La Iglesia se opone a la "muerte digna" de un hombre en estado vegetativo

El obispo de Neuquén, Virginio Bresanelli, manifestó su rechazo a que Marcelo Diez, postrado en una cama por un accidente de tránsito desde 1994, deje de ser asistido ante las nuevas complicaciones en su salud. Repudio de los familiares

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El obispo Bressanelli, máxima autoridad eclesiástica de la provincia de Neuquén, se opuso mediante una carta pública al pedido de las hermanas de Marcelo Diez, quien está en estado vegetativo hace 18 años, de dejar de mantenerlo en vida ante las nuevas complicaciones en su estado de salud.

En el escrito, el obispo expresó que, a pesar de su inconsciencia, "Marcelo goza de una salud física estable". "No está conectado a nada. No es un enfermo terminal. No está sometido a terapia alguna, por lo tanto no se practica sobre él un ensañamiento terapéutico que le prolongue artificialmente la vida", sostuvo. 

Las declaraciones de Bressanelli hicieron estallar inmediatamente la polémica. Las hermanas de Diez, Adriana y Andrea, repudiaron los dichos del cura y exigieron a la Justicia que aplique la ley de muerte digna. Lucas Pica, abogado de la familia, sostuvo públicamente que "los jueces tardan en expedirse en este caso", y acusó a la Iglesia local y a los "sectores más conservadores de la sociedad neuquina", de "presionar" contra el derecho del paciente. 

A pesar de la vigencia de la ley que permite la eutanasia de los pacientes terminales, médicos y jueces se resisten a desconectar al paciente apelando a un supuesto "vacío legal" en el caso.  

Marcelo Diez tenía 30 años cuando tuvo un accidente con su moto el 23 de octubre de 1994 en la ruta 22 de la provincia de Neuquén. Desde ese momento, está internado en estado vegetativo y en los últimos cuatro años, después de que fallecieran sus padres, las hermanas solicitan que le quiten el soporte vital.

En su misiva pública, el obispo afirmó que "desde el punto de vista humano es una vida que hemos de respetar, cuidar y sostener hasta que su estado se revierta, como esperaban sus padres, o hasta que su curso se cierre naturalmente. Quitarle las atenciones que hoy se le brindan lo condenaría a una muerte atroz. Eso configuraría una eutanasia por omisión y un delito por abandono de persona".