La historia de dos hermanos chilenos que pasaron hambre y hoy recorren el mundo con su música

Jhamir y Jonatan nacieron en un barrio muy humilde de Santiago y hoy, con el dúo "De la Fe", ya llevan recorridos 23 países, entre ellos Estados Unidos, México y Japón. Le contaron a Teleshow su experiencia

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De niños, muchas veces no tenían para comer. Su padre debía irse varias semanas al mes a trabajar a una isla, y entonces Jhamir y Jonatan vendían lo poco que tenían para ayudar a su madre a poner el pan sobre la mesa en aquella casa precaria de Santiago de Chile.

Los años pasaron, pero no marchitaron los sueños de estos dos hermanos, a quienes les sobraban esperanzas. No es casual que el grupo musical que formaron se llame De la Fe. Con inicios en el rap callejero y escasos recursos sintieron que el hobby debía convertirse en un trabajo, como un modo de sacar adelante a la familia. Lo lograron.

Con menos de 20 años abandonaron el barrio. Ya consolidados en la música, habiéndose presentado en Estados Unidos, México y hasta Japón, Jhamir y Jonatan siguen persiguiendo sus sueños por tres condiciones que destacan en todo momento: fe, esfuerzo y tenacidad.

—¿Cuándo nace De la Fe?

Jhamir: —Mi padre tocaba todos los instrumentos y mi mamá canta: fuimos criados en un ambiente musical. Mi hermano comenzó rapeando en las calles, de a poco me fui incorporando, y un día decidimos hacer algo diferente y formar un grupo. Ya hace varios años que decidimos escalar más allá de ser unos simples artistas.

—¿En qué países estuvieron?

Jonatan: —En 23. Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia son los que más visitamos. México, que es nuestra segunda casa, ya que estamos siempre por allá. Estados Unidos. También nos tocó ir una vez a Japón: estuvimos como 40 días por allá cantando en comunidades latinas.

—¿Qué fue lo más difícil de su carrera hasta el día de hoy?

Jonatan: —Fue mucho esfuerzo, mucho sacrificio, porque tuvimos que dejar las comodidades de nuestra casa y empezar todo de cero, sin trabajo, sin hogar, sin conocer a nadie. Ha sido un camino largo, pero muy bonito y gratificante.

—¿Cuándo la música deja de ser un hobby y pasa a ser un trabajo?

Jonatan: —Como decía Jhamir, cuatro o cinco años atrás. Empezamos tan fuerte a viajar, comenzaron a llegar invitaciones de un montón de lugares y no nos dábamos cuenta de que llegábamos a nuestra casa tres días o cuatro días a descansar. Y volvíamos a salir de gira. Vimos que sí se podía vivir de esto de una manera profesional, si bien cuando íbamos a otros lugares, como México o Estados Unidos, nos dábamos cuenta de que era un realidad muy diferente a Sudamérica.

—¿Siempre soñaron con esto, o la vida los fue llevando y por eso hoy están acá?

Jhamir: —Mira, uno nunca planea. Jamás, a los 15, 16 años, dije: "Voy a viajar tanto, voy a ser famoso, la gente me va a conocer". Nada de eso. Creo que las cosas se van dando con los días. Como decía mi hermano, nos empezamos a dar cuenta de que sí podíamos, de que teníamos las capacidades para lograr cosas.

—¿Una capacidad del grupo?

Jhamir: —La primera: la fe. Confiar. Nada se hace si uno no tiene fe. Si yo no confío que voy a llegar algún día a ganar un Grammy o que mi música suene mundialmente, nadie lo va hacer por mí. Confiar primero en Dios, y también en uno mismo. Segundo, el esfuerzo. Hay que esforzarse mucho porque esto no es fácil. Y tercero, creo que la perseverancia. Nada sirve si a lo mejor te esfuerzas un año completo y al otro año descansas o te vas de vacaciones.

—¿Cómo fue su infancia?

Jhamir: —Nacimos en un barrio donde se decía que no salía nada bueno de ahí, que había puros delincuentes. Creo que hoy lo más gratificante para nosotros, más que la música, es que hemos sido ejemplo para mucha gente que vivió o vive igual que nosotros, y nos ve ahora súper bien, bendecidos.

—¿Cómo era la vida en el barrio?

Jhamir: —Era complicado. Nos tocó ver demasiadas cosas fuertes.

Jonatan: —Estábamos jugando fútbol y de repente había pandillas que peleaban. Jhamir era más chico que yo y salíamos corriendo a la casa. Vimos cosas duras, complicadas. Nuestro papá se iba a una isla a trabajar y venía después de 20 días, o de 40, y nosotros con nuestra mamá, solos en la casa. Y no había para comer. Muchas cosas así. Desde chicos fuimos salíamos a vender un montón de cosas. Nos reinventábamos para poder tener dinero; y tampoco era un montón de dinero el que ganábamos. Era poco, pero con eso ayudábamos a nuestra mamá para poder comprar pan. Pero nunca vi que mi mamá me haya dicho: "No hay para comer, vayan a robar".

—¿Cuál era el motor de arranque en esos malos momentos?

Jhamir: —Siempre quise ser diferente. Ni en el colegio me gustaba ser igual a los demás, no por una cosa de orgullo o algo de eso. Éramos de una familia muy humilde y llegó un momento en donde yo dije que no quería ser más así, que quería prosperar en mi vida, que quería hacer algo diferente, sacar adelante a mi familia. Esa fue una de las motivaciones.

—A una persona que quizás está en la misma situación que estuvieron ustedes, ¿que consejo le quisieran dar?

Jonatan: —Todos los seres humanos tenemos algo en común: todos tenemos 24 horas. Y lo que yo haga con mi tiempo es lo que va a determinar lo que yo haga en el futuro. Quizás no tienes el talento, no naciste con el don de Michael Jackson, de Gustavo Cerati o de un montón de gente. Pero quizás vos pones ese 90% de esfuerzo y aprovechas ese 10% de talento que tienes. En la vida, no hay nada imposible. Nosotros lo hemos demostrado.