La calle de Ferguson, en Missouri, en los EEUU, donde el sábado murió un joven afroamericano a manos de un policía, volvió a ser anoche escenario de protestas pacíficas durante el día y enfrentamientos entre agentes y manifestantes al caer la noche con nuevos arrestos, según informaron los medios locales.
La policía local, con uniforme y vehículos de apariencia militar, usó gases lacrimógenos para dispersar las protestas, y algunos manifestantes aseguraron haber recibido el impacto de balas de goma.
Los agentes alegaron haber sido atacados con cócteles molotov y también con un ladrillo, que causó una lesión en el tobillo a uno de los policías.
Desde el inicio de las protestas el domingo, la policía de Ferguson ha efectuado 47 arrestos y entre los últimos ocurridos el miércoles hay dos periodistas y un edil local que informaba sobre las manifestaciones en las redes sociales.
El presidente Barack Obama recibió información detallada de la situación en Ferguson en la noche del miércoles por parte del fiscal general de la nación, Eric Holder, y volverá a analizar un nuevo informe el jueves por la mañana, informó la Casa Blanca.
La muerte del joven de 18 años, desarmado, las versiones contradictorias de la policía y los testigos y la negativa a develar la identidad del agente han hecho escalar la tensión racial en una pequeña localidad en la que dos tercios de la población es afroamericana, pero los líderes políticos y los agentes de policía son mayoritariamente blancos.
"Ha habido pruebas de discriminación racial en el departamento en el pasado reciente"
El grupo de legisladores afroamericanos del Congreso ha pedido al Departamento de Justicia que investigue exhaustivamente la muerte del joven Brown, y su presidenta, Martha Fudge, aseguró que "ha habido pruebas de discriminación racial en el departamento en el pasado reciente".
Para Fudge, sólo las autoridades federales tiene "la experiencia y los recursos" suficientes para abordar este caso. Las autoridades locales y el FBI han iniciado dos investigaciones separadas.
La policía de Ferguson insiste en no develar la identidad del agente que mató a Brown para preservar su seguridad y la de su familia.
Según la versión de los agentes, cuando ocurrió el trágico suceso el pasado sábado el joven iba desarmado, pero atacó al policía e intentó quitarle la pistola, sin éxito.
Algunos testigos niegan ese relato y aseguran que el joven, al que su familia describe como tranquilo, tenía las manos en alto cuando el agente le disparó en repetidas ocasiones.
Este gesto, las manos en alto, y el grito "Manos arriba, no dispares" protagonizan las protestas desde el domingo, cuatro jornadas en las que los manifestantes -la mayoría afroamericanos- han ido al lugar del suceso para pedir "justicia".
Según Dorian Johnson, un amigo que acompañaba a Brown cuando se produjo el suceso, ambos caminaban por el medio de la calle junto a un complejo de apartamentos cuando el agente policial les ordenó que usaran la acera, lo que generó una discusión.
"No hicimos nada a nadie, ni llevábamos armas, sólo caminábamos y manteníamos una conversación"
"No hicimos nada a nadie, ni llevábamos armas en absoluto, sólo caminábamos y manteníamos una conversación", ha contado a la prensa.
El suceso ha desatado de nuevo el debate racial en el país, todavía con el recuerdo reciente del caso de Trayvon Martin, un adolescente afroamericano que murió a manos de un vigilante voluntario que le disparó en Florida en 2012.
La familia de Brown ha escogido al mismo abogado que representó a la familia de Martin, Benjamin Crump, que ayer criticó de inmediato la decisión de la policía de no revelar el nombre del agente que mató al adolescente en Ferguson.