A 35 años del estreno de “Plata Dulce”, la película que mejor refleja la bicicleta financiera argentina

La bonanza económica que vivieron los argentinos en los años 70 demostró que era totalmente ficticia. Como autocrítica, el cine argentino se animó a recrear algunos aspectos de ese período con una excelente película que aún prevalece en la actualidad

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Hacia fines de la década del 70 los argentinos vivimos una bonanza económica, luego se demostró que resultó ficticia, que se conoció como el "milagro argentino". Fue cuando nuestro peso valía mucho con relación al de países limítrofes, se hablaba de Plata Dulce, prevalecía la "sabiduría" de la especulación y el "deme dos". Una realidad que derivó en la "patria financiera" y en una grave crisis económica, social y política.

Retomando la capacidad de autocrítica que se pudo observar en las mejores películas testimoniales de otros tiempos, el cine argentino se animó a recrear algunos aspectos de ese período.

El filme que golpeó más fuerte se tituló justamente Plata Dulce, que se estrenó el 8 de julio de 1982. Fue dirigido por Fernando Ayala, sobre una idea de Héctor Olivera. El guión lo escribieron Jorge Goldenberg y Oscar Viale. Los personajes fueron interpretados por Federico Luppi, Julio de Grazia, Gianni Lunadei, Alberto Segado, Nora Cullen y Marina Skell.

El momento histórico elegido por los autores para dar inicio a la historia fue el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978, cuando la idolatría por el dinero había alcanzado contornos inusitados y los argentinos hablaban cotidianamente de plazos fijos, dólares y viajes al exterior.

Amalgamando con equilibrio el testimonio con la tragicomedia y la sátira costumbrista, Ayala situó en ese contexto histórico a sus personajes protagónicos: Carlos Teodoro Bonifatti (Luppi) y Ruben Molinuevo (De Grazia), concuñados y dueños de una pequeña fábrica de botiquines llamada Las Hermanas.

Molinuevo representa al hombre simple, honesto, que se resiste al cambio. Bonifatti, en cambio, opta por la "nueva Argentina". La llave mágica se la alcanza un compañero del servicio militar, convertido en jerarca de las finanzas, que lo invita a participar de sus negocios.

Con la asistencia de un "licenciado", tan hábil como circunspecto, Bonifatti ingresa en ese mundo nuevo, que lo tienta y obnubila, empujándolo a soñar con un futuro brillante, a través de un presente de ejecutivo novato, pleno de satisfacciones materiales.

Observado críticamente, Bonifatti reúne muchas de las condiciones del idiota útil que, sin percatarse del papel de rostro visible de la especulación que le fue adjudicado por dos empresarios con fines muy concretos, concluye destrozado, víctima de las circunstancias que lo desbordaron.

El contrapunto entre la familia del novísimo rico, que de la noche a la mañana pasa del barrio a la casa con piscina, y la familia del "laburante" que queda prácticamente en la calle, es de lo mejor de esta película. Y un final inesperado.

Una época donde el por entonces ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, imponía medidas contundentes: congelamientos de salarios por tres meses, devaluación del peso, eliminación de los controles de los precios, disolución de la CGT, supresión de las actividades gremiales y del derecho de huelga.

Esa "reforma" impulsó la especulación financiera. La cantidad de bancos se duplicó en 1977 y 1980. Miles de ahorristas recorrían el centro bancario cotejando las tasa de cada banco para decidir dónde colocar la plata.

Desde su estreno hasta la actualidad, la película funciona como una crítica política y social a la dictadura, enfocándose en los años de especulación y Plata Dulce, en la denominada "Patria financiera", la principal beneficiaria del régimen.

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