"Argentina funciona como base de operaciones para el narcotráfico regional"

El problema del narcotráfico ya no se circunscribe a dos o tres países sino que se ha convertido en un desafío regional que debe ser enfrentado como tal. Así se desprende de un informe de la revista especializada DEF que firma su editor, Mario Montoto

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"La cantidad de operativos e incautaciones (...), la presencia de jefes narcos y la existencia de numerosos laboratorios clandestinos prueban que la Argentina funciona también como base de operaciones para el narcotráfico regional", dice el informe. En efecto, hace ya un buen tiempo que ese país sudamericano "ha dejado de ser un lugar de tránsito de droga para convertirse en uno de los mayores consumidores de la región".

Una recorrida por América Latina muestra que "desde hace años el problema no es de Colombia o de México sino de todos los países del continente sin excepción". Tal es la conclusión del informe que el mensuario argentino especializado en defensa, energía y medio ambiente publica en su edición del mes de agosto.

Con la firma del presidente de la editorial responsable de DEF, Mario Montoto, el artículo afirma que "no existe en la actualidad un tema que concite mayor preocupación en todo el continente como el flagelo del narcotráfico (que condiciona) ya no sólo los estándares de seguridad pública de los Estados sino que, peor aún, constituye una seria amenaza al crecimiento y desarrollo de los pueblos".

El artículo describe la situación de cada país empezando por México, que "presenta un panorama escalofriante" si se considera que "el narcotráfico y la violencia asociada se han cobrado la vida de más de 16.000 personas en los últimos cuatro años, al tiempo que se multiplican los grupos delictivos a lo largo y ancho del territorio".

Ese avance del delito organizado en México, escribe Montoto, "ha extremado las medidas de seguridad de EEUU, no sólo en el marco de la llamada iniciativa Mérida -el tratado entre EEUU, México y países de Centroamérica para combatir el tráfico ilícito-, sino también con la reciente decisión de la Casa Blanca de movilizar 1200 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera sur a partir de este mes".

Brasil es otro país donde "el crimen organizado también hace estragos" y "el tema ha sido encarado con firmeza por parte del presidente Lula da Silva y de las autoridades de los estados más afectados". Como ejemplo, el artículo cita el caso de Río de Janeiro, donde "el gobierno de Sergio Cabral, con apoyo del poder ejecutivo federal, ha declarado una batalla sin tregua contra los traficantes escondidos en las favelas".

La situación llevó a Lula y a su par Fernando Lugo a "consensuar planes y operativos para frenar el avance de las mafias paulistas en el Paraguay".

Bolivia, sigue describiendo el informe, "es señalada por numerosos especialistas como una geografía siempre atractiva para los 'empresarios' de la droga". Recientemente el gobierno de Evo Morales admitió que "el narcotráfico posee mayores recursos tecnológicos que la Policía y equipamiento más sofisticado que el de las fuerzas Armadas".

A contrario sensu, Colombia es un país que ha registrado avances, si se compara la situación actual con "las épocas de apogeo de los carteles colombianos, allá por los años 70 y sobre todo en los 80". "Mucho ha cambiado desde entonces, escribe Montoto, gracias a la iniciativa de los gobiernos que se sucedieron, quienes entendieron que sólo a través de una política firme, más el apoyo de países como EEUU, podía revertirse esa nefasta situación".

La política de seguridad democrática impulsada por Álvaro Uribe, "ha mostrado grandes avances en la materia (y abrió) una oportunidad también para que el mundo echara por tierra los prejuicios sobre Colombia (convertida) en un importante destino de inversión extranjera".

Pero "el combate al narcoterrorismo en Colombia provoca a su vez un reacomodamiento de la situación en todo el continente, ya que es un hecho que estos carteles de la droga están buscando diseminarse por toda la región".

La conclusión del editor es que se le presenta a toda América Latina el "desafío superior" de "encontrar una respuesta contundente que logre neutralizar esta amenaza que no conoce fronteras". Es decir, "una iniciativa convergente entre los países apoyada en instituciones multilaterales, que sepa capitalizar las experiencias positivas de cada caso y corregir lo negativo en un esquema a largo plazo de cooperación y colaboración, con prevención e inteligencia".