"El asesinato está legitimado por una política penal garanto-abolicionista"

Un delincuente condenó a Diana Cohen Agrest al dolor perpetuo al asesinar a su hijo. Ahora, en un libro, ella denuncia que un sistema siniestro, oficialmente promovido, busca exonerar siempre al victimario. Vea la entrevista

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"¿Mami, me prestás el auto?", fue una de las últimas cosas que la filósofa Diana Cohen Agrest escuchó decir a su hijo Ezequiel, de 26 años, aquel 8 de julio de 2011, poco antes de que un delincuente lo matara de un disparo en una "entradera".

Ese hecho brutal, ese crimen sin remedio, puso a la familia Cohen-Agrest en un camino de dolor pero también en el de un descubrimiento: el de vivir en una "patria filicida", donde impera un sistema penal abolicionista que, en nombre de un humanismo y una compasión mal entendidos, promueve la excarcelación como norma, aún la de los perpetradores de crímenes aberrantes.

En vez de preguntarse "¿por qué a mí?", Cohen concluye que los habitantes de este país debemos preguntarnos "¿por qué no a mí?", dado que el Estado argentino ha renunciado a ejercer el poder punitivo que los ciudadanos le han delegado. Su libro, Ausencia perpetua. Inseguridad y trampas de la (in)Justicia, es una radiografía y una requisitoria de este "experimento social".

La larga lista de liberaciones anticipadas que acaban en reincidencia no constituyen, dice la autora, una cadena de casualidades, sino una política mediante la cual se alienta la "deslegitimación del sistema penal", al punto de cuestionar las bases mismas del pacto que dio origen a la Nación. Las mismas autoridades que deben aplicar el sistema penal son las que promueven su des-legitimización.

Para probarlo, Cohen Agrest ha leído y analizado a los teóricos locales de lo que llama garanto-abolicionismo (Zaffaroni, Gargarella) y también a autores extranjeros que los inspiraron (Ferrajoli). El resultado es estremecedor. Su libro es imprescindible para tomar conciencia de la peligrosidad de la etapa que vivimos.

"Si en lugar de llorar sólo a los caídos de la dictadura, se llorara también a los muertos silenciados por la democracia que no le sirven al relato oficial…", se esperanza Cohen Agrest. Pero en este país se minimiza y hasta invisibiliza a los muertos. Y "la indiferencia obscena frente al dolor de los enlutados es institucionalizada toda vez que una injusta justicia atiende solamente a los derechos de quien vulneró la ley", sentencia la autora.

En diálogo con Infobae, Diana Cohen Agrest admite que, después de una primera condena a prisión perpetua del asesino de su hijo, el caso se encamina como tantos otros hacia la impunidad, porque un fallo de Casación ya revocó la pena y se dispone a reducirla (ver puntos importantes).

En la primera parte de esta entrevista, la filósofa y ensayista rememora el crimen de su hijo, y anticipa el posible no castigo a su asesino. Y, en una segunda, denuncia lo que, para ella, en definitiva, es una política penal "terriblemente neoliberal".

"Los jueces escribieron un fallo falaz con la sangre de mi hijo y con nuestro dolor"

¿Qué descubriste sobre la justicia argentina cuando mataron a tu hijo?

Por primera vez me asomaba a un mundo que para mí era absolutamente desconocido. Ni siquiera sabía que necesitaba un abogado querellante. Me lo dijo una amiga de mi hijo y que su padre se ofrecía generosamente. No tengo palabras para agradecer a los doctores Daniel Borojovich y Carlos Augusto Pousa. Gracias a ellos se encontró al asesino un mes después y en abril de 2012 tuvo lugar el juicio. Los jueces le dictaron perpetua, pero el fallo fue en disidencia y uno de los jueces dio una fundamentación distinta. En la apelación, se revocó la perpetua en base a los argumentos de ese juez.

¿Cómo te sentiste al leer que el tribunal culpaba a tu hijo de su propia muerte?

Por un lado, diría que es una pena que se haya revocado la carátula, pero, francamente, en esta campaña que estoy iniciando, con el libro que escribí con sangre, sudor y lágrimas, este fallo no hace más que darme la razón. Mi libro es tan verdadero como falaz el fallo que estos jueces escribieron con la sangre de mi hijo y con nuestro dolor. Dijeron que Ezequiel había sido el culpable por trenzarse en una rencilla con su asesino. Escribieron que tal vez el arma estaba en la casa de la compañera de Ezequiel, y no fue llevada por el asesino. El homicida [Sebastián Pantano, ver fotos relacionadas] tenía cuatro condenas anteriores, pero en 2010 había sido liberado por el Tribunal nº5 de Morón.

¿Condenas por delitos menores?

No, por portación de armas de guerra, portación de arma civil y encubrimiento. Había sido condenado, pero apeló y eso habilitó a que un juez lo liberara y matara a mi hijo. Y, de la misma manera que apeló la primera vez, ahora vuelve a apelar, y recaratulan la causa habilitando que en poco tiempo salga y vuelva a matar.

En tu libro explicás que esto no es casual sino que responde a una política deliberada…

Es la doctrina que sostiene que el delincuente es una víctima de la sociedad y entonces, si se lo castiga, se lo está revictimizando. Para sostener eso se hace una reelaboración del lenguaje, una manipulación retórica, señalada en su momento por Carlos Nino, un gran jurista que debatió con Raúl Zaffaroni, porque el garanto-abolicionismo habla de "jaulas" en lugar de cárceles, y habla de "prisionizar".

¿Prisionizar?

Sí, porque prisionero es una cosa, pero prisionizado es un participio pasivo. Se quiere dar a entender que en realidad hay un Leviatán, un monstruo que es el Estado, que está ejerciendo su acción punitiva o su afán vindicativo sobre el prisionizado. Pero el prisionizado es en realidad un reo, un delincuente, al que en la mayoría de los casos se excarcela anticipadamente, porque en Argentina los beneficios previstos para situaciones particulares son tomados como obligaciones que tienen los jueces: excarcelación, cárcel part-time, probation o, en castellano, trabajo comunitario, etcétera, son penas alternativas, excepcionales, que sólo debieran darse para delitos menores. Alguien que está robando comida en un supermercado puede recibir una probation. Es más, yo le daría un trabajo para sacarlo del camino del delito. Pero acá estamos hablando de muertes, y de una doctrina que invierte el orden entre la víctima y el victimario.

Exculpa al victimario y olvida a la víctima…

Claro, lo que yo viví como algo excepcional, ocurre todos los días y está totalmente naturalizado. Esta política penal en el fondo es terriblemente neoliberal porque el caso de Ezequiel es excepcional. La enorme mayoría de los chicos que mueren a manos de la delincuencia son tan pobres y tan víctimas sociales como los que eligen matar. La única diferencia es que los que mueren vivían en el marco de la ley, a costa de su trabajo y del sacrificio de su familia, mientras que el que mató, eligió caminos alternativos. ¿A quién están defendiendo? ¿A los que salen a matar? ¿Cuál es el orden que se rompió con esta nueva lógica penal? ¿Acaso no tuvimos suficientes muertos? ¿No tuvimos dictadura, Malvinas, AMIA? Es una nueva irracionalidad que se está implementando y que además con la próxima reforma del Código penal se va a institucionalizar desde la norma.

¿Por qué esa obsesión por excarcelar?

Estamos viviendo un sistema penal que se está encaminando hacia el abolicionismo. Las penas privativas de libertad van siendo sustituidas por penas alternativas: pulsera electrónica, cárcel domiciliaria, part-time, probation… A lo que se tiende es que aún para los delitos más aberrantes se anule la pena privativa de libertad, porque el garanto-abolicionismo sostiene que la pena no sirve para nada, no hace justicia a la familia de la víctima, ni es disuasiva. Entonces, buscan anularla. Pero es llamativo que en otros órdenes sociales, sí se castiga. Por ejemplo, en el fuero penal tributario, si el ciudadano no paga una factura, ésta llega luego con recargo. La justicia contravencional me cobra multa o me resta puntos si violo un semáforo en rojo. ¿Cómo puede ser que en lo tributario, en donde se juega un mísero impuesto, haya que pagar una multa y ante la muerte de un individuo se busque la manera más rápida de exonerar al homicida?

Los teóricos del garantoabolicionsimo que analizás en tu libro dicen que la prisión es contraria a la ideología de los derechos humanos…

Sí, privar de libertad a una persona es 'inhumano', pero privar de la vida a una persona está legitimado por una política penal que yo llamo una política criminal criminal. Cada juez que excarcela a un victimario que mató está habilitando que haya una nueva víctima. En Argentina hay pena de muerte, porque los jueces del tribunal que en el año 2010 liberaron al asesino de mi hijo lo habilitaron para que matara a Ezequiel. Así como en la época de la dictadura el gobierno era culpable por comisión de las muertes de entonces, hoy las autoridades son culpables por omisión de los crímenes de hoy. El juez que libera a un asesino es un ejecutor indirecto, por omisión, del próximo ejecutado.

Decís que el castigo nunca se asimila a la pena de la víctima, sobre todo en un caso de homicidio…

En los pueblos antiguos existía la Ley del Talión, que hoy es vista como una ley negativa, pero en el fondo era benévola porque antes de eso, si uno robaba una gallina,lo mataban. El ojo por ojo, diente por diente, de la Ley del Talión estipula que la venganza privada tiene que tener el mismo valor, sustraerse el mismo bien quitado en el delito original. Cuando nace el Estado moderno esa venganza privada se deposita en el Estado. Los hombres renuncian a la justicia por mano propia, y ceden ese derecho al Estado. Así nace el Estado moderno, aquel que posee el poder punitivo para castigar a sus soberanos. Cuando se imponen los ideales ilustrados, la pena capital, que es una pena taliónica y que no comparto porque creo que nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro, fue remplazada por las cárceles. Pero hoy éstas son rechazadas por el garanto-abolicionismo por ser criminógenas, por ser escuelas del delito. Y es cierto que lo son, pero la solución no está en anular la cárcel sino en modificar el sistema carcelario. Se dice que la cárcel es una pena infamante. Lo infamante son las condiciones de las cárceles. Cuando se evita la cárcel como castigo, se pasa por alto que quien está en la cárcel es muchas veces una persona que le quitó la vida a otro, a una persona que sus amigos y familiares van a velar por el resto de sus vidas. Según un estudio, por cada persona que muere, hay un promedio de 128 que quedan enlutadas. Y cuanto más joven es la persona, más enlutados hay.

¿No hay proporcionalidad en el derecho penal argentino?

Sí, paradójicamente, nuestro derecho penal se basa en principios que son contradichos por estos fallos. Uno de los principios fundamentales del derecho penal, en todos los sistemas democráticos, es el de proporcionalidad de las penas a los delitos. ¿Qué principio de proporcionalidad se sostiene cuando un individuo que mató es excarcelado a los 8, 9 ó 10 años? ¿Cuál es la proporcionalidad? ¿Quitarle quizá 50, 70, 80 años de vida a un chico que muere a los 15 ó 20 años a cambio de los 8 que estará en prisión un asesino? ¿Dónde está la proporcionalidad? ¿Qué tipo de aritmética es ésta? Que me lo vengan a explicar, yo vengo de la filosofía, estudié lógica. Con tal de excarcelar a los delincuentes, de exonerar al victimario, acá se fuerza la retórica, las leyes y hasta la lógica.