Asís: "Boudou se extinguió por su apasionamiento por las monedas"

El reconocido escritor y periodista, quien destapó el caso Ciccone, habló con Infobae acerca de su flamante novela erótica "Dulces otoñales", la polémica por la exclusión de autores críticos al Salón del Libro de París y el cuestionado vicepresidente. "No importa si llega al 2015, el vice real es Gerardo Zamora", aseguró

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Nicolás Stulberg
Nicolás Stulberg

-Dulces otoñales es promocionada como su "novela erótica". ¿Tuvo algo que ver el éxito de libros porno soft como 50 sombras de Grey en su concepción?

-Nada, absolutamente nada. Dulces Otoñales es un relato cuya primera versión es de hace alrededor de 20 años y es más bien un tributo a ese autor absolutamente olvidado que es Henry Miller, no a las 50 sombras. Se trata además de una obra que no fue concebida aquí. Va a sonar como un acto de tilingueria lo que voy a decir pero, por mi trabajo y las obligaciones que conlleva, me cuesta escribir en Buenos Aires, asi que me rajo 2 o 3 meses por año al exterior para conectarme directamente con la literatura. Tengo un aluvión de archivos de novelas inéditas de esos períodos

¿El resto del año suspende toda producción no periodística entonces?

-Trabajo pero no termino. Abstraerme para concluir una novela es tarea imposible, razón por la cual todos mis últimos libros fueron terminados en París durante el verano argentino. Cuando empiezan a aparecer las ojotas en Buenos Aires, a mí me dan ganas de rajar. En vez de irme a Punta del Este, Pinamar, o todos esos lados permisivos y oficiales para los argentinos, yo me voy al invierno europeo. Me calzo un abrigo, alquilo o me prestan un departamento y me dedico a escribir

-¿Cómo definiría a esta nueva novela?

-Otoñales es una novela que tiene que ver con un divertimiento, con una experimentación... Es una apuesta por la literatura, aunque por supuesto todo el mundo quiere saber si es un relato autobiográfico.

-¿Y no lo es? El protagonista es Rodolfo Zalim, su habitual alter ego.

-Sí, pero Rodolfo Zalim es solo un instrumento de mi literatura. En este caso, es el Rodolfo de Del Flore Al Montparnasse, un escritor argentino en Paris con muchas opiniones que obviamente son mías, pero en literatura cuando ponés la palabra "yo", ya arrancás mintiendo. En el fondo todo es verso. A mí la literatura no me provoca ningún sufrimiento, todo lo contrario: me divierte, no la padezco. Esa manera existencial de verla, ese cuento de "solamente publique esas obras que mi mujer salvó del fuego", cosas que Ernesto Sábato decía en serio, no tienen nada que ver conmigo.

-En sus novelas, incluso desde las primeras, el sexo cumple un papel muy importante en la vida de los personajes

-En mis libros se lo pasa bien, eso nadie puede negarlo (risas).

-Otoñales debe ser sin embargo la más explícita de todas sus novelas

-Sí, yo sé que hay algunas cuestiones que son provocativas. No es casual decir "acabar es de obrero" o hablar de las felaciones comparadas, pero no invento nada tampoco. Todo esto está bastante desplegado en la literatura, no se puede ser tan recatado o provincial para escribir sobre estas cosas.

-En los últimos años hubo un cambio drástico en la apreciación de su obra. Hasta hace poco tiempo, estaba mal visto que te gustara Asís, y ahora sucede todo lo contrario, no hay escritor joven que no lo mencione como su escritor argentino preferido. ¿Cómo vive esta reivindicación?

-Yo siento que me reinvindican los hijos de aquellos que me negaron, y eso por supuesto produce un cierto placer. Tanto señalarme como un maldito que terminaron generando una atracción hacia el maldito. Además los odios tenían que ver con cuestiones extraliterarias. Ahora surge la exaltación de mi figura casi como una profanación, como un intento de transgredir y señalar la idiotez  de todos aquellos que me negaron. A fin de cuentas, creo tener una obra respetable y con una sinceridad no desde el punto de vista ético pero sí del punto de vista literario. En este momento, solo espero terminar por lo menos 15 o 20 archivos de los que tengo pendientes. No tengo nada por ocultar ni ninguna mascara que proteger ya.

Nicolás Stulberg
Nicolás Stulberg

-El otro día estuvo en el programa de Mariano Grondona, y dijo algo que suele repetir, acerca de cómo en la Argentina nadie defiende los lineamientos de los 90s

-Yo lo que señalo es que en la política argentina falta un discurso que tenga que ver con grandes lineamientos liminares. Lo que yo rescato de los años 90s, pese a que decir esto no cae bien en algunos lugares, es la apertura de la economía, la creación de un clima de negocios, el compromiso estratégico con Occidente, y lo que fue la reconciliación nacional. Todos estos son temas que me parece están ausentes en los discursos de los políticos de hoy.

-¿Incluso en el de Mauricio Macri?

-Macri es el que más podria representarlo, razón por la cual trata de ser lo menos explícito posible. Porque ese es un discurso que fue derrotado por una interpretación progre de la vida, que hace que hoy nadie quiera sentirse, ni siquiera ser tildado, de centro-derecha, lo cual es de una idiotez superlativa. Me parece que lo que falta para verdaderamente hacer de Argentina un país viable de verdad es esa alternativa. Yo no soy político y lo aclaro, no hago campaña, pese a que tengo algunas propuestas, porque cuando sos conocido, tenés algún discurso que penetra, algún posible encanto para transmitirlo, siempre hay propuestas.

-Y no lo tienta ni un poco volver a la política?

-No, ahora me divierto mucho más desde el periodismo. Por supuesto que no podría tener nada que no sea un lugar marginal, conozco demasiado el paño político como para comer vidrio y pensar otra cosa. Yo podré disputar un liderazgo conceptual en cualquier parte, pero no un liderazgo de territorio.

-Usted fue el primero en implicar al vicepresidente Amado Boudou en la compra de la imprenta Ciccone y escribir al respecto en su portal. ¿Le sorprende lo lejos que llegó el tema?

-La información que tenía era rigurosa y  la investigué mucho, así que de cierta manera no me sorprende, pero yo no me ocupo más de Boudou, y esto no es simplemente una declaracion de principios. Yo soy un buen talador, sólo arboles de pie. A mí los troncos de árboles caídos no me interesan.

-¿Le parece que llega hasta el 2015 el vicepresidente?

-Que llegue o no llegue es algo que no importa, porque La Doctora ya impuso  como presidente provisional del Senado a Gerado Zamora, quien hoy es el vice real de la Argentina. Boudou, para volver a la literatura, es Benjamín Otálora, del cuento "El muerto" de Borges. "Le dimos el poder, la gloria, total estaba muerto". Eso es ahora el pobre Amado Boudou,  que era un buen producto, con alguna formación inclusive,  pero se extinguió demasiado rápido por su apasionamiento por las monedas.

-Por último, quería preguntarle por la polémica a raíz de la exclusión de autores críticos del gobierno al Salón del Libro en París para representar a la Argentina. ¿Le molestó que no lo hayan invitado?

-No, para nada. Es más,  si desde el gobierno me invitaban, me ponían en un problema. Si fuesen más picaros me invitaban para obligarme a decirles que no. Como te imaginarás, lo que menos me interesa es recibir a esta altura un pasaje de estos muchachos... Para irme a París, no necesito que me invite (el secretario de Cultura Jorge) Coscia además. Yo me saco un 42 J, porque no tengo ningún reparo en viajar en clase turista, y pasado mañana estoy tomando un cafe en un boulevard parisino.