Sergio Opatowski: "Declarar es volver a revolver todo otra vez"

El padrastro de Ángeles Rawson declaró en el juicio y habló con Infobae. Su difícil vida tras el crimen y el estigma del rating

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Con el pelo algo más corto y un saco que no le combinaba con el pantalón, Sergio Opatowski esperó ayer desde temprano a la mañana su turno para declarar como testigo en el juicio que busca escalerecer el brutal asesinato de su hijastra, Ángeles Rawson. Parado en un pasillo del sexto piso de los Tribunales de Talcahuano junto a su mujer, Jimena Adúriz y una decena de amigos de Ángeles, vio cómo dos efectivos del Servicio Penitenciario Federal llevaban a la sala a Jorge Mangeri. Opatowski, como vecino de Ravignani 2360, había confiado durante más de diez años en él; el portero hasta le había donado sangre al padre de Opatowski.

Pero esta vez en Tribunales, Mangeri no miró a Opatowski a la cara. El padrastro de Ángeles lo siguió con la vista llena de sufrimiento, y encendió un cigarrillo Parliament. Fue su primera aparición en el juicio, junto a las testimoniales de Diana Saettone, su hijastro Juan Cruz Rawson y su suegra, María Inés Castelli. Antes no había podido acompañar a su mujer, dado que aguardaba declarar como testigo. Y fue su aparición en mucho tiempo, alejado del ojo público.

En pleno furor sobre el caso Ángeles, Opatowski fue el pico de rating. Su estilo personal peculiar alimentó especulaciones sobre una posible culpabilidad. El allanamiento a su casa, en pleno velatorio de Ángeles, alimentó el fuego, entre otros factores como testigos de nulo valor que se presentaron en la causa para señalarlo. Fue algo al menos paradójico: Opatowski había sido para Ángeles y sus hermanos un padrastro benévolo, muy presente, casi un compinche. "Pato", le decía ella. Quedó desvinculado de cualquier sospecha en la causa cuando aparecieron videos de él ingresando a la sucursal del Banco Macro a cobrar una pensión en la mañana en que Ángeles supuestamente era asesinada.

Al final, Opatowski ni siquiera resultó imputado. Y el estigma perdura hasta hoy. Hoy, su vida es al menos difícil. Tuvo que dejar el departamento de Ravignani –hoy alquilado a una mujer sola que vive con su gato– y mudarse a lo de un cuñado. No pudo volver a trabajar, por ejemplo, entre otros cambios de vida. Antes de declarar, compungido en un relato desordenado en donde se confundió días y hechos y donde reconstruyó la búsqueda desesperada por diversos hospitales el día que Ángeles desapareció Opatowski habló brevemente con Infobae: "Estoy hecho mierda. Declarar es revolver todo otra vez", afirmó.

¿Les guarda rencor a los medios de comunicación por el virtual estigma que le causaron, por el trato que recibió? Ante esto, Opatowski respondió: "A algunos medios sí. Se pasaron. No sé si me jugaron sucio. Pero no sumó lo que me hicieron".

Hubo objeciones a su testimonio: el abogado defensor Adrián Tenca objetó los tiempos en los videos del Banco Macro, por los policías que lo vieron el viernes posterior al crimen cuando acompañó a su auto para ser peritado y por el raspón que le había visto a Mangeri en la cara. Entre otros detalles, Opatowski declaró que lo oyó al portero decir en la Fiscalía de Instrucción Nº 35: "No sé qué pasa. Me forzaron a venir".