Fundación Empujar: "Nosotros tuvimos muy buenas experiencias con pasantías en jóvenes"

Cristian Galarza y Adrián Saporiti, responsables de la ONG, dialogaron con Infobae sobre los pormenores del proyecto y las dificultades que encuentran en los chicos. "Se intenta ser una rampa entre el secundario aséptico del trabajo y el mundo laboral brutal", destacaron

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Leandro tenía 19 años y su novia estaba embarazada. Ya convivían, pero él no tenía un trabajo en blanco y mucho menos una obra social para brindarle a su hijo una vez que naciera. Se capacitó a contraturno. A la mañana asistía al Programa Empujar, a la tarde cursaba el último año de la secundaria y a la noche trabajaba como delivery en una rotisería de barrio. Uno de las empresas del programa se interesó por contar con él. Hoy trabaja allí al mismo tiempo que estudia electricidad.

Es solo un ejemplo que grafica el trabajo de la Fundación Empujar desde hace seis años. La ONG busca brindar herramientas de inserción laboral a chicos de nivel socioeconómico bajo en el último año de secundaria. Se les brinda orientación vocacional, los instruyen en armados de CV, los entrenan para entrevistas y búsquedas laborales, a la vez que se les enseña contenidos técnicos como logística, seguridad e higiene, administración y atención al cliente.

Por un lado, buscan que sigan estudios universitarios. Por otro, que se inserten al mercado laboral. "Aunque la prioridad es que terminen el secundario", remarcó a Infobae Adrián Saporiti, presidente de Saporiti SA y Vicepresidente de Empujar. "Los chicos vienen a contraturno del colegio entre cuatro y cinco veces por semana. Es un esfuerzo muy grande para ellos", agregó.

El proyecto, que surgió en una comunidad de empresarios que buscaban un impacto social, se extiende desde mayo hasta noviembre. "Los chicos rotan por empresas y participan de su trabajo. Están con alguien que los ayuda, pero no es que van a mirar. Van a desarrollar una tarea. Las empresas se comprometen a dar una mano y los chicos toman la vivencia de lo que implica estar en un ámbito laboral, tener un horario, la interacción con sus compañeros. Eso les da una idea de qué les gusta y qué no", señaló Saporiti.

“Los chicos participan del trabajo de las empresas”
“Los chicos participan del trabajo de las empresas”

Cada joven tiene un mentor con el que se juntan al menos una vez por mes, aunque el diálogo es constante. Los chicos pasan por distintas PyMES y tienen experiencias laborales variadas. "Tenemos un porcentaje de inserción laboral arriba del 85% en trabajos formales", destacó Cristian Galarza, presidente ASAP, colaborador especial de Empujar.

El antes y el después es rotundo. La conversión, dicen, es total. "Siempre digo que es como la transformación de capullo en mariposa. Los chicos llegan siendo una persona y salen siendo otra. Les cambia la vida no solo a ellos, sino a su entorno", aseguró Galarza.

En torno a la discusión sobre pasantías en el último año de secundaria, el empresario dijo que ellos tuvieron "muy buenas experiencias". "No se trata de tomar posición política, sino de contar nuestras vivencias. Los chicos salen con muchas herramientas que otros no tienen. Lejos de tener jóvenes gratis en las empresas, nos genera tener que enseñarles a trabajar", continuó.

Tienen un 85% de inserción laboral en quienes hicieron el programa
Tienen un 85% de inserción laboral en quienes hicieron el programa

De acuerdo a Saporiti, "un chico que no está trabajando formalmente y sus papás tampoco, no tiene los códigos que rigen en el mercado laboral". Hacia allí apunta el programa. Intentar librarse de esa barrera entre el colegio y el trabajo. "La diferencia la hace poner en contacto un mundo con otro porque en el mundo del empresario el chico con arito es un vago que nunca va a hacer nada y en el mundo del chico de la esquina el empresario es un chupasangre. Se trata de derribar prejuicios", reflexionó.

-¿Cómo debería ser la incorporación del joven al mercado laboral?

Los chicos no tienen una obligación laboral de producción, sino la idea es que entiendan las códigos que rigen en un trabajo. Terminan el secundario y al año siguiente están a la intemperie. Por eso, se intenta ser una rampa entre el secundario aséptico del trabajo y el mundo brutal del trabajo.

Buscan ser un puente entre el colegio y el trabajo
Buscan ser un puente entre el colegio y el trabajo

-¿Qué es lo que falla hoy?

-Si una mira desde afuera el sistema educativo argentino, inclusive las universidades, está demasiado divorciado. Hace faltar tender puentes entre el mundo del trabajo y el de la educación porque tenemos que preparar a chicos para puestos que todavía no conocemos y se ofrece una currícula de hace 50 años, cuando ni había celulares. No sé cómo debería ser en términos de horarios y responsabilidades, pero es indudable la necesidad de un replanteo.

-¿Hacia a dónde apunta Empujar en el futuro?

-Es difícil porque hacen falta personas y dinero. Aunque parezca poco, nosotros les pagamos el pasaje a los chicos para que lleguen a las charlas, algo de comida y el sueldo a la docente a cargo. Queremos llevar nuestra primera sede fuera de Buenos Aires, que va a estar en Rosario. Nosotros estamos abiertos a que si alguien nos quiere copiar, que lo haga con todo gusto. Esto no es nuestro.

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