Escocia define en referéndum su independencia

La consulta sobre la separación o no de Gran Bretaña será el 18 de septiembre. El último tiempo, las encuestan indican una caída en los apoyos separatistas

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El jefe del Gobierno escocés, Alex Salmond, rompió hoy el misterio sobre el referéndum de independencia de Escocia al desvelar que se celebrará el 18 de septiembre de 2014, un "día histórico" en que ese territorio determinará su destino.

"Será un día histórico en que la gente decidirá el futuro de Escocia", afirmó el ministro principal en una intervención ante el Parlamento autónomo, donde compareció para presentar la legislación que regulará la celebración de la consulta.

El líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP), que gobierna en mayoría, presentó a los diputados el proyecto de ley del referéndum que además de fijar la fecha -hasta ahora solo se sabía que sería en otoño del próximo año- regirá sobre su desarrollo.

Salmond precisó que la ley dispondrá que la Comisión Electoral británica supervise la organización del referendo y de la campaña previa, así como la formación de los colegios electorales, a fin de garantizar que la consulta "sea reconocida a nivel internacional".

Como ya se había anunciado anteriormente, la pregunta a la que tendrán que responder los escoceses con derecho a voto será: "¿Debería Escocia ser un país independiente? Sí o no".

Esta formulación fue sugerida por la Comisión Electoral, que recomendó cambiar la versión propuesta inicialmente por el SNP de Salmond, que quería preguntar "¿Está usted de acuerdo en que Escocia debería ser un país independiente?", lo que se consideró algo tendencioso.

Si los escoceses votan el 18 de septiembre de 2014 por la independencia, pondrán fin a más de 300 años como parte de Gran Bretaña y al Tratado de la Unión, por el que Inglaterra y Escocia acordaron unir sus parlamentos en 1706.

Antes de presentar hoy la ley del referéndum, el Parlamento de Holyrood empezó a tramitar hace unos días otro proyecto de ley asociado para rebajar a 16 años la edad de voto.

Además de los jóvenes de 16 y 17 años, que ejercerán por primera vez ese derecho, podrán votar en la histórica consulta las personas que lo hacen en las elecciones autonómicas y locales, es decir, los ciudadanos británicos, de la Commonwealth, irlandeses y de la Unión Europea (UE) residentes en Escocia.

También podrán pronunciarse los miembros de la Cámara de los Lores británica que residan en el territorio y militares de las Fuerzas Armadas británicas empadronados en Escocia.

La rebaja de la edad de voto fue uno de los puntos del acuerdo suscrito el año pasado en Edimburgo por Salmond y el primer ministro británico, David Cameron, que sentó las bases para la celebración de esta consulta.

La tarea de legislar para organizarla recae, tras un traspaso de competencias desde Londres, en el Parlamento escocés.

Al iniciar hoy el debate en Holyrood, Salmond recordó que Escocia empezó "un viaje" en 1999, con la devolución de algunas competencias por parte del Gobierno central, que culminará con la decisión sobre la independencia.

El ministro principal argumentó que una Escocia independiente podría gestionar mejor sus recursos, como el petróleo, y evitar los recortes del gasto público y la merma del Estado del bienestar que ahora impone el Gobierno de Cameron.

Salmond señaló que los nacionalistas, en el poder desde 2011, han utilizado las competencias recuperadas con la devolución de la autonomía hace más de 13 años -bajo el Gobierno del laborista Tony Blair- "para mejorar vidas".

Así, su Gobierno ha conseguido "frenar el aumento en las matrículas universitarias y los recortes en el sistema de salud" aplicados en el resto del país por el Ejecutivo de coalición entre conservadores y liberaldemócratas.

Con vistas al referéndum, varios sectores políticos del Reino Unido han lanzado campañas a favor y en contra de la independencia, la primera encabezada por el partido de Salmond y, la segunda, por el exministro laborista Alistair Darling.

Las últimas encuestas sin embargo, apuntan a un descenso del apoyo a la separación del Reino Unido, lo que refleja en parte enfrentamientos entre los dos bandos por cuestiones como la viabilidad económica de una Escocia independiente, la futura pertenencia a la Unión Europea o la repartición de los recursos petroleros del mar del Norte.