La mafia de los narcoaviones por dentro

Un arrepentido contó a la Justicia cómo funcionan estas organizaciones. En la Argentina hay 1500 pistas clandestinas. Por año son detectados 400 vuelos narcos que no pueden ser interceptados.

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El procedimiento es similar al que se observa en las viejas chatas para alimentarlas de combustible. Un bidón y una manguera conectada al tanque. La misma lógica de ingeniería casera utilizan los narcotraficantes para repostar en el aire a sus aviones cargados de drogas.

En estos casos, el procedimiento es apenas más sofisticado. El piloto emplea una bomba de vacío mecánica para trasvasar el carburante a los tanques de queroseno, que por su diseño, por ejemplo en los Cessnas 150, están ubicados en sus alas.

El año pasado, la Fuerza Aérea detectó "unos 400 vuelos no autorizados que no pudieron ser interceptados por falta de aviones adecuados", le informó la ministra Patricia Bullrich, a la Comisión de Seguridad Interior y Narcotráfico de la Cámara Alta.

Para la funcionaria, esa es apenas una muestra de la narcoactividad que se desarrolla en nuestro espacio aéreo. Un relevamiento realizado por la Fuerza Aérea, y volcado en un informe que lleva el sello de "CONFIDENCIAL" afirma que solo en Chaco hay 141 pistas clandestinas. Por ejemplo en la "adyacencias de la estación ferroviaria San Hilario", "en Concepción de Bermejo", "en Cruce Colonia Pampa Alegría entre la Ruta Nacional 95 y camino vecinal" o en "una estancia".

Claudio Izaguirre, titular de la ONG Asociación Antidrogas de la República Argentina denunció ante Infobae que a lo largo y ancho del país, pero sobre todo en provincias como Buenos Aires, La Pampa, Chaco, Corrientes y Santa Fe, "hay unas 1500 pistas clandestinas en actividad, usadas por las mafias narcos y no se hace nada para clausurarlas".

"El aire argentino es gobernado por el narcotráfico internacional", sostiene de forma vehemente el ex subsecretario de Lucha contra el Narcotráfico de La Pampa. También asegura que, a pesar de la existencias de radares 3D móviles construidos en Bariloche, los narcopilotos conocen las horas, los días y las ubicaciones de los aparatos, y que con estos datos, simplemente los evitan.

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"Hasta ahora, y a pesar de la buena voluntad de la ministra Bullrich, el combate narco es solo por tierra y agua. Lamentablemente el aire en Argentina sigue siendo un colador donde ingresa el narcotráfico sin restricción alguna".

"Testigo A", la mafia por dentro

La maniobra de trasvasado de combustible durante el vuelo es peligrosa, pero efectiva. De esa manera la mafia de los narcoaviones consigue ingresar al país su millonaria carga sin tocar tierra. Mediante el empleo de GPS, arrojan las sacas con marihuana o cocaína, en los descampados.

Los vuelos son rasantes, y la precisión exquisita. El resto de la tarea se realiza también a gran velocidad. Los bultos se esconden en camionetas o camiones, que ya están apostados en el lugar. El éxito final estará asegurado si cada uno cumple con su parte. Una de las más importante, el soborno a las fuerzas de seguridad para que hagan la vista gorda cuando el convoy pase por los retenes.

En el mejor de los casos, los vehículos que esperaron la carga y la transportaron hasta un punto intermedio para que "se enfríe" tienen patente oficial. Pueden pertenecer a organismos dependientes de la municipalidad de la zona, de la Gobernación de la provincia a la que llegó el narcoavión; o de Presidencia de la Nación.

Repostar combustible en vuelo también sirve para realizar trayectos más largos y evitar una parada intermedia para abastecer el avión confundido muchas veces como "avionetas fumigadoras". De esta manera, el riesgo de ser interceptado se reduce un cincuenta por ciento.

En estos casos, las organizaciones trasnacionales narco tienen cada uno de los engranajes del delito bien aceitados. La pista de aterrizaje clandestina en una estancia o campo de cultivo, donde espera un camión cisterna con el combustible para el retorno.

Una vez que el narcoavión detuvo su carreteo, la tarea con el pasamano de la mercancía incluido, no puede demorar más de 45 minutos. Los días de "visitas" a los campos son siempre los mismos. Al igual que el peso de la droga que, según la distancia recorrida, y los bidones con queroseno que aumentan el peso del "equipaje" narco, puede variar entre 300 y 700 kilos.

Para acomodar los ladrillos prensados, a los Cessnas de cuatro plazas se le retiran tres butacas. Los aviones, que también pueden ser los Piper PA-23, conocido como Apache, y posteriormente Azteca, son robados en los aeroclubes de la Argentina, Paraguay, Brasil o Bolivia, o alquilados. Por eso, cuando las autoridades consiguen desbaratar a una de estas organizaciones criminales, en un gran número de veces, no pueden retener la aeronave (que por lo general vuelve al circuito narco) porque sus dueños lo reclaman.

Así y todo, en los últimos dos años se incautaron seis narcoaviones. Cuatro de ellos pertenecían a la banda narcocriminal liderada por el brasileño Marino Divaldo Pinto, que operaba en la provincia de Corrientes y tenían sus pistas clandestinas ubicadas en las estancias Santa María del Aguapey y Santa Úrsula, ubicadas en la localidad de Santo Tomé.

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El líder del sanguinario "Comando Vermelho" cayó esta semana en Porto Alegre. Desde hace dos años tenía pedido de captura internacional solicitada a Interpol por la Justicia Federal correntina que ahora solicitará su extradición.

Los detalles del funcionamiento de la mafia de los narcoaviones relatados hasta aquí constan en una causa que tramita en la Justicia Federal de Santa Fe y fueron volcados en un expediente clasificado instrumentado por el entonces juez Virgilio Palud –hoy juez provincial- por uno de los pilotos que declaró como arrepentido, bajo reserva de identidad, y que se mencionará como "Testigo A".

El "Testigo A" reconoció bajo juramento que volaba para uno de los máximos proveedores de marihuana –y en menor medida de cocaína- de los bunkers de Capital Federal. El hombre era un paraguayo enorme al que le decían "King Kong".

Oscar Ramón Cardozo, quien respondía también al alias de Eleuterio Martínez, un hombretón morocho, de casi dos metros de altura, corpulento y con rasgos parecidos a los del boxeador Ringo Bonavena, no era un desconocido para el juez federal de Reconquista que más tarde sería cuestionado ante el Consejo de la Magistratura.

"King Kong", al momento de declarar el "Testigo A", estaba prófugo de la justicia santafecina desde el 9 agosto de 2006, después de escaparse caminando por la puerta principal de la Alcaldía de Reconquista. La fuga del mayor narcotraficante paraguayo capturado en nuestro país convirtió en un polvorín a la policía santafesina.

Tanto fue así que el gobernador justicialista Jorge Obeid dispuso la intervención de la jefatura del departamento de General Obligado; relevó la cúpula de la unidad regional IX, y la propia jefa provincial de la fuerza, Leyla Perazzo, renunció a su cargo.

"King Kong" había sido capturado el 8 de abril de 2006 en la estancia San Pedro, ubicada en el kilómetro 92 de la Ruta Nacional 3 en la localidad de Abott, en la provincia de Buenos Aires. En el lugar los uniformados descubrieron una pista de aterrizaje clandestina y 380 kilos de marihuana dentro de un camión a punto de ser trasportada a las villas de Capital Federal.

Minutos antes, el "Testigo A" había despegado dejando atrás la droga y con los 10.000 dólares que le había pagado el gorila en el bolsillo. Era la recompensa que recibía cada vez que entregaba con éxito "la encomienda".

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Casi cinco meses después el capo narco protagonizaría la escandalosa fuga y pondría una vez más en marcha la narcoactividad aérea. El "Testigo A" volvería a realizar dos vuelos rasantes semanales.

Según la declaración del "Testigo A", varios de los aviones usados por la red mafiosa del gorila eran suministrados a pilotos como él por un paraguayo de nombre "Luis Herrera alias 'osito'", eran "un Cessna Bimotor 310 con matrícula Argentina; un Bimotor Navajo Chiefaint (Piper) robado en Brasil con matrícula falsa Argentina que se prendió fuego mientras despegaba de Pindoyú (en el Distrito de Abaí, en Paraguay)" evento en el cual "murieron carbonizados los dos pilotos brasileños", o por ejemplo, un Piper Comanche robado en Argentina".

La droga, en la provincia de Buenos Aires, era arrojada desde el aire, o una vez que la aeronave tocase tierra, en campos y estancias de las localidades de "Pergamino, Saladillo, Roque Pérez, San Miguel del Monte, en Abott o Corral de Bustos en Santa Fe".

A pesar de los detalles brindados por el "Testigo A", el juez Virgilio Palud nunca avanzó contra la actividad narcocriminal denunciada y eso que tenía bajo su custodia al profugado Cardozo. Desde 2006, fecha en que cayó detenido "King Kong" por primera vez, hasta el 27 de febrero pasado, fecha en que el delincuente paraguayo fue capturado durante una redada en la localidad de Catriel, en Río Negro, su organización narco, que tenía una de sus bases de sustentación en "Pedro Juan Caballero", una ciudad ubicada en el noreste de Paraguay y vecina a Brasil, había ingresado por vía aérea y terrestre, desde Paraguay y Bolivia casi diez mil kilos de marihuana y 850 kilos de cocaína.

El cerco a "King Kong" había comenzado a cerrarse el 27 de junio de 2016. Esa vez las fuerzas federales, a cargo de la ministra Patricia Bullrich, sabían, gracias a las tareas de inteligencia aportadas por la administración del Presidente Horacio Cartes, que el mismo prófugo supervisaría el camino de las cuatro toneladas de marihuana que, por vía fluvial desde el Paraná, ingresarían de Paraguay a Misiones y de allí por carretera hasta un depósito ubicado en Virrey del Pino, en el partido bonaerense de La Matanza.

Gracias a esa precisión, aportada por un infiltrado en la organización criminal, los efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria –la única fuerza que no había sido sobornada por los largos brazos de "King Kong"- sorprendieron a los narcos en plena actividad.

Sin embargo, Cardozo logró subir a una Ford Ranger, aceleró a fondo y cubrió su escape a fuerza de balas. Una vez más había logrado eludir a la autoridad. Pero sus días en libertad estaban contados.

El operativo se llamó "Pinito Verde". La razón, los panes de marihuana, los mismos que solía trasportar en sus aviones el "Testigo A", tenían sobre el termosellado una etiqueta con las inscripción "PINITO", dibujado en el centro del círculo.

Esa marihuana se cultiva justamente en una zona de pinos. El cannabis después era apisonado y mezclado con agua y miel que al secarse, le otorgaba un sabor especial gracias al cual Cardozo se había granjeado un muy buen negocio con los líderes narcos de las villas porteñas de la 1-11-14, en el bajo Flores, y la 31 y 31 bis en Retiro.

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Claudio Izaguirre sostuvo asimismo ante Infobae que uno de los grandes problemas no solo es la falta de radarización, sino que "la Fuerza Aérea tiene un serio problema de control aéreo porque no cuenta con aeronaves adecuadas y esto hace que la situación se complique para controlar el ingreso de aeronaves del exterior, que vienen con drogas".

Un problema que para Izaguirre comenzaría a solucionarse si el gobierno de Cambiemos adquiere aviones especiales para combatir el narcotráfico aéreo y se pone en marcha el decreto firmado por el Presidente Mauricio Macri que permite derribar "naves hostiles".

El decreto fue firmado –aunque hasta ahora no se utilizó- después de declarar la Emergencia de Seguridad Pública en todo el territorio nacional, destinada a "revertir la situación de peligro colectivo" y con el objetivo de "ir a fondo" contra el delito complejo, el crimen organizado y el narcotráfico, tal lo declarado por la ministra de Seguridad de la Nación. Sin embargo hay una gran resistencia para que se aplique la ley de derribo.

!Lo hacen aquellos que están a favor de los carteles de las drogas y las mafias trasnacionales. Los que quieren droga libre", aclara Izaguirre y recuerda que "a pesar de los radares que se incorporaron en la zona norte del país, "los narcos realizan vuelos rasantes en el Río Paraná. Llegan volando a 300 metros de altura a Paranacito y arrojan su carga narco en el agua. Después, a través de lanchas y barcazas, otros se encargan de juntarla y traficarla".

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Una descripción muy similar a la realizada por el "Testigo A" en la causa que tramitaba en el juzgado federal de Reconquista.

Hasta ahora, la mayoría de los magistrados que tienen en sus manos las grandes causas de narcoactividad no autorizan la infiltración en esta redes mafiosas a los agentes encubiertos y menos aun a los arrepentidos, tal como se había ofrecido el "Testigo A".

Mientras se profundiza este debate entre los magistrados, los narcos perfeccionan sus mecanismos logísticos y de inteligencia. Cuentan con que en la Argentina aún no se realizaron tareas serias sobre cuáles son las "grandes familias" que cultivan marihuana transfrontera, y que después almacenan, transportan, brindan logística para su distribución y comercializan al menudeo. Una cadena corrupta que termina en un millonario lavado de activos a través de la compra de bienes como autos de alta gama, emprendimientos mobiliarios y la adquisición de grandes extensiones de campos y cascos de estancias para enmascarar las pistas de aterrizaje. En los últimos dos años, en el país la Justicia ya expropió más de 25.000 hectáreas en poder de bandas de narcotraficantes.