La inspiradora historia de uno de los mejores violinistas del mundo

Creció en medio de la guerra civil del Líbano. A los 15 años dejó a su familia para estudiar en Alemania. Practicaba todos los días ocho horas. Ara Malikian cuenta su historia en Infobae

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Actualmente vive en Madrid, pero nació en Líbano. Ara Malikian desde chico toca el violín; lo que empezó como una obligación, que lo llevó a practicar horas y horas con los años, lo adoptó como un estilo de vida.

Cuando tenia 15 se fue a vivir a Alemania solo, tiempo que aprovechó para perfeccionarse y escapar de la terrible Guerra Civil que sufría su nación. En su ciudad de origen no podía ir regularmente al colegio por el miedo a sufrir los efectos de la guerra. En Alemania aprendió una lección que le duró para toda la vida: en cualquier lugar del mundo se siente a gusto, como en su casa.

Lo que empezó casi como una tortura -tocar horas y horas el violín, pero obligado por su padre- lo llevó a conquistar el mundo con más de 40 discos editados. Es el creador de su propia orquesta y llena estadios en cada lugar que se presenta. Se destaca por emocionar a la gente.

Sus repertorios van de Bach a Mozart, de Vivaldi a Paganini, pasando por Manuel de Falla, Paco de Lucía y Pablo de Sarasate, para desembocar en los ritmos de rock con Led Zeppelin, Metallica y Radiohead, entre otros, lo que lo hace verdaderamente atractivo.

-¿De todos los países que viajas hay alguno que consideras tu hogar?
-No, porque he viajado tanto en los últimos años que he aprendido que no existe el hogar. El hogar eres tú. No me atrae una tierra, para mí es importante la cultura, las personas. Mi hogar son mis amigos y mi trabajo. Entonces me siento a gusto, por ejemplo aquí en Buenos Aires, igual que cuando vuelvo a casa en Madrid estoy también muy a gusto porque veo a mi familia. He aprendido a sentirme bien en cualquier lugar del mundo.

-Estudiabas muchas horas el violín cuando eras chico. ¿Recordás la cantidad de tiempo que pasabas encerrado practicando?
-Estudiaba mucho cuando era chico, y sigo estudiando ahora. El violín es muy desagradecido, porque en el momento que dejas de tocarlo dos días seguidos parece que jamás has agarrado un violín, es muy difícil. Es verdad que cuando era joven, cuando era niño, practicaba mucho más que ahora porque descubría todo y practicaba ocho, nueve horas al día. Hoy intento hacer un mínimo de dos o tres horas cada jornada.

-¿Tu padre te obligaba a estudiar ocho horas o nacía de vos?
-Cuando vivía con él, sí. Eso fue hasta los 15 años, cuando me fui a Alemania. Ahí ya no estaba papá y mantenía el mismo ritmo, pero yo solo. Es verdad que tuve mucha suerte, porque a los 15 años viviendo solo y en Alemania tenía muchas tentaciones de adolescente. Gracias al violín todo lo oscuro nunca me ha atraído. Lo único que hacia era estudiar.

-¿Qué era lo oscuro?
-Las drogas, las malas juntas, el alcohol. Pero para mí siempre lo más importante era el violín, así que decidí perfeccionarme.

-Te fuiste Alemania desde muy chico y solo. Otra cultura, otro idioma, ¿cómo llenabas esos espacios de soledad?
Era una época muy dura porque me fui sin mis padres, sin amigos, sin conocer la cultura, sin conocer el país y sin conocer el idioma. No sabía cómo hacer amigos. Me costó unos dos años adaptarme, sentirme a gusto. Fue un aprendizaje tan a lo bestia que eso me ha enseñado a sentirme a gusto en cualquier lugar del mundo. Los primeros dos años en Alemania fueron muy duros, de mucha soledad.

-¿Qué miedos tenías?
-Estar abandonado. El único refugio que tenía era el violín, así que me dedicaba a estudiar todo el día pensando que gracias a él me haría respetar más, me haría conocer, me ayudaría a tener trabajo, a poder tocar en conciertos. Siempre fue mi salida a la luz.

-¿Qué pasaba por tu cabeza cuando pensabas en tu familia que estaba en otro país viviendo situaciones de guerra, de caos? ¿Te angustiaba estar lejos de ellos?
-Sí, mucho. Porque además de sentirme solo, me di cuenta de lo mucho que los quería. Tuve que estar lejos para darme cuenta lo importante que eran para mí. En el Líbano la situación era muy difícil. Había guerras, bloqueo de las fronteras, bloqueo de los medios de comunicación, no podía hablar con ellos.

¿Cuando volviste al Líbano eras otra persona?

-Sí, cuando volví al Líbano además tenía otra edad. Ya cuando me fui a Alemania no volví a ver a mis padres durante seis años y luego ellos se fueron a vivir a Francia, entonces ahí he podido verlos más a menudo pero ya no era niño, tenía más de 20 años. Era otra situación. Luego empecé a ir al Líbano cuando la guerra había terminado en los 90. El año pasado fui a hacer un documental sobre los refugiados y este año iré a hacer un concierto. Ahora de hecho es otro país y tengo pocos amigos también porque todos se fueron. Sigue siendo un país hermoso, pero no es el que yo conocía.

-¿Cuáles dirías que son tus grandes maestros?
-Mi papá es el más importante. Él era un enamorado del violín y de la música. Me transmitió a la perfección el amor a este instrumento y el amor a la melodía. Hoy en día si hago música es gracias a él. La música es mi pasión. Luego, mis verdaderos maestros de la vida eran mis compañeros, los músicos,que me encontraba en el camino. Ellos me han inspirado mucho.

Tuviste que pasar momentos muy críticos y muy duros en tu vida. ¿Cómo hiciste para que el dolor se transforme en positivo?
-Yo creo que en cualquier momento difícil uno tiene que tener el valor de convertirlo en momentos positivos. Yo creo que todo, la situación más difícil, más dramática, más trágica, te tiene que ayudar a verlo de una manera más positiva. De hecho, creo que eso lo he aprendido de toda la gente del Líbano. Ellos vivían en guerra, perdían sus trabajos, sus familiares, su hogar, pero siempre estaban positivos. Yo creo que el ser humano si no es positivo se hunde. A pesar de estar en la miseria, a pesar de estar todo mal, si no lo ves todo de una manera positiva, no podrías aguantarlo. En Líbano tenía momentos difíciles, pero luego cuando me hice adulto tuve momentos más difíciles, las cosas no me salían pero luego entendí que todo se puede mejorar. Debemos ser positivos.

-¿Te apoyás en alguien? ¿Alguna religión?
-No. Las religiones nunca me han atraído. Siempre he respetado a todas, pero como al lado mío no tenía a nadie religioso nunca he seguido ninguna.

-¿Creés que lo tuyo es talento o trabajo?
-Yo estoy convencido de que todo ser humano nace con talento. Todos tenemos talento. Muchos. Luego es lo que uno hace con este talento y eso obviamente es trabajo. Quizás, algo de suerte también.

-Recién dijiste "suerte". ¿Algún momento de suerte, algo que le llames suerte en tu vida?
-Yo creo que muchas cosas tienen que ver con suerte. Estar aquí es una suerte. Obviamente uno la tiene que trabajar y pulir.

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