El Papa a la mafia: “¡Conviértanse!”

Francisco interpeló al crimen organizado: “No pueden esclavizar a mujeres y niños”. También beatificó a un sacerdote asesinado

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“No pueden convertir en esclavos a nuestros hermanos”, dijo Francisco, criticando la explotación de que son víctimas muchas personas. 

Pienso en el dolor de tantos hombres y mujeres, incluso de niños, que son explotados por tantas mafias que les hacen hacer un trabajo que los vuelve esclavos, con la prostitución, con tantas presiones sociales. Detrás de esta explotación, detrás de esta esclavitud, están las mafias", dijo el Papa.

"Roguemos al Señor para que convierta los corazones de estas personas. No pueden hacer esto. No pueden hacer de nosotros esclavos. Debemos rogar al Señor. Recemos para que estos mafiosos y esta mafiosas se conviertan a Dios”, agregó.

Al rezar el Ángelus en la Plaza San Pedro, el Papa recordó a don Pino Puglisi, a quien beatificó; un sacerdote de Palermo asesinado hace 20 años por la mafia. Un hombre cuya vida y cuya muerte son aún una advertencia para quien pensaba destruir con él lo que él había sembrado, dijo Francisco.

      
      

Don Puglisi fue un sacerdote ejemplar, especialmente dedicado a la pastoral juvenil. Educando a los muchachos de acuerdo al Evangelio, los sustraía de la mala vida, y por eso, ésta quiso derrotarlo asesinándolo. En realidad, es él quien ha vencido, con Cristo resucitado”.

Un prolongado aplauso fue la respuesta de los fieles a estas palabras del Papa.

El sacerdote siciliano que Francisco acaba de beatificar fue asesinado al día de su 56º cumpleaños, el 15 de septiembre de 1993, frente a su casa. Se cumplirán pronto 20 años de esta ejecución mafiosa de un hombre que molestaba, porque evitaba el reclutamiento de jóvenes para el crimen organizado, tal como lo recordó Francisco.

Nacido en Palermo en 1937, Puglisi era hijo de un zapatero y una costurera. Fue ordenado sacerdote en 1960 y destinado a una parroquia de Godrano, escenario de una sangrienta guerra entre dos familias mafiosas.

En los años 90 fue destinado a Palermo, en el barrio de Bracaccio, también dominado por la mafia, y donde fundó un hogar para recibir a familias en dificultades.

Su asesino, Salvatore Gregoli, fue detenido en junio de 1997, y sus mandantes, Filippo y Giuseppe Graviano, al año siguiente. Gregoli se convirtió y confesó haber asesinado a 50 personas. Dice que la muerte de don Puglisi lo persigue “como una maldición”. “Pienso en mis muertos” y “lloro y rezo por ellos”.