El increíble caso del hombre que se tatuó hasta el pene y el ojo para combatir su dolor crónico

El australiano Tattboy Holden sufre del síndrome de dolor crónico, y encontró en los tatuajes una manera de aliviar la afección. La insólita vida de un personaje que ya tiene cubierto el 90 por ciento del cuerpo, incluso las zonas más sensibles

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Tattboy se tatúa desde hace 13 años
Tattboy se tatúa desde hace 13 años

Por moda, homenaje o cualquier otra razón, millones de personas tienen en su interior el deseo de tatuar en su piel una marca que quedará de por vida. Desde sellar una flor, un nombre o un escudo de un club, cada tatuaje tiene en su origen un significado. Y también siguen una moda general: alguna vez fueron las espinas o los tribales, más tarde las frases con motivos espirituales o más cercano en el tiempo, los black tattoos. Las razones son muchas.

Algunos tienen uno o dos pequeños, pero nada extravagante. Otros llegan a un siguiente nivel, cubriendo partes enteras. Es que la distinción visual al mirar a alguien con un tatuaje funciona como magnetismo para captar la atención del otro. Y en algunos casos, la atracción inmediata es mayor, en otros no tanto, producto de un tamaño llamativo o una cantidad considerable. Los estilos, al igual que las razones, también son muchos.

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En estas dos circunstancias yacen las explicaciones del caso de Tattboy Holden, un exótico hombre que gastó unos 80 mil dólares para tatuarse el 90 por ciento del cuerpo, incluso en zonas de lo más impensadas y por un motivo tan curioso como su aspecto, por el que llegó a ser calificado como un criminal y le dificultó la tarea de encontrar empleo. Todo como consecuencia de padecer síndrome de dolor crónico.

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Oriundo de la ciudad de Adelaida, su relación con los tatuajes comenzó luego de una cirugía de rutina hace 17 años. Sucede que por su condición, debía tomar medicamentos. Pero un tipo de fármaco le provocó efectos secundarios, por lo que tuvo que someterse a una operación que no resultó exitosa y le dejó daños irreversibles en los nervios.

Su vida cambió tras aquella intervención. El dolor crónico se volvió una constante que lo aquejaba en cada instante. Y no podía remediarlo. Sin embargo, encontró en los tatuajes un impensado "tratamiento" eficaz para su afección, debido a que estos -afirma- lo alivian temporalmente de sus dolencias diarias. "El dolor crónico regresa con el tiempo, pero es una liberación", contó en una entrevista a The Sun.

Desde entonces, este pintoresco australiano de 48 años adoptó la tinta y la aguja como un estilo de vida. Desde un águila en el brazo derecho, acumuló más de 100 tatuajes repartidos por todas partes. Algunos incluso prácticamente infrecuentes por la sensibilidad del lugar. Por ejemplo, tiene uno en el pene y otro en el globo ocular derecho.

Su obsesión por los tatuajes se volvió tal que pasó a llamarse Tattboy, cambiando legalmente el nombre en 2014. Y ahora no piensa parar: "Decidí quedarme completamente cubierto, ese es mi objetivo. Es un largo viaje que me llevará toda la vida. Probablemente nunca diría que he terminado. Siempre puedes empezar de nuevo, algunas partes de mi cara tienen tres capas", sostuvo.

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