China declara la guerra a la desigualdad social

Anunció cambios fiscales, demográficos y laborales para reducir la brecha entre su población urbana y rural. Pretende sacar a 80 millones de chinos de la pobreza

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El plan, de 35 puntos y aprobado por el Consejo de Estado -el Poder Ejecutivo chino-, plantea aumentar los impuestos a las empresas estatales (SOE), a los más ricos o tasar las inversiones inmobiliarias para destinar estos ingresos a subir el salario mínimo o el gasto en educación, sanidad o vivienda pública.

En cuanto a las reformas fiscales, el Gobierno incrementará en 5% el impuesto sobre los beneficios de las sociedades estatales, que actualmente transfieren sólo una pequeña parte de sus ganancias a las arcas del Estado.

Estas empresas son objeto de mucha presión desde los sectores más reformistas, que aseguran que se benefician de ciertos privilegios con respecto a las compañías del sector privado.

Ahora, los beneficios de estas compañías se ven como una potencial fuente de financiación para la Seguridad Social china, que incluye las pensiones o la sanidad de los 1.300 millones de ciudadanos del país.

El documento apunta, sin establecer un calendario exacto, que se subirán las tasas para las transacciones inmobiliarias y en las actividades y productos de lujo, y abre la posibilidad de introducir un impuesto de sucesiones.

Desde la Comisión de Desarrollo y Reforma china, encargada de elaborar el plan, ya advirtieron en un comunicado que estas reformas son "arduas y complicadas" y que "suponen la reasignación de varios intereses, por lo que no hay manera de llevarlas a cabo de un día para otro".

Las directrices, que se centran en los objetivos pero escapan de los detalles -especialmente en cuanto a las subas de impuestos-, tienen por horizonte concretar las reformas antes de 2015, y se marcan la meta de sacar a 80 millones de personas de la pobreza.

La voluntad de las autoridades pasa por, en tres años, situar el salario mínimo del país a un 40% de la remuneración promedio de los trabajadores urbanos, cubrir un 75% del gasto sanitario o conseguir que un 20 % de las viviendas de las ciudades sean de protección oficial.

"El plan parece bueno, ya que se centra en los problemas fundamentales de la economía china, que son las grandes desigualdades y el crecimiento desequilibrado", aseguró Ole André Kjennerud, analista del banco noruego DnB.

Sin embargo, el experto también consideró que estas directrices "deberían haber llegado antes, ya que en los años 2007 ó 2008 la nación estaba en una posición ideal para poner en práctica muchas de las iniciativas del plan".

Por otro lado, el documento da una clara señal de cambiar el modelo de crecimiento económico -hasta ahora muy dependiente de la inversión pública- para dar un mayor protagonismo al consumo y la demanda interna.

También se aborda la modificación de los permisos de residencia o "hukou", apuntando que los ciudadanos rurales "tendrán más oportunidad de transferir su residencia oficial a las ciudades", y se abre la puerta a la reforma pro-mercado de las tasas de interés.

Según Kjennerud, la liberalización de estas tasas "es un paso hacia una distribución más equitativa de los ingresos", ya que, a su juicio, "impulsará la riqueza de las clases media y baja, algo que favorecerá a la economía doméstica y el consumo".

El crecimiento económico del gigante asiático –con un promedio del 10% anual en las últimas décadas- ha generado graves desigualdades en ingresos, especialmente entre la población rural y urbana y entre las zonas orientales y occidentales del país.

Según datos oficiales, en 2011 había hasta 128 millones de personas por debajo del umbral de la pobreza, que se establece en los 2.300 yuanes por año (el equivalente a 366 dólares).

Recientemente, el Buró Nacional de Estadísticas cifró el coeficiente de Gini del país -un indicador entre cero y uno que mide la desigualdad de ingresos- en 0,474, por encima del nivel de 0,4 que, según las Naciones Unidas, indica peligro de malestar social.

"Creo que lo más importante de este plan es el mensaje", dice el analista noruego, quien añade que, como decía el anterior líder chino Deng Xiaoping, "hasta el barco más pequeño se levanta en un mar que crece. Y ahora quieren aumentar el tamaño de los barcos más pequeños".