Violaciones a niñas y adolescentes, la otra cara de la represión del régimen sirio

Menores fueron ultrajadas por las fuerzas leales al dictador Bashar Al Assad mientras sus padres, obligados, los observaban. La pesadilla no termina ahí: muchas sufren heridas graves y otras deben someterse a abortos

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 Reuters 163
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Uno de los mecanismos de tortura empleado por el régimen sirio menos documentado es la violación de niñas y adolescentes. Si bien varios activistas de derechos humanos denunciaron casos de violencia sexual contra hombres, muchachos e incluso menores de once años de edad, un estigma cultural y el temor a las represalias construyeron un muro de silencio alrededor de los delitos contra las mujeres.

De acuerdo a un informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, difundido en noviembre de 2011, ex detenidos relataron que fueron sometidos a "golpes en los genitales, sexo oral forzado, descargas eléctricas y quemaduras de cigarrillos en el ano"

Pero los organismos internacionales no lograron recabar testimonios en primera persona de mujeres violadas, pese a que los rumores sobre ese tipo de violencia cometida por las fuerzas de seguridad sirias existen desde principios de la represión, en marzo del año pasado.

La cultura árabe, en algunos casos, y el miedo a sufrir nuevas vejaciones o a perder a los pocos familiares que quedan con vida llevan a las víctimas a guardar silencio, señala The Telegraph que en un artículo reproduce uno de los pocos testimonios de una víctima de las fuerzas leales a Al Assad.

Salma es una adolescente que vivía en el barrio Baba Amr en Homs -que fue bombardeado durante un mes por las tropas- cuando su casa fue allanada, en febrero, por las milicias de mercenarios que responden a las autoridades.

Pese a su súplica, fue violada por tres o cuatro hombres y delante de su padre quien, atado a una silla, fue obligado a presenciar el brutal y obsceno acto de represalia. El hombre debía mantener sus ojos abiertos, bajo amenaza de muerte.

Las violaciones en las viviendas y delante de las familias se convirtieron en una práctica habitual de los soldados sirios. Mientras que niños y hombres son arrestados y llevados a centros de detención, las mujeres son ultrajadas en sus propios hogares.

Farha Ghazi, una siria exiliada desde hace 18 años en los Estados Unidos, comenzó a coordinar grupos de ginecólogos que pueden asistir a aquellas víctimas que quedaron embarazadas tras la violación.

La mayoría de ellas tienen edades que oscilan entre los 11 y 46 años. "Hemos documentado 11 casos de aborto hasta el momento (...) Todas sufrieron graves traumas psicológicos y muchas quieren una cirugía reconstructiva para reparar el himen con el fin de parecer vírgenes de nuevo", comentó al diario británico.

Pero los embarazos no son las únicas secuelas. Algunas niñas sufrieron daños internos graves que obligaron a los médicos a realizar cirugías reparadoras de los genitales y el ano.