Levinas: "El Gobierno nunca abrió los archivos que prometió"

El periodista reeditó La ley bajo los escombros, una investigación que documenta la complicidad de las autoridades locales con el ataque a la AMIA. En diálogo con Infobae, advirtió que la causa no avanza porque el encubrimiento "está enquistado" en el poder

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A 20 años del mayor atentado terrorista en la argentina, el periodista Gabriel Levinas publicó una nueva versión de La ley bajo los escombros (Editorial Sudamericana), una minuciosa investigación de suma actualidad que pone de manifiesto la complicidad de la justicia argentina y de las autoridades policiales en el encubrimiento de los responsables intelectuales y materiales de la voladura de la mutual localizada en Pasteur 630, y por qué el crimen que dejó 85 muertos y 300 heridos continúa impune.

La actual edición de la obra agrega cinco capítulos al texto original de 1998. Se incorpora un nuevo testimonio que hecha más dudas sobre la investigación, una nota del minucioso trabajo del periodista estadounidense Gareth Porter, y una entrevista a Carlos Telleldín -principal imputado en el ataque-. Además, se agrega un reportaje a Pablo Jacoby, abogado de la agrupación Memoria Activa, asociación de familiares de víctimas. Completa el texto un anexo con los pormenores del fallido memorándum de entendimiento que firmó el Gobierno con la República de Irán para el esclarecimiento del ataque terrorista.

-¿Cómo surgió "La ley bajo los escombros"?

El libro surge porque en el año 97 fui llamado por la DAIA para ayudar en la causa. Era una investigación periodística, la idea era mirar desde afuera y contar lo que se ve. Como no se sabía nada del expediente, lo que hice fue informatizar. Hasta ese momento ni en el juzgado, ni la defensa ni la querella lo tenía así. Al hacer ese trabajo aparecieron un montón de contradicciones, evidencias, desmanejos del juez y de la policía durante la obtención de pruebas del atentado.

- ¿En qué consistió el encubrimiento?

Hubo ocultamiento de pruebas y desvíos en la investigación. Pusieron en el banquillo de los acusados a gente que no tenía nada que ver con el atentado, o gente que era corrupta pero que no estaba relacionada directamente. Principalmente se intentó no profundizar en la hipótesis de la "conexión local".

- Por lo que sostiene en el libro, no descarta la posibilidad que en el atentado estuvieran implicados el gobierno iraní y sus servicios.

Es probable que Irán haya ordenado el atentado. Pero son cosas que no tienen una entidad probatoria. Es una línea de investigación a seguir. Lo que seguro hay es una enorme participación local en el encubrimiento. Todos los que hicieron la investigación inicial y que confeccionaron gran parte del expediente -que todavía es válido- son tipos que han mentido, adulterado pruebas. Los han procesado por ello. Nadie oculta y encubre a alguien que no conozca y sobre quien no tenga un interés. No van a poner en riesgo su carrera y su persona ocultando información si no hay una relación de alguna clase.

Lo que está demostrado es que hay encubrimiento, y que hubo conocimiento previo de que el atentado iba a ocurrir por parte de algún sector de las fuerzas armadas y de seguridad. Por eso los policías no estaban en la puerta en el momento de la explosión.

-¿Hasta qué nivel de gobierno y del Poder Judicial llega el encubrimiento?

Nada de lo ocurrido hubiese sido posible sin la participación del Estado. Yo no creo que esa decisión haya sido modificada a lo largo de los distintos gobiernos que pasaron después de 20 años.

- ¿A qué atribuye que continúe este encubrimiento a lo largo del tiempo?

Al estar tan enquistado en las fuerzas de seguridad, en los servicios de inteligencia y la Justicia, llevar adelante un proceso de investigación real implica enfrentarse a todo eso. Y hay gente que no tiene la autoridad, la honestidad y la limpieza suficiente para hacerlo. Para atacar un nido de corrupción, no lo pueden hacer funcionarios corruptos.

-Algunos sostienen que esos enquistamientos ocurren porque existe una suerte de autonomía de las fuerzas de seguridad de la política, como si fuera un Estado dentro del Estado.

La autonomía existe en tanto el que tenga que regular sea un corrupto. Si no sos corrupto, a los tipos los mandás en cana. Cuando no estás limpio, no podés tocar ni atacar a nadie.

-¿Hubo algún avance o signo positivo del Gobierno con la causa a lo largo de estos años?

No. Nunca abrieron los archivos que prometieron abrir, por lo que perdieron una vía para acceder a información.

-Usted toma como fuente para su libro a la agrupación Memoria Activa, un grupo de familiares de víctimas que se alineó con el kirchnerismo. ¿Qué opina al respecto?

Los familiares de las víctimas son gente común, de trabajo, que de repente un día le matan un pariente y terminan llevando adelante un proceso que debía llevar el Estado. Como el Estado no hace lo que tiene que hacer, ellos tratan de conseguir Justicia. Lo mismo pasó con las madres de Plaza de Mayo y en el accidente de Once. Si esto funcionase como debiera funcionar, no existirían estos grupos. Uno termina confiando más en esta gente porque alguien que perdió a su hija no va a estar jodiendo. Pero que hagan las cosas con honestidad no quiere decir que las hagan bien. Creo que Memoria Activa y los grupos de familiares de las víctimas no hicieron las cosas bien, pero no tenían por qué hacerlas, no era su obligación. Los familiares están para esperar que haya justicia.

- En una parte del libro menciona que existe una responsabilidad en la investigación por parte de la dirigencia de la comunidad judía.

Ellos son víctimas del atentado. No son responsables por más que hayan hecho las cosas mal en su función de querellantes. La dirigencia puede haber actuado ingenuamente, pero es una responsabilidad menor en comparación con la del Estado. Si el querellante es bueno o idiota es un problema aparte.

-Hay un anexo en el libro en referencia al Memorándum de entendimiento entre el gobierno argentino e iraní para el esclarecimiento de la AMIA. ¿Que evaluación hace de este tratado?

Yo creo que la justicia argentina tiene que actuar en la Argentina, agarrar a los imputados acá. Si tiene elementos contundentes para procesar a iraníes, que lo haga. La última vez que se detuvo a un sospechoso en el exterior fue en Inglaterra, por orden de Interpol (NR: se refiere al ex embajador de Irán en Buenos Aires, Hadi Soleimanpour). Cuando el juez de la causa de la extradición vio lo que había en el expediente para pedir la captura, liberó al tipo y multó a la Argentina. Era todo un cuento chino que no servía para nada, todas suposiciones, no había pruebas concretas que ligaran a Soleimanpour con el atentado.

Esto pasó porque en Inglaterra la justicia es independiente. Nosotros miramos a la justicia de otros países, como al juez Thomas Griesa (NR: quien falló en contra del país en el litigio contra los holdouts), como si estuvieran manejados por el poder, pero no es así. Por eso son países poderosos, porque tienen división de poderes. Sino serían dictaduras idiotas.

- ¿Qué camino se tendría que transitar para garantizar una investigación limpia?

A 20 años del atentado lo único que se puede hacer es agarrar a cada una de las personas que encubrió, meterlas presas, y tratar de averiguar por qué encubrieron. Nadie encubre porque sí. Si el tipo explica por qué lo hizo, se puede llegar a saber quiénes fueron los autores del atentado.

Actualmente, la causa por encubrimiento del atentado tiene como imputados al ex presidente Carlos Menem, el ex jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, el comisario Jorge "fino" Palacio, el ex juez Juan Jose Galeano, los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, el ex comisario Carlos Castañeda, el ex presidente de la DAIA Rubén Beraja, y el doblador de autos Carlos Telleldín, acusado como el último poseedor del motor de la camioneta Trafic que se cree fue usada para cometer el atentado, quien ya fuera absuelto por homicidio agravado pero deberá regresar a los tribunales. Una parte del expediente lo lleva adelante el juez Lijo, mientras otros dos tramos ya fueron elevados a Juicio Oral.

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