Por qué The Economist habla de "un siglo de declive argentino"

La prestigiosa revista británica asegura que "en 1914 Argentina sobresalía como el país del futuro", pero que hoy "es un desastre". El artículo fue ilustrado con una imagen de un extenuado Lionel Messi

Compartir
Compartir articulo
  162
162

El artículo de The Economist comienza ensalzando a la Argentina de 1914 por su economía ("había crecido más rápido que la de los Estados Unidos en las últimas cuatro décadas"), su PBI per cápita ("era más alto que el de Alemania, Francia o Italia"), su agricultura ("maravillosamente fértil"), su clima ("soleado") y su flamante democracia, además de "una población con un buen nivel educativo y el baile más erótico del mundo".  

Sin embargo, la nota escrita por Andrew Palmer advierte que "lo peor que le puede pasar a un país" hoy ya no es el totalitarismo, sino "convertirse - sin darse cuenta - en la Argentina del siglo 21".

"Argentina está una vez más en el centro de la crisis de un mercado emergente. Por eso se le puede echar la culpa a la incompetencia de su presidente, Cristina Fernández, pero ella es apenas el más reciente eslabón de una larga sucesión de populistas económicamente iletrados que pueden rastrearse hasta Juan y Eva (Evita) Perón, e incluso más atrás", analiza el artículo titulado "La parábola de Argentina".

Y define una fórmula para lo que llama su "decadencia firme": dice que "se logra con instituciones débiles, políticos cerrados a lo que viene de afuera, una vaga dependencia a algunos activos y el rechazo permanente a aceptar la realidad".

Al analizar la historia económica del país, Palmer divide sus argumentos. Primero habla de "mala suerte". Dice que primero fue "golpeada por el proteccionismo del período de entreguerras" y que la crisis de los '90 "fue particularmente salvaje, e hizo que los argentinos sospecharan permanentemente de las reformas liberales".

No obstante, aclara que "la mala fortuna no es la única culpable" y que "el declive fue en su mayoría auto-infligido". Por eso buena parte de las críticas se centran en la dependencia de las commodities ("el aspecto más fuerte de Argentina en 1914, se transformaron en una maldición").

Sobre ese punto, señala: "Demasiados países se han ido hacia arriba gracias a la exportación de commodities, pero descuidaron sus instituciones". Y subraya, como un punto débil, que "Argentina no desarrolló partidos políticos fuertes", que "su Corte Suprema se ha visto alterada repetidas veces" y que "los sobornos son endémicos".

Con esos argumentos a cuestas, la conclusión es lapidante: "La lección de la parábola de Argentina es que un buen gobierno es importante. Quizás ya ha sido aprendido. Pero es probable que en los próximos 100 años el mundo mire hacia atrás y vea otra Argentina - un país del futuro que se quedó atrapado en el pasado".