El 55% de los trabajadores de América Latina no cuenta con aportes previsionales

Un estudio del Banco Mundial revela que los países de la región hicieron mejoras en la cobertura social de adultos mayores, pero necesitan reducir la informalidad laboral y garantizar la sustentabilidad de futuras jubilaciones

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Europa enfrenta una crisis fiscal creciente como consecuencia del envejecimiento de su población mayor de 65 años que se retira del mercado laboral. El costo que el Estado debe asumir para el pago de pensiones plantea un escenario futuro muy crítico para las arcas públicas de las economías más desarrolladas.

América Latina enfrenta el desafío de aumentar la tasa de cobertura, reducir los niveles de informalidad laboral para garantizar mayores aportes y mejorar los ingresos de los adultos mayores. El 55% de los 290 millones de latinoamericanos en edad de trabajar, no aportan a ningún sistema previsional.

Unos 160 millones de trabajadores no hacen aportes previsionales"En América Latina ha habido un enorme esfuerzo de inclusión", asegura Ignacio Apella, economista del Banco Mundial que junto a Rafael Rofman lideraron un trabajo de investigación que analizó los sistemas de pensiones de 13 países de América Latina.

Entre 2000 y 2010, la mayoría de los países de la región se vieron beneficiados por un aumento notable de los precios de los comodities que los dotó de recursos extraordinarios. Mientras en la década del 90 las reformas económicas derrotaron la inflación y avanzaron hacia la ortodoxia económica comprometidos con el equilibrio fiscal, los ingresos generados por el aumento de los precios internacionales en el comienzo del siglo XXI permitieron adoptar ambiciosos planes sociales y de inclusión.

De los 50 millones de adultos que tienen más de 65 años, el 40% no hizo aportes previsionales durante su etapa laboral. Brasil, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Perú, entre otros, incorporaron a millones de adultos mayores al sistema de pensiones no contributivas, es decir, dotaron del pago de una jubilación a quienes estaban por fuera del sistema formal. Eso permitió que sectores completamente postergados obtuvieran un beneficio económico que nunca habían tenido.

El beneficio se otorgó a través de moratorias para integrar beneficiarios de más de 65 años. Los fondos para financiar estos planes surgieron de los recursos fiscales excedentes y de la incorporación de nuevos trabajadores al sector formal que aumentaron los ingresos a las cajas previsionales o, en el caso de Chile, al sistema de capitlaización.

"Chile es uno de los países con mejor mercado de trabajo. En ese contexto, si se mira el sistema contributivo chileno, hoy está garantizada la cobertura del 60% de los adultos mayores" dice Rafael Rofman. Por eso, en 2008, el gobierno decidió implementar una reforma previsional que incluyó el pago de una pensión no contributiva financiada por el Estado para todos aquellos que tienen más de 65 años.

El desafío de América Latina es incorporar más gente al sector formalPara garantizar la sostenibilidad fiscal, Chile estableció un esquema que reduce el aporte del estado en la medida que los trabajadores formales que aportan a las AFP llegan a la edad de retiro. De esta manera, si el círculo virtuoso de incrementar el volumen de personas activas dentro del sistema laboral formal se sostiene, el Estado irá reduciendo el costo fiscal.

América Latina vive un proceso demográfico favorable, porque el promedio de edad de la población es de 28 años, es una de las regiones más jóvenes del planeta, pero esta tendencia se revertirá en algún momento. El fin de ciclo del "bono demográfico" se podría dar hacia el 2040.

Beneficios vs sostenibilidad

"El problema de América Latian es cómo integra a los adultos mayores que están fuera del sistema" dice el economista del Banco Mundial. Es que si bien las coberturas para mayores de 65 años alcanzan el 91% en Bolivia y Argentina, 86% en Brasil y Uruguay y 83% en Chile, países como Colombia y México sólo cubren al 44% de su población en edad de jubilación o mayor.

En la última década, el país que mayor trabajo de inclusión realizó con sus mayores fue Bolivia, porque el beneficio de recibir una pensión sin haber contribuido durante la etapa activa alcanza al 90% de la población. Brasil ocupa el segundo lugar, con el 48 por ciento.

"Para pensar en las jubilaciones hay tres elementos a tener en cuenta: cobertura, ecuación y sostenibilidad", dice Rofman. Finalmente se trata de una cuenta aritmética en la que cobertura es definir a cuántas personas debe llegar el beneficio, la ecuación es cuánto percibirá cada beneficiario y la sostenibilidad es la que define cuánto cuesta financiar el plan.

En términos fiscales, "todos los países de la región tomaron decisiones que no son riesgosas en el corto plazo", aclara Ignacio Apella, quien explica que en países como Argentina, la financiación del sistema previsional es de poco más del 6% del PIB, pero en la medida que la población envejezca y se revierta "bono demográfico" actual, los gobiernos deberán asumir costos cada vez más altos; según crece la esperanza de vida, recién en el año 2100 los gobiernos podrían necesitar alrededor de 20 puntos del PIB para sostener los sistemas previsionales.

"Dentro de 30 años, el 20% de la población de América Latina será mayor de 65 años", sostiene Apella.

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Sistemas de capitalización vs sistema de reparto

Los expertos del Banco Mundial evitan hacer una valoración acerca de definir qué sistema es mejor. Mientras en Chile predomina el sistema de capitalización privado e individual de las AFPs, países como Brasil tienen un 100% de prestación estatal.

Para Rofman y Apella, la clave reside en la adecuada administración, ya que hay casos de países con sistemas de reparto que tienen superávit en sus cuentas previsionales, y los sistemas privados también pueden ser eficientes.

"Lo más importante para la sostenibilidad de las pensiones será la producción de un país, el crecimiento de su economía", concluye Rofman.