Rituales milenarios en El Cairo

Occidente desaparece entre las claras aguas del Nilo para dar paso a una de las ciudades más asombrosas y enigmáticas del globo. Fundada en el sitio de Babilonia, cerca de las ruinas del antiguo Memfis, El Cairo ha sido por siglos la ciudad más grande de África y de Oriente Próximo. Galería de imágenes

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Una experiencia en mayúsculas. La capital de Egipto encierra aventuras y misterios. Un auténtico goce del más allá, inolvidable para quien la visita. Al llegar a Egipto, el paradigma occidental desparece totalmente. Es necesario abrir la mente a algo totalmente distinto: una sociedad de cultura milenaria que tuvo su auge hace más de 5.000 años.


Entre la neblina mañanera, los primeros rayos del sol luchan por aparecer a orillas del enigmático río Nilo. La ciudad despierta animada, la cantidad de personas que pasean por sus calles es insólita: mujeres cubiertas con burkas, hombres con turbantes, grupos de amigos reunidos en típicos cafetines fumando en narguile...


Todos y cada uno de ellos realiza sus tareas de manera muy comprometida, aunque varias veces al día dejarán de lado sus obligaciones para dirigirse a la Meca para orar. Y es que la mayoría en Egipto es de religión musulmana. El Cairo moderno comprende muchas ciudades y monumentos antiguos: las pirámides de los faraones; monasterios e iglesias cristianas; la Citadela de Saladino; Mezquitas de Sultanes, Mamelucos y Otomanes.


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Orígen faraónico

Pero por lo que se identifica a Egipto, por encima de todo, es por sus famosas pirámides y las momificaciones. Ambas cosas están basadas en la interpretación religiosa de la muerte, en busca de la eternidad. Entre 2630 y 1613 A.C. los faraones construyeron tumbas en forma de pirámides, que están repartidas por varios lugares, pero las grandiosas y mundialmente conocidas son las que están en las afueras de la ciudad, en la zona de Guiza.


Al momento de llegar a la explanada donde se encuentran estas imponentes construcciones, la sensación es indescriptible: aventura, misterios, contradicciones, dudas, inquietudes... Kheops "la gran pirámide" mide 146 metros de altura, 230 de lado y para su construcción se emplearon más de mil obreros. Esta pirámide está considerada como una de las siete maravillas del mundo. Visitarla por dentro representa todo un desafío, ya que para protegerla del desgaste que causa el turismo sólo pueden ingresar 100 personas por día. Es decir, si no querés perderte la oportunidad de ver por dentro esta gran obra y ser un privilegiado, es imprescindible llegar muy temprano, como a las 5 de la mañana, para realizar la gran fila.


La construcción de las pirámides todavía es un enigma. ¿Cómo pudieron trasladar desde Assuan, a 800 km al sur de El Cairo, cien mil bloques de piedra de 2.5 toneladas y de 50 toneladas?

Las otras dos más pequeñas, Khefren y Mikerinos, en su interior tienen una cámara mortuoria donde reposa el faraón, que se accede a través de una galería interior. Cerca de las pirámides descansa tendida sobre las amarillas arenas, desde hace miles de años, esa pieza única que tanto interés despierta entre los egiptólogos: la esfinge, símbolo sagrado de la unión de la fuerza física y el poder intelectual más grande en la tierra.


Para sentir un poco más la adrenalina que provoca pisar tierras tan exóticas y enigmáticas, se puede realizar una excursión montando a camello. Sobre su joroba y a una gran altura, estos típicos animales lo llevarán entre médanos de arena en busca de aventuras inolvidables.


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La visita obligada es el Museo Egipcio, localizado en la plaza El Tahrir. Como cualquier museo de este tipo, es imposible recorrerlo completo en un solo día. Tiene tal cantidad de objetos que ya ni siquiera cuentan con lugar para su correcta exposición. Apenas se entra, en el hall central, está la Paleta de Narmer. No deje de observarla. Es una de las piezas más importantes por su contenido histórico. Data del 3000 A.C. y relata la unificación del Alto y el Bajo Egipto. En sus relieves se ve al rey victorioso con las dos coronas, los enemigos derrotados... un verdadero manual de historia.


En el primer piso, no puede perderse el tesoro del afamado rey Tutankamón, compuesto por más de 3.500 objetos, incluye las piezas de oro de su ajuar como la maravillosa máscara de la momia. El riquísimo contenido de la tumba de Tutankamón, hallada en 1922 por Howard Carter y Lord Carnarvon, es uno de los grandes tesoros de la arqueología.


Costado islámico

El Museo Egipcio y las pirámides nos transportan al mundo faraónico, pero El Cairo tiene otras facetas. La más evidente es la que lo relaciona con el mundo islámico. Uno de los paseos más hermosos es, sin duda, la visita a la ciudadela de Salah al-Din. Se ubica en la colina Muzzattam y ofrece una fabulosa vista de la ciudad. Fue el asiento de los califas, sultanes, visires y pashás hasta los tiempos de Mohamed Alí en el siglo XIX. El más hermoso monumento de este complejo es la Mezquita de Alabastro, o mezquita de Mohamed Alí. Es un enorme domo sostenido por cuatro columnas, con otros menores a los lados. Dos minaretes de estilo otomano completan la estructura.


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De espaldas a la ciudadela, se encuentra la Ciudad de los Muertos. Lugar tan espeluznante como este solo se ve en el cine. Se trata de un cementerio musulmán en el que se encuentran las tumbas reales de los mamelucos. Las tumbas, construidas como casas, fueron ocupadas por familias de clase baja.


Es decir que los vivos conviven con los muertos. En muchos casos se ha llegado a un acuerdo entre las familias de los muertos y las de los vivos. Unos permiten la ocupación y los otros se comprometen al cuidado. Es una visita un poco peligrosa –y macabra-, por lo tanto es recomendable realizarla con algún guía. No caben dudas... El Cairo es magia pura, aventura incontrolable, cultura milenaria y una experiencia que lo marcará por el resto de su vida



(Informe: Jorge Dragonetti)