Julieta Otero: "Cuando sos madre, tu marido quiere volver a tener la novia que eras antes, y eso es muy difícil"

Es la autora de "Según Roxi", la serie de una madre desocupada que fue furor en la web, y que luego se hizo libro y obra de teatro.

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Roxi es una madre sobreocupada, ansiosa y adicta a las harinas. Cargada de culpas y planes, está siempre en busca de su eje, luchando por recuperar su instinto frente a las voces enloquecedoras de la gran ciudad. Como madre primeriza, con mamis del jardín, maestras, pediatras, familiares, cientos de opinólogos y hasta… ¡chamanes y comerciantes!, Roxi está saturada de información y siente que en cada decisión, da un examen.

Julieta Otero (41) es una de las creadoras de este genial personaje que se convirtió en furor en internet desde la serie Según Roxi. Comenzó por Youtube y luego fue adaptada para la plataforma Lifetime Latinoamérica. El suceso continuó en libro, un manual bajo el título Cómo ser la peor mamá del mundo, y una obra de teatro que se encuentra de gira por el Interior del país.

La trama atrapa día a día a cientos de espectadores, a las mujeres pero también a muchos padres que se sienten identificados con un buen guión en el que se apela al drama cotidiano para hacer reír. Un objetivo más que cumplido, porque de la mano de Otero, Roxi se ganó el corazón de todos.

—¿Cómo estás viviendo el éxito de "Según Roxi"?

—Bien. Cansada, igual que "Roxi". De acá para allá: los chicos, el trabajo, feliz pero colapsada, un poco ansiosa pero muy contenta por este ida y vuelta que tenemos con madres y padres.

—Con un público muy amplio porque no sólo las madres están detrás de la serie y del libro.

—Sí, porque es una comedia que atraviesa dificultades humanas que tienen que ver con nuestra exigencia, con nuestro deseo de hacer todo bien, con nuestras frustraciones cotidianas. Y cualquiera se puede identificar con eso. Y aunque no te identifiques te podes reír de alguien a quien le salen mal las cosas y fracasa, como nos reímos en cualquier comedia.

—¿Creés que la mujer tiene más exigencias que el hombre, a pesar de que hoy por hoy se busque la igualdad?

—No somos iguales. Lo importante es luchar por una equidad de derechos, de participación, de espacios. Creo que las cosas están cambiando y nuestros hijos nos van a enseñar a medida que pase el tiempo, sobre todo con cuestiones del género y la sexualidad. Estamos en pleno proceso de cambio, por suerte, pero por lo pronto estamos todos exigidos, hombres y mujeres hacemos lo mejor que podemos. Nuestra generación de mujeres tiene un poco este choque entre un ideal de crianza muy presente, con apego, lactancia, ciertos ideales en relación a la salud, la nutrición, lo ecológico, un montón de cosas de la manera de criar a nuestros hijos; y al mismo tiempo, queremos ser profesionales y trabajar como si no tuviéramos hijos, la misma cantidad de horas.

—¿Como definirías el manual de "Según Roxi"?

—Planteamos un manual hacia el fracaso, digamos. Somos como un grupo antiayuda porque lo que proponemos es poner esos fracasos cotidianos arriba de la mesa, reírnos de eso y decir: "Todo no se puede".

—¿Que te enseñan tus hijos día a día?

—Por empezar, indirectamente la maternidad nos enseñó a algunas mujeres que todo no se puede. Uno se puede plantear desde que se levanta hasta que se va a dormir una cantidad de objetivos enormes, en cuanto a cómo quiere vivir su vida, la felicidad, la salud, el éxito, y nos queda muy corto el día y las posibilidades para lograr todo. Entonces, esto nos enseña a bajar la exigencia. Los chicos nos bajan constantemente una línea sobre las cosas, sobre la vida. Por ejemplo, ahora con las cuestiones de género en donde las nenas no son rosa y los varones celeste, los juegos de nenas y varones, las cosas vinculadas a la sexualidad; los chicos están mucho más avanzados que nosotros por cosas que toman como naturales.

—¿Cómo ves el mundo escolar hoy?

—Es un tema bastante demandante hoy el mundo escolar de nuestros hijos: reuniones, actividades, eventos, obritas de teatro, salidas, fiestas…

—¿Qué tenés y qué no de tu mamá, y qué replicás en tus hijos?

—Mi mamá como madre fue mucho más relajada, canchera y libre de lo que soy yo. Trato de imitar de alguna manera esa relajación, esa cosa menos ambiciosa que tuvo con nosotros, pero no me sale: soy bastante más tensa. Lo que tengo de ella es el humor.

—¿Hay algo de tu infancia que no te gustó?

—¿Viste que cuando crecés idealizás un poco la infancia? Yo tengo un lindo recuerdo de una época en la cual no había tantos talleres de teatro, de música; entonces, buscábamos nuestros juegos. Yo leía mucho, escribía, dibujaba, hacía música. Tengo ese lindo recuerdo. ¿Qué no me gustaría? A pesar de que ahora se está poniendo más sobre la mesa todo el tema del bullying, del acoso, de la agresividad, recuerdo en mi primaria, donde fui a una escuela pública, muchas situaciones que tienen que ver con la discriminación y con los malos tratos. O sea, una época mucho más rígida, post dictadura, en donde el maestro era el que hablaba, se hacía silencio y mirabas la nuca del compañero de adelante. Era todo súper rígido y no había mucho espacio para la expresión. Los chicos ahora tienen más voz. En la primaria, nosotros estábamos con el guardapolvito bien abrochadito, sentaditos y calladitos la boca.

—¿Qué quisieras dejarle a tus hijos? 

—Que sean libres. Esa es la palabra más hermosa. Ser libres de poder permitirse desear y decidir qué quieren hacer en sus vidas, en sus días, y que encuentren con quién hacerlo.

—¿Cómo hacés para dividir el tiempo entre la ficción, la maternidad y tu esposo? 

No se divide: está todo junto. Es una ensalada. Al mismo tiempo estamos trabajando, suena el teléfono, hablamos con las nenas y arreglamos algo de la escuela, de repente la pareja, y está todo junto. Creo que las mujeres aprendimos o aprendemos a hacer malabares con todo, para sentirnos plenas. Por ejemplo, yo hoy me pinté las uñas mientras tipeaba en la computadora, porque no voy a ir a un lugar a que me hagan las manos. Hacemos lo que podemos, todo al mismo tiempo.

—¿El hombre es muy demandante del tiempo?

—Una vez que tenés hijos pasa mucho que los varones quieren volver a tener la novia que tenían antes de que fuera mamá. Y es muy difícil asumir ese cambio entre los dos juntos, con esa locura que implica la crianza: pasás días sin dormir y estás preocupado porque a tu hijo le pasa algo, y a la vez tenés tus problemas de trabajo, la cabeza te empieza a funcionar medio raro. En la medida en que se pueda compartir esta locura y este desafío, es más fácil que se vuelva a reencontrar como pareja ya desde este nuevo lugar, antes que pretender que las cosas sean como antes.

—¿Por qué creés que tiene tanto éxito la serie que estás haciendo?

—Porque mostramos nuestras zonas oscuras, nuestras dudas, nuestros miedos, nuestras preguntas más que las respuestas.

—Muchas veces se usa el termino "mami" para todas las madres. ¿Te sentís cómoda?

—Impusimos un poco este término irónico de las "mamis". O sea, somos minas, somos bravas, tenemos historias bravas y personalidades fuertes, y que nos digan "las mamis" es un poco gracioso. Y que alguien que no es tu hijo te diga "mami" te pone un poco loquita.

—¿Que consejo le das a aquella mamá que te está mirando?

—Nosotras sacamos, justamente, un manual que se llama ¿Cómo ser la peor mamá del mundo?, pero son consejos para el fracaso, no para el éxito. Hablamos de cómo nos alimentamos las madres, de restos de comida. Hay tips para adelgazar siendo madre, cómo usar los grupos de WhatsApp de "mamis", una "ley de mamis". Pero si te tengo que dar un consejo, no hay que seguir nunca a los gurúes de la maternidad, ni leer listas de crianza ideal en internet, ni creer en las familias ideales de Facebook, ni soñar un ideal de absolutamente nada. La realidad es más desprolija y más divertida.