La historia de Los Monos, la familia narco que transformó a Rosario en un infierno

Por primera vez se publica un exhaustiva investigación periodística sobre el narcomenudeo en la ciudad santafesina. Entrevista a los autores

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"Hace 2 años y medio  un chico de 18 años, en plena vía pública y, a la vista de todos, apunta y atenta contra tres personas en el barrio Las Flores de Rosario. Mata al padre de esta familia y hiere a dos. A la vuelta del cortejo del cementerio este mismo chico los espera y vuelve a balear a los deudos de la familia. A los pocos días se lo encuentra a este chico  en un hospital de Rosario, internado, en una camilla,  ligado a una dosis de suero con quimioterapia porque estaba enfermo de cáncer. Él lo que contó es que quería matar a todas estas personas porque eran los que se dedicaban a cometer usurpaciones de viviendas en nombre de la Banda de Los Monos. Dijo que lo quería hacer porque cuando él tenía 14 años lo habían desalojado violentamente a la calle para quedarse con su casa".

El que habla es Hernán Lascano, prestigioso periodista que trabaja en la ciudad de Rosario y quien junto a Germán de los Santos, otro reconocido colega del lugar, acaban de publicar "Los Monos, la historia de la familia narco que transformó a Rosario en un  infierno".  El libro, de un rigor en la investigación apabullante, electrizante en su trama, hace una radiografía a fondo de los Cantero, esa familia que se adueño de una parte de la zona sur  rosarina comercializando al por menor estupefacientes en la segunda ciudad del país.

¿Es posible comparar a "Los Monos" con los carteles narcos de México?  ¿La policía fue cómplice o parte de la banda? ¿Las autoridades del socialismo fueron inexpertas o ciegas al avance del fenómeno? ¿El kirchnerismo dejó a su suerte a la ciudad de Rosario por pura mezquindad política? Estos son algunos de los interrogantes que este libro intenta develar a través de datos concretos y que fueron abordados en una extensa charla con Infobae.

—¿Se estigmatiza a Rosario por "Los Monos"?

—(Hernán Lascano) Siempre fui crítico de esa noción de estigmatización porque me parece que se ha utilizado muchas veces políticamente para tener, desde los distintos sectores políticos, como un sector autocompasivo que corría del eje lo importante que era mirar que en Rosario estaban pasando fenómenos muy complejos que yo creo que a todos los sectores -no solamente al sistema político sino también al mundo empresarial, al sistema penal-, se le escapó. Que era una situación que tiene como dos vertientes: una pauperización muy fuerte en determinados sectores de la ciudad, grandes, por ejemplo donde imperaron Los Monos, y al mismo tiempo una transformación que empezó hacia el año 2000 de la forma de producir y comercializar estupefacientes, básicamente la cocaína. En ese cóctel es que surge este grupo de cuya historia queremos modestamente contar algunas cosas.

—Uno sabe que con el "Pájaro" Cantero se da un  inicio estruendoso en los medios nacionales sobre el tema de Los Monos. ¿ Pero Rosario está efectivamente "tomada por la droga"? ¿Es realmente una narco-ciudad como alguna vez dijo algún sector político?

—(Germán de los Santos) No creo que sea así. Sí hubo una banda como la banda de Los Monos que generó algunas cosas novedosas dentro de lo que es el narcotráfico, por ejemplo un modelo de negocios que era el búnker, que era lo típico de la ciudad de Rosario, del sur de Rosario, que tenía una explicación, un por qué. El búnker era la antítesis de lo que es la venta clandestina de droga, un lugar fijo a la vista de todos. Y ahí tenía una razón, la complicidad policial también. O sea, en ese lugar fijo donde era el eje del narcomenudeo estaba a la vista también de la propia Policía. Y cuando hablamos de la banda de Los Monos tenemos que hablar en el fondo de una banda casi narco-policial, la mitad de los procesados son efectivos de la fuerza de seguridad.

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—La ex jueza Alejandra Rodenas, hoy candidata a diputada, dijo a Infobae que  "la característica de la banda fue que no hubo que cooptar a la Policía porque ella formaba parte de la estructura."

—(GDLS) Claro. Y sin la policía Los Monos no podrían haber existido. La policía era la que le aportaba información muy fina que les servía a ellos para la logística. Información sobre otras fuerzas de seguridad federales, por ejemplo, que merodeaban Rosario y estaban investigando narcotráfico. Le señalaban qué búnker desactivar porque iba a ser allanado. Y esa información por la escasa sofisticación que tenía la banda de Los Monos no la podrían haber tenido sin la ayuda de la policía.

—(HL) Sí, fue una cuestión completamente estructural, no es una participación policial sesgada. De hecho, ahora están yendo a juicio figuras importantes de la estructura policial, el jefe del área de inteligencia de Drogas Peligrosas va a ser juzgado. Un funcionario que era jerárquico de la Secretaria de Delitos Complejos que pertenecía a la dotación civil del Ministerio de Seguridad va a ser juzgado por suministrar información. Los jefes de la sección Sustracción de Automotores de Rosario. Es decir, no tenemos una participación periférica de la Policía. Pero en ese sentido, y retomando tu pregunta, yo creo que esto es un fenómeno, la regulación policial del negocio del narcotráfico, que es de una extraordinaria rentabilidad, que va mucho más allá de Rosario. Nosotros tuvimos la semana pasada en Lanús a 60 policías imputados de la DDI (Delegación de Drogas Ilícitas) por regular el comercio de tráfico aquí. O tenemos por ejemplo en este mismo momento el juicio por el homicidio de Candela Rodríguez, que reveló una enorme cantidad de vinculaciones entre los policías y la criminalidad del partido de San Martín.

—Los escuchaba y hablan en pasado,"Los Monos imperaron", dijiste Germán. ¿Fue la banda de Los Monos en Rosario?

—(GDLS) Está mucho más debilitada de lo que fue 2013-2014, donde después de la muerte del "Pájaro" Cantero, que era el líder como vos apuntabas, se produjo una ola de violencia infernal en muy poco tiempo en Rosario. Pero después hay una parte que se entregó, otra parte que estuvo mucho tiempo prófugo y hoy están detenidos. Y hay un hecho también que marca un hito que es aparece una causa en la justicia federal por primera vez. Porque cuando estamos hablando de Los Monos, de una banda narco, hasta noviembre del 2015 no eran una banda narco según la Justicia Federal.

—(HL) O sea, no existían para la Justicia Federal. Lo que es una omisión que roza lo escandaloso y de lo que los rosarinos estamos esperando explicaciones. Porque evidentemente quienes trabajábamos como cronistas en el territorio e íbamos al barrio Las Flores estábamos cansados de encontrar evidencias en testimonios, luego incorporados a causas judiciales, que hablaban de las condiciones de violencia y del tipo de negocios a los que se dedicaban los Cantero, que hegemonizan la banda de Los Monos, pero sin embargo nada de eso se investigó hasta que llegó una causa externa de la provincia de Corrientes que empujó a la Justicia Federal local en Rosario a intervenir.

—¿Podemos hacer una radiografía, casi en un cuadro sinóptico secundario, sobre cómo funcionaba la banda de Los Monos?

—(HL) Muchas veces se hace hincapié en la violencia, que es una violencia muchas veces histriónica, hemos visto casos de menores de edad muriendo en situaciones terribles, en incendios de búnkeres, o chicos muy jóvenes que operaban como soldaditos custodiando las mercaderías que se vendían dentro de los kioscos de droga, pero lo muy interesante es ver cómo toda esta violencia, que es una cuestión que se da muchas veces pero esporádica también, está al servicio de un negocio, de un tipo de unidad de negocios que funciona como cualquier economía legal. Las escuchas telefónicas que se lograron muestran cómo de manera absolutamente escrupulosa el grupo liderado por los Cantero trabaja comprando estupefacientes a proveedores, cómo los encapsula para despacharlos, cómo se organizan los turnos de venta, cómo se acomodan los fajos de dinero para dar los vueltos, cómo se compran por ejemplo acá en el barrio de Flores las cápsulas para encapsular la cocaína. Eso es lo que tiene como muy interesante toda la investigación que nosotros parcialmente recogemos en el libro y es cómo hay un negocio muy puntilloso detrás de la venta de drogas.

—¿Por qué Rosario? ¿Son razones geográficas? ¿Son razones de estructura económica social de la ciudad de Rosario? ¿Son razones de ubicación? ¿Es todo junto? ¿Por qué Los Monos y el narcotráfico parecieron tener un especial punto de apoyo en la ciudad de Rosario?

—(GDLS) El punto geográfico yo creo que es muy importante. Yo estuve en distintos lugares del país investigando el tema del narcotráfico y hay una confluencia en Rosario como nódulo logístico también. La Ruta 34 que viene del Norte y que viene de Bolivia, de Santa Cruz de la Sierra, la 11 de Paraguay y el río Paraná. Cuando Hernán contaba recién del tema Corrientes y esto relacionado con Los Monos, nosotros lo incluimos en el libro. En el año 99 es atrapado en Itatí el viejo Cantero, como se llama el histórico líder de la banda, con un Ford Escort con 70 kilos de marihuana. 18 años después nos enteramos y salta esto de que Itatí es la puerta de entrada de la marihuana paraguaya que después hay un hilo conductor que gran parte termina en Rosario y que después es distribuida al resto del país. Desde hace mucho tiempo, esto lleva tiempo hacerlo. Y me parece que el tema geográfico de Rosario es fundamental por el tema de las vías de acceso de los países que son productores hoy.

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—La 11 la marihuana, la 34 la cocaína y el puerto.

—(GDLS) Y el río Paraná, que durante mucho tiempo estuvo ausente en todo discurso, toda estrategia de investigación. Yo me acuerdo que le preguntaba a muchos funcionarios: "¿Pero el tema del río?" "Por el río no viene nada." Y ahora nos enteramos que en un solo barco hay 30 mil kilos de marihuana.

—Como episodio no menor se baleó la casa del gobernador Bonfatti, que ustedes abordan en el libro, un episodio de un cuasi magnicidio.

—(HL) Sí, fue un episodio mayúsculo y creo yo uno de los atentados contra la institucionalidad democrática más importantes desde el año 1983. Este es un caso que no tiene que ver estrictamente con Los Monos pero que da cuenta de las acciones temerarias que podían adoptar en el territorio grupos, pequeñas bandas criminales no sofisticadas pero que tenían predomino en determinadas zonas. La casa donde es atacado el gobernador Bonfatti no es la zona donde prevalecen Los Monos. Pero bueno, ahí lo que pasa es que yo creo que el poder político provincial queda en una situación de cierto desmedro porque la sociedad no recibió una respuesta clara en relación a los autores y a las motivaciones que tuvieron esos autores para justamente concretar esta enormidad de ataque. Sí hubo un proceso judicial que terminó en un juicio abreviado en donde el instigador del hecho fue condenado a una pena menor. Pero yo creo que quedó como deuda pendiente y es una deuda pendiente que yo creo se transfiere a toda la política el hecho de no haber sabido claramente cuáles fueron las motivaciones concretas más que por balbuceos y cuáles fueron todos los actores que intervinieron en ese atentado.

—¿Qué es lo que más te impactó en la investigación? Después de haber trabajado años y años -y quien los lee a ustedes, saben de la rigurosidad- ¿qué es lo que más te impacto?

—(HL) Mirá, a veces cuestiones laterales que tienen que ver con la violencia que no se explican. La violencia no se explica solamente como una cuestión de asegurar negocios, que eso por supuesto que existía. La violencia es lo que aparece para asegurar la continuidad comercial, en este caso del control del comercio minorista de drogas. Hubo un episodio en Rosario que fue tremendo, que fue hace cosa de 2 años y medio, cuando un chico de 18 años apunta y atenta contra tres personas en el barrio Las Flores, creo que era en el barrio 17 de Agosto que está al lado, contra una familia de apellido Casco y mata al padre de esta familia y hiere a dos. A la vuelta del cortejo del cementerio este chico junto a otros dos también los está esperando y vuelve a balear a los deudos que venían. Es una cuestión que es una enormidad. Y a los pocos días se intercepta a este chico que fue el autor en un hospital de Rosario, en el Hospital Centenario y estaba en una camilla ligado a una dosis de suero con quimioterapia porque estaba enfermo de cáncer. Él lo que contó es que quería matar a todas estas personas, la familia Casco, que supuestamente y también según la investigación, eran las personas que se dedicaban a cometer usurpaciones de viviendas en nombre de los Cantero y que lo quería hacer porque cuando él tenía 14 años lo habían desalojado violentamente a la calle para quedarse con su casa.

Entonces la violencia asume muchas veces estos rasgos tremendos, desaforados, prácticamente inexplicables, pero se les encuentra una explicación. Hubo mucho dolor y hubo mucha conflictividad social en barrios muchas veces degradados como Las Flores que no se explican solamente por el puro negocio sino por lo mal que se puede vivir a partir del despliegue delictivo.

—Si tuvieras que definir a la familia Cantero, a Los Monos, ¿es una banda, una asociación ilícita, una banda organizada destinada a qué? ¿A la comercialización? ¿A la exportación? ¿A qué vinculado con el narcotráfico?

—(GDLS) Un clan familiar dedicado a la venta de droga. Porque ellos no tenían una estructura sofisticada para exportar cocaína a Europa.

—No es un cartel mexicano.

—(GDLS) No. Pero sí tenía el poder de fuego y de violencia sobre todo para expandir el tema como hablábamos de los búnkeres por gran parte de la zona Sur de Rosario, que eran bocas de expendio permanentes de dinero, 24 horas. Que ese dinero después terminó en dos departamentos en el centro de Rosario que eran cajas de seguridad.

—Departamentos destinados físicamente a contener el dinero.

—(GDLS) Claro. Dinero físico estamos hablando. Todo de baja denominación porque era una cocaína también de muy baja calidad adaptada para un mercado popular.  No hay paco por ejemplo en esa zona.

¿Se encontró ese dinero?

—(GDLS) No se encontró ese dinero, eso nosotros lo contamos en el libro, nunca se encontró.

—(HL) Una cosa importante también que tiene que ver con esta lógica, con la extraordinaria rentabilidad que genera el narcomenudeo, es que en general se ha hecho foco en todas las historias periodísticas en los diarios del país, también en Rosario, sobre la extraordinaria violencia que implicaba muchas veces las disputas de bandas. Pero digamos, no tanto hincapié se ha hechos sobre que esos flujos extraordinarios de dinero terminaban casi siempre alimentando empresas de tipo legal. Se sabe que los flujos de dinero que se originaban en Las Flores terminaban en concesionarias de autos que vendían alta gama, en corralones de materiales de construcción, en inmobiliarias, en inversiones en bienes raíces, también en el pago de servicios a profesionales como escribanos, contadores y abogados, que eso está relatado en el libro, todos estos aspectos.

Y bueno, eso también muestra la contradicción insoluble que hay entre la generación de un dinero que proviene de un espacio violento y la absorción que no tiene tanto reproche porque prácticamente no hay en Rosario causas sobre lavado de activos del narcotráfico, en sectores prósperos de la economía de personas respetables. Eso para mí es el punto central.

 
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—Pienso: las dos rutas que vos planteabas, la 11 y la 34, el río, el casino, la no investigación del lavado de activos provenientes del narcotráfico. Es como un combo perfecto.

—(HL) Rosario tiene los síntomas que no son privativos de ella sino que son propios de las estructuras urbanas complejas. Que es tener zonas de mucha prosperidad muy próximas con lugares profundamente degradados de pobreza.

—Lo que se llama ciudades fragmentadas.

—(HL) Ciudades partidas, exactamente. Pasa acá en la Ciudad de Buenos Aires, yo soy de Parque Lezama acá y a diez cuadras para la zona de la Vuelta de Rocha, el paisaje muy cerca de la Usina del Arte es totalmente degradado, hay una villa. Al lado de los edificios de Barracas que son exclusivos está la villa de Barracas. Podríamos dar mil ejemplos. En Rosario también ocurre esto.

Pero lo que quería marcar era que hubo un aluvión de visitas a partir del fenómeno de Rosario, que duplicó la tasa de homicidios en 3 años, de corresponsales extranjeros. Hubo uno particularmente que me impresionó que es un periodista mexicano que se instaló 30 días en Rosario, una persona acostumbrada a los avatares fuertes y a la violencia del narcotráfico, de apellido Pérez Arellano, vino a hacer un trabajo para un canal norteamericano, y que lo que me decía él era que le parecía lo más fuerte de Rosario no la problemática social, dice "Acá no tienen ataques como pasa en México con lanzacohetes, con fusiles con mira telescópica, con morteros. La criminalidad no está armada como allá. Pero lo que es tremendo es el contraste de la desigualdad. Y la desigualdad genera mano de obra para las economías criminales." Y nosotros hemos visto de una manera muy clara que chicos de 15 años son los que custodian los búnkeres donde se vendía de una droga como si fueran panaderías.

—Imposible de ofrecerle una actividad del sistema que compita con eso.

—(HL) Que compita con eso en términos económicos y también en términos afectivos, porque si hay algo que decir es que Los Monos, al igual que las bandas criminales de ese tipo, no ofrecen solamente una retribución, también ofrecen reconocimiento y afecto muchas veces, lo que agrega una cuota de complejidad a este mundo tremendo que es el de este tipo de economía delictiva.

—¿Hoy vos decís que Los Monos está desactivada?

—(HL) Los Monos han sido desmembrados en el sentido de que sus principales jefes están presos, algunos están muertos, hay un juicio de veinticinco personas que se daría en el mes de octubre. Pero a nosotros nos pasó una cosa muy significativa que es en dos de las radios más grandes de Rosario, cuando estuvimos dando notas esta semana, llegaban permanentes referencias clarísimas con direcciones de oyentes en lugares donde hoy funcionan búnkers. Con esto quiero decir, digamos, una banda deja un lugar vacante cuando se desmembra pero la dinámica que le da lugar, que muchas veces son cuestiones legales. O son cuestiones muy legales, las personas que alimentan el fenómeno de la venta de droga son consumidores que no son delincuentes. Entonces, digamos, eso no se desmanteló porque es un hábito social, no un hábito delictivo, es una conducta compleja. Y en ese sentido lo que uno imagina es que, a rey muerto, rey puesto. Si Los Monos dejan de existir toda esta compleja dinámica va a hacer si no se desmantela, que surjan otros actores.

—En términos cronológicos, es en la gestión socialista donde se produce el mayor crecimiento de la actividad de Los Monos. ¿No supieron? ¿No quisieron? ¿Hubo mezquindad del gobierno nacional o de las autoridades nacionales que tenían competencia por la cuestión federal? ¿No lo vieron? ¿Qué diagnóstico tienen?  

—(GDLS) Creo que fue un poco de todo. El gobierno local, el socialismo, prefirió por un tiempo no mirarlo, no prestarle la atención que se le tenía que prestar al crecimiento de la violencia sobre todo asociada al tema de la venta de drogas. Y hubo muchas tensiones políticas por esos momentos con un contexto muy determinado, el jefe de la Policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, estaba preso por narcotráfico. Desde ahí hacia abajo era muy difícil de combatir un fenómeno creciente en la ciudad, sobre todo muy visible con el tema de los homicidios, con el jefe de la Policía que convocó el propio socialismo que estaba preso por el narcotráfico. Y que también hay que ponerlo en un contexto, el gobierno nacional, en ese momento el kirchnerismo, azuzaba permanentemente porque el socialismo era un enemigo interno políticamente hasta que en el 2014 recién hubo un desembarco muy espectacular, muy cinematográfico, de 2.400 gendarmes para destruir búnkers.

—(HL) Pero sin menoscabar el hecho de que yo creo que uno de los grandes reproches a las gestiones socialistas es que ahora parece ir cambiando eso aunque haya críticas, no haber tenido una agenda sobre este problema de seguridad. Yo creo que hay que admitir que el tipo de fenómeno del cual Los Monos son una especie de foco, que es muy complejo, también se da en el Conurbano, también se da en la misma Ciudad de Buenos Aires.

—Hoy en la Ciudad de Buenos Aires me dicen "¿Vas a Rosario? ¿Pero podes salir a la noche y demás?" Me aparto un segundo del libro, ¿pueden hablarle al que en este momento cree que Rosario se transformó en una tierra de narcos intransitable?

—(HL) Sí, absolutamente porque les hablo a mis familiares de acá de Buenos Aires. Yo tengo familia en el Sur del Conurbano o en el Oeste del Conurbano que me hacen estas preguntas sobre Rosario y yo les digo bueno, por ejemplo a los que viven en Moreno, a los que viven en Hurlingham, a los que viven en Ciudadela, Ramos Mejía, nosotros escuchamos permanentemente que en el Acceso Oeste hay secuestros extorsivos, ese fenómeno no existe en Rosario. Nosotros escuchamos por ejemplo a los que viven en Lomas de Zamora o Lanús que en la avenida Pavón ha habido secuestros exprés todo el tiempo para meter a la gente en cajeros. Y no creemos que eso sea lo único que pasa aunque tampoco negamos que pasa y seguimos viniendo a Buenos Aires.

Rosario es una ciudad muy grande, es una ciudad enorme, y hay problemas de criminalidad que yo creo que están focalizados. En la zona central de Rosario la tasa de homicidios, que marca solamente un aspecto de la violencia, es similar a la de Bruselas. Entonces digamos, siempre se va a poder encontrar alguna cuestión para reprochar pero hay que mirar el fenómeno complejo, Rosario no es distinta de ninguna otra de las ciudades argentinas complejas en cuanto a su criminalidad y en cuanto a su seguridad pública. A Rosario vengan tranquilos.

—¿Comparte eso Germán?

—(GDLS) Sí. Yo creo que es una ciudad difícil también. Es una ciudad muy fragmentada donde a lo largo de mucho tiempo no se le ha prestado atención sobre todo al tema social. Un tercio de la ciudad está afuera, está afuera y está adentro de lo que nosotros hablamos ahí en el libro, que eso es lo más preocupante.  No hay casualidades en materia de narcotráfico me parece a mí. Que Patricio Gorosito, un dirigente futbolístico, que admitió ser el testaferro de Julio Grondona, hiciera un estadio en Arroyo Seco para un club que no tenía afiliados y que después nos enteramos que era el jefe de una organización que se llama Carbón Blanco que era el mayor exportador de cocaína…

—Es raro.

—(HL) Y además éste es un ejemplo elocuentísimo de lo que hablábamos antes del tema de lavado de dinero. Esa ciudad deportiva que se erigió en Arroyo Seco de la mano de un hombre condenado por tráfico de cocaína a España y Portugal, que se hizo durante varios años, terminó siendo comprada por uno de los clubes más grandes de Rosario que tiene ahí hoy su campo deportivo que es Club Atlético Rosario Central. Esa es una manifestación más del entrevero entre la economía informal criminal y la economía legal.

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