La CGT oficialista, en alerta: teme una 'invasión' de trabajadores chinos

El viaje de Cristina Kirchner al gigante asiático aumentó la preocupación de gran parte del sindicalismo. La Uocra quiere una reunión urgente con la mandataria

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 EFE 162
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Frases de contrariedad como ésta y peores despertó en el sindicalismo peronista el viaje de la Presidente a China, donde se ratificaron convenios que dejarían la puerta abierta para que trabajadores de ese país desembarquen en la Argentina a tomar posiciones en distintas obras públicas. La necesidad de capitales externos de la administración K, por lo visto, también tiene cara de hereje.


Se proyectan emprendimientos en puertos y también en el campo energético; además de la electrificación de algunas líneas de ferrocarril. Es previsible que los gremios industriales, mayoritariamente agrupados en la central K, se hayan puesto en estado de alerta.


Tanta fue la contrariedad del jefe de la Uocra, Gerardo Martínez, al enterarse que se habían ratificado los términos del acuerdo con el actual segundo mayor socio comercial de la Argentina, que el sindicalista interrumpió su descanso veraniego sólo para reflotar la idea de una urgente reunión con la doctora Kirchner.


Con el acompañamiento de otros gremios, como la UOM y el Smata, el mosaico de entidades industriales mandó cartas a todos los diputados del PJ, advirtiéndoles del grave perjuicio que podría ocasionar una eventual invasión china.


Martínez no toma el asunto como una posibilidad remota. Bien sabe que las empresas de ese origen son hoy las grandes referencias de la construcción en todo el continente africano (muy por encima de las grandes compañías de Occidente) y que asimismo hicieron pie en varios países de Europa del Este.


DyN
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Un dato habla por sí solo: los salarios que perciben ingenieros, jerárquicos y trabajadores chinos son sensiblemente modestos, al punto que las compañías orientales pueden presentar oportunidades comerciales hasta un 60 por ciento más accesibles que empresas similares de Europa.


Lo firmado en Beijing responde, en verdad a lo que ya se había convenido durante la visita del presidente chino Xi Jinping a la Argentina, en julio del año pasado. De modo que esta iniciativa sólo podría ser enmendada por los gobiernos firmantes. El Parlamento argentino podrá convertirlo o no en ley (el Senado ya dio su media sanción), pero nunca modificarlo porque se trata de un acuerdo bilateral.

Geronimo Venegas

Toda esta controversia tiene como telón de fondo la polémica en torno a la creación de nuevos empleos. Distintos institutos socioeconómicos auguran por estos días un pronunciado bajón en este rubro, respecto de lo que se creció en 2012, por ejemplo, que fue cercano al 5 por ciento. Con viento a favor, ahora sería menor al 2 por ciento.


El Ministerio de Trabajo no lo ve así. "Las expectativas sobre el comportamiento del empleo resultan positivas, dado que son más las empresas que piensan que sus dotaciones de personal aumentarán en comparación con las que opinan que disminuirán", señala un reciente estudio de la cartera comandada por Carlos Tomada.


Si Cristina concede la audiencia, la CGT K llevará también las inquietudes que iban a plantear a fin de año, cuando debió suspenderse una reunión por culpa de la "mala pata" de la mandataria. Reclamarán una adecuación integral de Ganancias y una explicación más acabada por parte del Gobierno sobre la reforma laboral que llevaría adelante en su último año de gobierno.


 Adrián Escandar 162
Adrián Escandar 162

Mientras, la meneada unidad sindical espera. La idea de una sola CGT se choca por ahora con el manifiesto desinterés del Gobierno por alentar tal cosa, y también con la propia dinámica que ya impone la próxima elección presidencial. Son tiempos de "rosca libre" con los candidatos presidenciales en danza. Cualquier cosa puede pasar.


Veamos. Omar Maturano, el díscolo jefe de los conductores de locomotoras (La Fraternidad) sorprendió a todos, faltando a la última cumbre del dueto Moyano-Barrionuevo en Mar del Plata. Pero menos se esperaba que aceptara una invitación del ministro de Transporte, Florencio Randazzo, para la reciente inauguración de los nuevos trenes en el ramal Suárez del Mitre. "Lo que se hace bien hay que apoyarlo", se justificó el sindicalista.


"Si querés yo me prendo, no tengo problemas en ir", le dijo el candidato presidencial a Maturano, a sabiendas de que los gremios del transporte no lograron hasta acá que ninguno de los presidenciables fuera a hablar de sus propuestas con las organizaciones del sector.


En cualquier caso, la hipotética vuelta del dirigente ferroviario al redil oficialista quizás haya llegado algo tarde: la Unión Ferroviaria de Sergio Sassia (el gremio más numeroso del sector) y APDFA (Personal de Dirección de Ferrocarriles) patearon el tablero y se fueron dando un portazo de la Federación Ferroviaria Argentina, dejándolos solos a Maturano y al gremio de los señaleros.


Les achacan falta de acompañamiento a la "incontrastable transformación" del sistema ferroviario encarada por el kirchnerismo. Pero hay algo peor: cargan en Maturano la responsabilidad de impulsar un sindicato paralelo al de APDFA. "Habla de unidad, pero interfiere en la interna de otro gremio", dijeron a Infobae voceros de la actividad.


La crisis entre ferroviarios no fue una traba para pactar mejoras salariales. A última hora de anoche, los cuatro gremios acordaron "de palabra", por cuatro meses, un aumento no remunerativo que va de dos mil a casi cuatro mil pesos, según las distintas escalas.


Otro de los candidatos, Sergio Massa, hizo contacto, a su pedido, con el sindicalismo alternativo de la CTA de Pablo Micheli. Hay entre ambos una "afinidad generacional" que viene de los tiempos en que Massa estaba al frente de la dirección ejecutiva del AnSes. Con eses o sin ellas, el de Tigre habló de reducir impuestos, de combatir la inflación y el trabajo en negro, y de mantener siempre activos instrumentos como el Consejo del Salario Mínimo.


"Este Gobierno deja dos materias pendientes: democratizar el sistema de Inteligencia y el modelo sindical argentino", le apuntó Micheli. Y Massa le dio la razón.