Qué son los "alimentos biodinámicos"

Ganan peso en los mercados -a pesar de su alto precio- y adquieren fama por su alto nivel de calidad. La agricultura biodinámica entiende la tierra como un organismo vivo que depende del calendario lunar y que debe estar exento de agroquímicos

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AFP
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Una nueva tendencia en alimentación está ganando adeptos en todo el mundo. Una tierra saludable produce comida saludable y la comida saludable, a su vez, mentes saludables. Ése sería el leit motive de la agricultura biodinámica.

El concepto general es trabajar con la tierra como un organismo vivo e influido por los ciclos del sistema solar. Para ser considerado biodinámico, un producto debe cumplir con tres requisitos.

El primero es el uso de fertilizantes naturales, ya que está terminantemente prohibida la utilización de productos químicos en la tierra. En su reemplazo, sólo se emplean abonos de desechos vegetales y animales de la propia granja.

La segunda condición es respetar las fases lunares y la posición de los planetas para saber los días que son adecuados para sembrar y cosechar. La última exigencia es el uso de medicina homeopática derivada de plantas que tienen propiedades para combatir insectos, hongos y parásitos.

En resumen, una finca biodinámica debe ser tan autosuficiente como sea posible; debe combinar la agricultura y la ganadería, y debe realizar la siembra y la cosecha tomando en consideración la órbita de la Luna y las constelaciones.

El proceso para acceder al sello biodinámico que expide la agencia Demeter International no es instantáneo, según publica el diario La Nación.

En promedio, un productor tiene que esperar cinco años a partir del momento en que se destierra el uso de los herbicidas y de todo tipo de productos químicos sintéticos.

En la actualidad, este movimiento se extendió en todo el mundo. En países como Canadá, ya existen unas 30 granjas biodinámicas.

No es sorprendente que los productos biodinámicos también tengan precios elevados, incluso más que los orgánicos. Su alto valor se debe a que los costos de producción son muy elevados.

En las grandes urbes, como en Nueva York o Londres, hay cada vez más consumidores dispuestos a pagar un plus por alimentos que cuenten con el sello de Demeter.