: un golpe seco contra la puerta -en medio de la quietud y el silencio de la noche- sobresalta y genera una parálisis casi inmediata; para los dueños de casa ya es demasiado tarde, los "patachorros" acaban de destrozar la puerta de entrada de la vivienda y están en el interior; sólo queda resignarse y esperar que se vayan sin dañar a nadie de la familia.
Esta variante de las "entraderas" se convirtió en noticia hace dos años y vuelve ahora a concitar la atención de los medios de comunicación, por otra ola de ataques registrados en diferentes regiones de la Argentina.