Informe PISA: Argentina tiene los alumnos menos felices y de peor rendimiento

Si se combina el puntaje obtenido en la prueba de matemática con los resultados de una encuesta que pregunta por la felicidad en la escuela, se ubica 62ª entre 63 países

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El informe PISA 2012, que realiza cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para medir el rendimiento de los jóvenes de 15 años en matemática, lectura y ciencias, reveló el año pasado el pobre rendimiento educativo de los alumnos latinoamericanos.

Considerando el puntaje en matemática, la disciplina sobre la que se centra el último informe, Perú fue el que obtuvo los peores resultados entre los 64 países evaluados, con 368 puntos. Lo siguieron: 63. Indonesia (375), 62. Qatar (376), 61. Colombia (376), 60. Jordania (386), 59. Túnez (388), 58. Argentina (388), 57. Brasil (391), 56. Albania (394) y 55. Costa Rica (407).

Pero PISA no sólo toma exámenes a los estudiantes secundarios. También les realiza una encuesta a través de la cual busca comprender cómo viven su paso por la escuela, algo que no recibe tanta difusión como los puntajes, pero que puede ser muy significativo.

Una de las preguntas más ambiciosas del sondeo es si están de acuerdo con la frase "soy feliz en la escuela". En todos los países la mayoría responde que sí, pero no en la misma proporción.

Estos son los "menos felices": 64. Corea (60,4%), 63. República Checa (63,4%), 62. Eslovaquia (64,4%), 61. Estonia (66,6%), 60. Finlandia (66,9%), 59. Letonia (67,7%), 58. Polonia (68,4%), 57. Rusia (72,2%), 56. Grecia (74,6%), 55. Qatar (75,2%), 54. Italia (75,6%) y 53. Argentina (77%).

Para no dejar las dos variables como cosas separadas y entender la relación que existe entre ellas, Infobae realizó un gráfico en el que combinó las posiciones de los países en el examen de matemática y en la encuesta sobre felicidad (son 63 y no 64 porque hay casos que no fueron medidos en una de las dos variables).

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En el rectángulo inferior izquierdo se agrupan los países con los alumnos menos felices y que además obtuvieron los puntajes más bajos en matemática. En el rectángulo superior derecho, los más felices y de mejor desempeño.

Promediando la posición obtenida por los países en los dos rankings, estos son los diez con los estudiantes más exitosos y contentos:

1. Singapur.

2. Taiwán.

3. Hong Kong-China.

4. Suiza.

5. Liechtenstein.

6. Shanghai-China.

7. Japón.

8. Islandia.

9. Macao-China.

10. Bélgica.

Estos son los diez peores, aquellos con alumnos que manifestaron mayores problemas académicos y menor satisfacción en la escuela:

63. Qatar.

62. Argentina.

61. Grecia.

60. Rumania.

59. Eslovaquia.

58. Túnez.

57. Montenegro.

56. Rusia.

55. Jordania.

54. Bulgaria.

La Argentina no sólo es el segundo peor ubicado, sino que es además el único de América Latina que está entre los diez del fondo. Entre los 20, sólo aparece Brasil, en el puesto 49.

Razones del fracaso educativo argentino

"La felicidad tiene que ver con acercarse a lo que uno quiere, y la escuela argentina tiene poco que ver con eso. No se sabe para qué está y atraviesa una crisis de sentido. Es desordenada y de baja calidad, y los estudiantes están enojados por eso. No es que estén insatisfechos porque no quieren estudiar. De hecho, ponen mucha voluntad para terminarla, y el 79% quisiera seguir estudiando", explica Gustavo Iaies, licenciado en Ciencias de la Educación y director del Centro de Estudios en Políticas Públicas, en diálogo con Infobae.

"Cuando los jóvenes se sienten contenidos e invitados se enganchan mucho. Nosotros hicimos el año pasado un estudio para Unicef en el que preguntábamos qué es un buen profesor, y los chicos respondían que son los que saben, los que enseñan y los que exigen. Está claro que la demanda de ellos es por docentes que los atiendan y les enseñen", agrega.

Pero a pesar de sus responsabilidades en el desempeño de los estudiantes, el investigador advierte que no se puede culpar de la crisis a los profesores, que en muchos casos la sufren tanto como los alumnos. El problema es el funcionamiento de la institución.

"Hay una estructura en la que es difícil convivir -dice Iaies-. Un maestro no puede tener 20 ó 18 grupos en una semana. Es imposible construir un vínculo con 550, 600 alumnos".

"Tenemos un modelo escolar que no cierra para lo que queremos enseñar -continúa-. Sigue habiendo un zapping curricular brutal, en algunas provincias, los estudiantes llegan a tener 16 materias por semana, y no hay manera de estudiar 16 cosas de a dos horas por día, queriendo que aprendan algo significativo".

La Argentina, el país con mayor ausentismo del mundo

El problema de las encuestas de percepción, como la que pregunta acerca de si los jóvenes se sienten felices en la escuela es que nunca se sabe qué interpretan ellos por felicidad. Además siempre está la duda sobre la seriedad con la que es respondido algo tan difícil de contestar.

"En el gráfico de felicidad, varía poco el porcentaje de alumnos que son felices, porque la propensión de los alumnos a estar de acuerdo es muy alta. Además hay contradicciones. El 92% dice que la escuela es una pérdida de tiempo, pero un 96% dice que si les va bien tienen más probabilidades de conseguir un mejor trabajo o de entrar a la universidad, y un 94% dice que esforzarse en el colegio es importante", dice Alejandro Ganimian, doctorando en Análisis Cuantitativo en Educación por la Universidad de Harvard, en diálogo con Infobae.

Por eso, un dato que muestra con mucha mayor contundencia que los estudiantes argentinos no están a gusto en la escuela es que son los que más faltan entre todos los países evaluados.

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El Informe PISA muestra que un 58% de los alumnos argentinos faltó al menos una vez a la escuela en las dos semanas previas a la realización de las pruebas. El segundo peor posicionado es Turquía, junto con la Argentina, el único país con más de un 50% de ausentismo. Luego, bastante más lejos, quedan Italia, Jordania, Emiratos Árabes, Rumania, Australia, Costa Rica, Israel y Malasia.

Un 45% de los argentinos estuvo además ausente en alguna clase dictada en las dos semanas previas a la evaluación. En este ranking, el último puesto lo tiene Letonia, seguido por Turquía. La Argentina aparece en el antepenúltimo lugar, y después vienen Rumania, Costa Rica, Grecia y Chipre.

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"La diferencia entre los que no faltaron a ninguna clase y los que lo hicieron cinco veces o más fue de 56 puntos en la prueba de matemática. Entre los que no faltaron nunca a la escuela y los que se ausentaron cinco o más veces fue de 61 puntos, casi dos años escolares", cuenta Ganimian.

"Estos datos no deberían llamar tanto la atención, porque en comparación con el resto del mundo e incluso dentro de América Latina, la Argentina tiene tasas de deserción escolar muy altas. Es consistente que los alumnos estén faltando a la escuela cuando, de hecho, la abandonan bastante temprano", agrega.

Un enfoque equivocado

La presidente Cristina Kirchner presentó el pasado miércoles el Plan Progresar, destinado a jóvenes de 18 a 24 años que no tienen trabajo. Consiste en un subsidio de 600 pesos por mes para que puedan iniciar, continuar o terminar sus estudios primarios, secundarios, terciarios o universitarios.

"El anuncio evidencia la idea de que con la misma escuela y un poco de plata los jóvenes se van a quedar. Pero la verdad es que esencialmente no se van por un problema económico. Entonces, si no se hace algo con la institución, por más que les den 600 pesos no se va a cambiar la realidad", explica Iaies.

"Lo que hicimos -continúa- fue poner más recursos en la vieja escuela, pero lo que hay que resolver es su estructura y su modelo de organización. Todos tenemos una idea conceptual de que queremos una escuela más inclusiva, pero cuando uno habla con los rectores, ninguno logra traducir qué quiere decir eso. Entonces, tenemos la vieja escuela selectiva de las clases medias y medias altas, con las normas y las pautas relajadas, y eso no es una escuela inclusiva".

"Los jóvenes quieren aprender, no solamente estar, porque después el mercado les demanda saberes. La

Argentina tiene todavía una gran deuda, que es reflexionar en serio sobre lo que es construir una escuela verdaderamente inclusiva

", concluye.